Capítulo 42: Todo tiene fin

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Mis ojos se mueven siguiendo los trazos negros que hace Luke en el mapa. Él está tan concentrado que parece que no nota que estoy a su lado observando todo su trabajo. La brisa del mar me acaricia el rostro, y a lo lejos puedo escuchar a Janick dándole órdenes a sus hombres. Aquí, en la costa, el ambiente se siente diferente. Ver a todo el equipo de Janick trabajando me hace sentir en un lugar más real en cuanto a toda nuestra situación. Nunca pensé que llegaríamos hasta este punto, mientras observo un gran barco color gris claro a lo lejos, que cuenta con antenas, un puerto de helicóptero y otros detalles que no puedo observar bien desde aquí. El barco se llama Aqua, según veo en la distancia, las letras blancas en cursiva en la parte delantera del mismo.

Danielle le otorgó a Janick un permiso falso de la alcaldía para navegar y buscar en las aguas cercanas a Laketown. Él no sabe que es falso, por supuesto; puede ser un hombre extraño algunas veces, pero no es de aquellos que suelen romper las reglas con facilidad. Quise preguntar a Danielle más detalles de lo que decía el papel, pero no me dijo nada al respecto. Lo único que dijo es que logró engañarlos a todos en la alcaldía, para que al menos nos permitieran buscar de día. La cosa es que en la alcaldía creen que estamos observando peces, no que estamos buscando cuerpos, y ya que Danielle tiene mucha influencia, no hicieron ninguna pregunta.

Luke saca un papel de su carpeta, lleno de apuntes y fórmulas matemáticas, el cual coloca sobre el mapa, que está apoyado en el capó del auto de Janick, aparcado en la playa. Se mete el marcador a la boca, mordiéndolo a modo de pensar, y asiente al tiempo que marca más lugares en el mapa.

—Me tomé la libertad de averiguar más sobre los Pemberton —dice, sin necesidad de que yo le pregunte nada—, desde su peso hasta su altura, para así definir el peso total de las posibles cajas de madera. Es extraño pensarlo, pero en el patrimonio histórico de la biblioteca de Laketown están los registros médicos de muchas familias de la época. También he investigado sobre el movimiento de la marea de esta zona en los últimos cien años. Además, con la dirección que me indicó el joven, pude determinar el lugar exacto del acantilado desde el cual lanzaron los cuerpos.

Frunzo el ceño ante su exactitud.

—¿El lugar exacto? ¿Cómo es eso posible? —inquiero.

Sus ojos parecen brillar de la emoción cuando comienza a hablar sobre todos sus descubrimientos.

—Por allá. —Señala un acantilado a lo lejos, apenas visible desde este punto. Observo hacia arriba, hacia la dirección que señala su dedo. El acantilado en esa zona es boscoso, por lo que está rodeado de árboles—. En los últimos tres días me di a la tarea de recorrer los posibles lugares por los que Lord Aldrich pudo haber tomado rumbo, y me encontré con esto.

Una gran sonrisa aparece en sus labios mientras se dirige al asiento trasero del auto, y trae en sus manos dos artefactos que me hacen dar un salto, y sentir el corazón en la garganta.

En sus manos tiene un martillo de madera, con cabeza de plata, y una pequeña caja de madera clara y brillante, la cual me ofrece tomar.

Trago saliva antes de siquiera considerarlo, pues recuerdo las palabras de Charles, y sé de qué se trata. Cuando por fin me decido a tomar la pequeña caja entre mis manos, ésta se siente mucho más liviana de lo que pensé. La abro con cuidado, y adentro puedo ver dos clavos de bronce, y nada más.

Arqueo una ceja con asco mientras Luke me dice lo que ya sospechaba.

—Estos son los artefactos que usaron para sellar las grandes cajas de madera. No estoy seguro de cómo lo supo aquel joven, vaya que no... —Mira al horizonte con una expresión de incredulidad, para pasar automáticamente a su rostro normal—. Pero, en fin. Las encontré escondidas en la corteza de un árbol, cerca al acantilado que te mencioné. Estaban dentro de un pequeño costal. Fue muy obvio para mí, desde ese punto exacto los lanzaron al mar.

Desde hace un sueño (En físico en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora