– No tiene que irse – Caminó tras de mí dándome alcance en el vestíbulo – discúlpame por favor, me excedí.

– Al menos lo tiene claro.

– Debo admitir que estoy acostumbrado a decir las cosas sin filtro, decir lo que pienso sin rodeos es una maldición a veces.

– Entonces si lo piensa.

– Claro que sí – Alzó la voz bajando la mirada. Al menos ahora sé que si me coqueteaba – mi lado más cerdo dice que puedo obtener algo porque eres vulnerable emocionalmente.

– ¿Qué?

– Pero soy un caballero y no insistiré más; guardaré mi esperanza de que en algún momento alguien como usted pueda fijarse en un cerdo como yo – No pude evitar lanzar una pequeña risotada.

– Buenas noches, Alfie – Me acerqué al elevador para presionar rápidamente el botón.

– Mirina – La puerta se abrió – ¿Tengo esperanzas? – subí al elevador para presionar el botón mientras asentía a su pregunta, empuñó su mano a modo de victoria – ¡si! – las puertas se cerraron mientras me observé en el espejo, sonrojada.

Abrí los ojos estirando mi mano para buscar el teléfono que sonaba frenético sobre el velador.

– Ya – Murmuré sin salirme de la cama.

– Señorita Doyle, el señor Solomons está aquí – Anunciaron desde la recepción.

– ¿No era pasado mañana? – Escuché silencio.

– Hola pecas – Reconocí su voz con una evidente sonrisa – pensé que podíamos hacer algo como una segunda cita.

– No fue una cita.

– ¿Quieres?

– Suba – Me levanté rápidamente tomando mi bata para envolverme en ella rápidamente apenas salí de la habitación tocaron la puerta, abrí encontrándome con el hombre recargado sobre las molduras.

– ¿Aún estaba dormida?

– Pase – Dejé la puerta abierta escuchándolo entrar tras de mí, cerró – me daré una ducha.

– Aquí la espero.

El agua salió fría al principio, por lo que la dejé correr mientras peinaba mi larga cabellera negra desnudándome pausadamente frente al espejo, observé la flecha que ascendía desde arriba de mí obligó deteniéndose en medio de mis pechos.

El agua cayó como monzón sobre mí dejando el camino humedecido, de esa misma forma me sentía estando cerca del londinense, húmeda, podía sentir mis pechos duros por la excitación que me provocaba nada más pensar en él, apoyé la frente en la loza blanca dejando que el agua cayera sobre mi coronilla, mis manos descendieron hasta mi sexo, pensar en Solomons me nublaba la conciencia, cuando mis dedos llegaron a mi clítoris este ya estaba inflamado, el placer me recorrió de inmediato apenas mis dedos comenzaron a dibujar círculos sobre la piel suave y tibia las gotas de agua se adentraron en mi boca abierta exhalando e inhalando fuertemente, me cubrí los labios gimiendo cuando rápidamente me vine.

Apenas salí de la habitación sequé mi cabello con la toalla blanca observando por la puerta entreabierta a Solomons sentado en el sillón de la estancia leyendo una revista de decoración, no había alcanzado a colocarme la ropa interior cuando escuché que la puerta de abría.

– ¡Tommy! – Se me erizo la piel cuando Solomons lo llamó levantándose del sillón – no sabía que vendrías.

– ¿Qué haces aquí? – Su mirada azul cayó sobre mí cuando salí de la habitación envuelta en la bata, su rostro se desfiguró para observar a Solomons quien sonrió.

It was always about Thomas [{Completa}]Where stories live. Discover now