31 - Primera parte

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En los juegos de Aegan Cash, él  siempre gana...

sobre todo cuando parece que va perdiendo


Veamos...

En realidad me estaba arriesgando a que Regan me dijera cualquier cosa. Después de todo, los Cash eran buenos mentirosos, pero la esperanza que le tuve a mi plan la basé en que él estaba desesperado por obtener algo que finalmente destruyera a sus hermanastros. Cada conversación que escuché de Aegan me dejó todavía más convencida de eso. Regan no confiaba en mí, confiaba en el chantaje, pero el chantaje solo es eficaz cuando tienes algo que perder, y... a decir verdad, a mí no me importaba perderlo todo.

Mientras iba en el vehículo enviado por él, a eso de las siete de la noche, revisé los mensajes en WhatsApp. Tenía varios de Adrik: "¿nos vemos hoy?", "¿qué has estado haciendo?".

Le respondí que estaba poniéndome al día con las tareas pues para todos yo seguía siendo una estudiante becada que debía estudiar para mantener el lugar. La verdad era que la beca me valía caquita. Le dije eso porque me había estado comportando de lo más normal con él desde que salimos del refugio, como si lo de la noche anterior hubiera sido un enfado tonto y sin sentido. En ningún momento le pregunté nada, ni me mostré enojada o distante. No tenía intenciones de que sospechara que todo aquello del mensaje de Henrik me había afectado o de que había escuchado su conversación.

Durante todo el día traté de no pensar en el momento en que Aegan le preguntó si estaba enamorado de mí y él solo había mascullado. Me refiero a que... me había dolido, pero el tiempo en el que una persona se enamoraba de otra, variaba mucho. Además, tampoco sabía cómo tomarlo. Al menos había dicho que yo le gustaba... pero esa parte de: "¿le has dicho tu verdad?" fue como un balde de agua fría. Ahora había despertado de mi ensueño, y en el fondo, aunque no quería admitirlo por completo, aunque me asustaba la idea y me ponía enferma, ya estaba pensando que Adrik podía ser tan asesino como sus hermanos. Si no es que era el único asesino y eso era lo que tanto ocultaba.

El giro que había dado la situación era impresionante.

Me sentía helada por dentro, como si hubiera congelado un montón de emociones. Ahora lo único que necesitaba era continuar y ejecutar el siguiente paso.

Subí hasta el apartamento en donde vivía Layla. Llevaba un buen tiempo sin verla. Lo dicho por Regan me hizo pensar que a lo mejor ya había huido, y eso de inmediato me llevó a recordar a Owen, enamorado en secreto de Aleixandre... A lo mejor en una situación distinta, esa habría sido la oportunidad perfecta para él.

Mis pensamientos se esfumaron cuando vi que en la puerta de entrada al apartamento estaba parada una mujer enorme y uniformada con pinta de guardaespaldas. Parecía una versión femenina de Rambo. Apenas me detuve frente a ella pensé que me golpearía, pero me miró de pie a cabeza en un análisis severo.

—Revisión —dijo, seca y fuerte.

Claro, Regan no iba a soltar todo sin asegurarse de que yo no llevara una grabadora oculta.

Me dejé revisar entonces. Extendí los brazos. La mujer me palpó hasta el alma. Me revisó los bolsillos, metió la mano en lugares capaces de esconder algo, me examinó el interior de la boca, de las orejas, de las uñas. Me hizo quitarme los zapatos, revisó las suelas e incluso me inspeccionó la ropa interior. Fue extraño, pero se lo permití para que no pensaran nada raro y todo fluyera bien.

Perfectos Mentirosos © [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora