Capítulo 2

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Narra Perséfone.

De momento no ha ocurrido nada raro, el camino se seguía fácilmente gracias a una senda que había marcada en el suelo. Tanto Rubí como yo estábamos atentos a cualquier ruido extraño que pudiéramos oír.

Perséfone-No entiendo por qué la gente dice que no se puede entrar.

Llegamos hasta una cascada por la que caía un riachuelo, decidí que lo mejor era descansar allí.
Me bajé del caballo y dejé que fuese a beber agua. Yo me senté en una roca que había cerca. Saqué mi libro de botánica, quería ver si podía encontrar alguna planta medicinal.

Perséfone-Veamos...

Caminé de un lado a otro intentando no alejarme mucho de la cascada. Me sorprendió encontrar una planta que estaba considerada como extinta.

Perséfone-Me la voy a llevar.

La arranqué con cuidado y la guardé en mi mochila. Al levantar la vista me di cuenta de que Rubí estaba debajo de la cascada.

Perséfone-¿Está buena el agua?

Rubí relinchó como gesto de aprobación, miré a mi alrededor en busca de alguien que pudiera aparecer. Al ver que era imposible que alguien me pillara por sorpresa, me desnudé y fui donde estaba Rubí.
Por alguna razón, me sentí observada. Tras unos minutos de "relajación", salí de debajo de la cascada y fui a secarme. Rubí no tenía ese problema sólo tenía que sacudirse y ya estaba medio seco.
Me vestí con la misma ropa de antes, guardé todo lo que había sacado previamente y volví a montarme en mi caballo.

Seguimos por el mismo sendero de antes, el paisaje era muy parecido. Igual nos habíamos perdido.

Perséfone-Estupendo, ¿y ahora cómo volvemos?

De repente Rubí se agitó, no entendía el porqué de su comportamiento. Intenté tranquilizarlo, de lo contrario iba a tirarme al suelo.

Perséfone-Tranquilo Rubí, no pasa nada.

O eso pensaba yo hasta que vi al enorme oso pardo delante de nosotros, intenté sacar una de mis flechas del carcaj pero como Rubí no se quedaba quieto, no pude.
Acabé cayéndome al suelo, mi corcel se marchó a galope. Y por si fuera poco, el oso se estaba acercando cada vez más.
En ese momento me di cuenta de por qué la gente no entraba en el bosque, tenían miedo de los oso o eso creía yo.

Perséfone-¿Es este mi fin?

Intenté alejarme, el oso se percató y aumentó su velocidad. Iba a abalanzarse sobre mí cuando de pronto...Apareció un leopardo de las nieves. Se interpuso entre el oso y yo.

Perséfone-¿Desde cuando habitan leopardos aquí?

Aprovechándome de la situación, me levanté y me dispuse a huir. Desgraciadamente, no sabía por dónde había venido. A pesar de esto, seguí corriendo sin importar si me tropezaba con algún árbol.
Cuando ya no tuve las fuerzas suficientes, paré a descansar.

Observé el cielo, pronto se haría de noche y yo todavía no sabía cómo iba a volver.
Escuché unos pasos sobre la hierba, me giré y vi al leopardo de antes.
Me quedé paralizada. El leopardo comenzó a cambiar de forma hasta convertirse en humano.

Perséfone-Creo que estoy teniendo alucinaciones.

Acto seguido me desmayé.

Continuará...

Caperucita granate (One Piece)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant