CAPÍTULO 26 "VÍNCULOS INVISIBLES" (SEGUNDA PARTE)

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Aquel niño no era un omega.

No se había dado cuenta al verlo por primera vez. Niall era un niño de once años, con las mejillas abultadas y brillantes ojos azules. Tenía el cabello rubio y parecía que naturalmente siempre estaba así... revuelto. Era muy bonito, el niño más bonito que hubiese conocido y de solo verlo, Zayn había pensado de inmediato que se trataba de un omega.

Pero no lo era.

Teniéndolo así, tan cerca de él, se dio cuenta de que el pequeño no tenía olor. Zayn había percibido de inmediato el olor a flores que tenía el otro jovencito de la casa, Louis. Ellos tenían la misma edad, Niall era dos años menor y no tenía olor.

Era un beta.

Sacudió la cabeza con incredulidad y confusión, porque incluso si había estado a punto de marcharse, de tomar lo poco con lo que había llegado y escapar, estaba seguro de que en algún momento regresaría a buscar a Niall, sin importar que solo tuviese un día de conocerlo, porque había algo en su pecho que le gritaba que ese niño crecería y se convertiría en su pareja.

Él lo sentía... de verdad lo sentía.

Pero no era un omega.

Y según lo que todo mundo decía, las cosas no deberían ser así.

—Eres un beta. —No estaba haciendo una pregunta. Él lo sabía. Y sintió como el estómago se le encogía de angustia cuando el pequeño había soltado su brazo y se había retirado de él como si hubiese dicho algo muy malo. Estaba frunciendo el ceño y en sus labios se mostraba un ligero puchero. Parecía a punto de llorar.

—Ya sé que los betas no son tan especiales —mencionó y Zayn lo vio pasando saliva con dificultad. Para sus trece años de vida, había hecho cosas muy malas, pero nunca se había sentido tan mal como se sentía en ese momento, al ver aquella expresión decepcionada—. Pero Lou me quiere así y si tú no quieres ser mi amigo, seguiremos siendo solo él y yo. ¡No me importa!

El pequeño se había dado la vuelta y había regresado a la cama sin decir una sola palabra más. Zayn lo había visto meterse bajo las cobijas y cubrirse hasta la cabeza. Él sí que tenía ganas de llorar por la culpa. Dio un par de pasos más afuera de la habitación, porque quizá lo que había sentido al verlo era solo una equivocación. Probablemente él estaba confundiendo las cosas y solo tenía trece años, ¿qué podía saber él de parejas destinadas?

Quizá tendría que haberse ido. Zayn tendría que haberse alejado de aquello que a la larga le iba a causar tanto dolor. Pero no pudo. Él solo era un muchacho y no debería tener tantos líos en la cabeza, pero los tenía y cuando había visto los ojos azules de ese niño al que no podía hacer callar, por primera vez en mucho tiempo, sintió una increíble calma y su interior... su lobo, por fin se sintió en paz.

Eso tenía que significar algo. Tenía que significar que se encontraba en el lugar correcto.

Se sintió molesto consigo mismo por haber hecho sentir mal a un pequeño de aura tan pura y tuvo que girar sobre sus talones y regresar sobre sus pasos, porque era prácticamente imposible que se fuera sin volver a ver aquella radiante sonrisa.

Se había quedado tanto tiempo mirando el pequeño bulto bajo las mantas, que creyó ser capaz de escucharlo roncar unos cuantos minutos después. Decidió que lo mejor era no molestarlo y se acostó en su propia cama para ser capaz de dormir un poco antes de que amaneciera. Mark le había dicho que, si quería continuar viviendo en su casa, tenía que seguir sus reglas y levantarse temprano para trabajar. Aunque no le había aclarado la clase de trabajo que iba a hacer.

Zayn no sabía si lo que lo había despertado había sido aquel fuerte estruendo en el cielo, o aquellas pequeñas manos aferrándose a la parte trasera de su camiseta. Un nuevo relámpago había surcado el cielo de lado a lado y había sido capaz de escuchar un bajo chillido casi en su oreja. Se giró con dificultad gracias a las manos aferradas a él y se encontró de frente con los ojos muy abiertos y asustados de Niall.

ABYSSO: La ciudad amurallada (Libro 1 saga CIUDADES MALDITAS)Where stories live. Discover now