II. Examen Extraordinario

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SNAPE TENÍA UN PROBLEMA. CUANDO VOLDEMORT MURIÓ Y SE HIZO LA cacería de mortífagos, los juicios y encarcelamientos dieron una sensación de paz, pero nadie contó con Bellatrix Lestrange.

¿Quién iba a pensar que una mujer tan sagaz no se percataría que Voldemort corría a su ruina? Demasiados errore, continuados, fallas estúpidas, de un Señor Tenebroso cada vez más encerrado en su propio mundo, desquiciándose, aislado de los hechos, que quería resolver por medio de ignorarlos. Sólo por el terror lo seguían al final.

Bellatrix no acudió a la batalla final. Solo así fue posible que una bruja de menor poder y destreza como la señora Weasley, aún ayudada por dos brujas jóvenes, pudiera vencer.

No era posible que Bellatrix se descuidara ante eso, máxime sin tener su varita. No era posible que una mujer sin oficio de la magia y mucho menor conocimiento de las Artes Oscuras, pudiera vencer a una mortífaga. ¿Dónde habría quedado el poder del Señor Tenebroso si su discípula más aventajada pudiera ser vencida por una mujer que empleaba más la magia en labores domésticas? Descubrir que la Bellatrix que murió en la última batalla fue un doppelganger tomó un tiempo, pero quedó claro que había cambiado su lealtad hacia ella misma cuando meses después apareció en Hogwarts con 200 mortífagos sobrevivientes.

No fue sorpresa cómo pudieron entrar a Hogwarts. Fue Pansy Parkinson. Deseosa de vengar lo que veía como afrentas a su Casa, para desquitarse de Minerva y demostrar que Gryffindor nunca fue la cuna de los valientes como solía decirse, cuando Bellatrix se presentó ante ella y le habló de sus planes, Parkinson sólo tuvo qué seguir sus instrucciones. Las defensas mágicas de Hogwarts estaban desactivadas y aunque había vigilancia permanente en el exterior, no era difícil habilitar en el castillo, una chimenea para flu.

La entrada de los mortífagos tomó desprevenidos a todos, no sólo porque fue en la madrugada, sino porque creían que los intrusos estaban muertos. Peor fue cuando comprobaron que Bellatrix había lanzado una maldición en torno a Hogwarts que impedía la entrada.

Al día de hoy, un ejército de aurores y padres de familia trataban de entrar al castillo, pero por dentro no se escuchaba un solo ruido y parecía no haber nadie afuera, ya que la visión permanente era del campo solitario.

Snape fue el primero en ser apresado. Bellatrix deseaba ajustar cuentas con él, pero el director de Hogwarts pensó rápido y adujo su propio estar a punto de morir como elemento irrefutable de su inocencia. No fue su culpa que Voldemort hubiera deseado matarlo a traición, ni era su culpa haber despertado meses después y si debió mentir al Ministerio para salvar el pellejo diciendo que era apoyo de Dumbledore, nadie podía reprochárselo. Menos podría reprochárselo la misma Bellatrix, dijo, que se escondió cuando los demás estaban en el ajo. Indudablemente ayudaría a sus compañeros de lucha, aseguró.

Levantados a mitad de la noche y distribuidos en secciones del castillo, se dieron a interrogatorios y ajustes de cuentas. Enviaron a los principales enemigos del Señor Tenebroso a calabozos habilitados en los subterráneos. Snape se apartó a Hermione para divertirse con ella, aseguró, en realidad para tenerla cerca y evitar que la lastimaran tipejos como Greyback. Por los demás no podía interceder, excepto buscarse tiempo para hallar el modo de romper el hechizo de aislamiento.

Pansy, como favorita de Belltrix, la pasaba relativamente en calma entregada a su labor favorita como inquisidora. Fueron Slytherin como Astoria y Zabini quienes aceptaron las invitaciones de presenciar los interrogatorios con caricias.

En su mente oscura, Bellatrix había llegado a formularse la teoría de que, como las emociones alimentan a la magia, los mortífagos podían incrementar su poder si se alimentaban de las emociones de sus víctimas. Concluyó que el dolor no era suficiente y no era lo más poderoso. Lo más poderoso era el placer.

Calabozos de HogwartsWhere stories live. Discover now