La desdicha del mago

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Ambos caballeros vieron a tres sujetos, al que buscaban con la capa negra, a uno de capa verde oscuro y al último de capa gris; estas ocultaban parcialmente sus rostros, dos de ellos esbozando una sonrisa torcida, cargada de sadismo.

El fuego crepitaba entre los edificios dañados, devorando todo a su paso. Las personas corrían de un lado a otro, gritando por ayuda o por los seres que yacían en el lugar. Los tres magos se acercaron a ellos, sin culpa alguna.

-Hoy tenemos visita de las ratas del rey -se inclinó burlona mente. -¿A que debemos el honor?

-¿Cómo se atreven? ¡No deberían dañar a nadie! –Reclamó Yugo –Deberán ser castigados en nombre del...

-Y tu bonito, ¿Nos castigarás? - río el de capa verde, haciendo que Yugo gruñera disgustado -Ni siquiera puedes tocarnos, un simple humano que está al servicio de un líder sanguinario

-¿Que moral pretendes extender sobre nosotros sí han hecho lo mismo? -interrumpió Yuto serio.

-Eso es lo que creen de nosotros -Habló Yuya -Pero la verdad no será revelada a sus ojos - se dio la vuelta junto a los otros dando por finalizada la conversación

-¿Que verdad? ¿Qué son unos asesinos? - ambos siguieron a los magos que en ningún momento se dirigieron a ellos hasta llegar a las llamas que consumían las casas del lugar.

-No son nada divertidos –El de capa gris alzó su mano para lanzar a los caballeros por los aires, cayendo en una de las viviendas. –Nuestro trabajo terminó.

-Estoy entre un montón de aburridos –Se quejó el de capa verde, bajándola. –Se suponía que nos divertiríamos con esos soldaditos, Zarc.

-Lo único que quieres es tomar sus órganos y devorarlos, Yuri –Se quejó el aludido al bajar su capucha para verle. –Al menos Yuya si entiende que es trabajar.

-Esto no es trabajo, es limpieza –Los ojos rojos de Yuya parecían brillar, sin mostrar algo más que su seriedad.

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Yuto levantó a Yugo de los escombros, un poco más y hubiesen muerto. ¿A qué se estaban enfrentando? Eran magos, y ellos unos soldados con órdenes del rey para atraerlos. ¿En qué sano juicio sería lo correcto?

Salieron de los escombros para ver que aún la noche era iluminada por el fuego que consumía los restos de la calle. Los lamentos opacaron el brillo de las estrellas, quienes se perdieron en una bruma de desolación.

No se movieron del lugar. La noche por fin había cedido paso a un nuevo día, aún con los rezagos del desastre anterior. Por medio de un mensajero llamaron a una parte de las tropas, para ayudar con la limpieza del lugar. De alguna forma, sentían estar implicados en el ataque.

Tres casas y un bar era lo reducido a cenizas. Cuerpos carbonizados y el resto que solo se redujo lotes con ceniza caliente.

—¿Crees que es to...?

—capitán, tengo el reporte del incidente —Yuto asintió, esperando sus palabras. —Diez muertos, ningún sobreviviente. Dos mujeres, siete hombres y un niño.

—¿Alguien conocía a las víctimas?

—Una anciana únicamente

—Iré con ella, encárgate del resto —Le indico a Yugo. Este siguió al soldado que lo guio con la anciana.

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Una risa suave se escuchó tras la brisa del viento, como si la llevara en brazos para todos. Uno, dos tres pasos entre la hierba. Uno, dos tres pasos entre el brillo. Pasos danzantes, pasos suaves que mostraron a una jovencita de cabellos fusia, corto hasta los hombros, sujeto por dos coletas a cada lado, de vestido suelto blanco, atado del hombro y en la cintura una enredadera con pequeños frutos rojos. Yuya levantó la mirada, sin moverse de la roca en donde se encontraba recostado.

—Yuzu —pronunció suavemente, la aludida le sonrió.

—Mi señora solicita tu presencia junto al del venenoso

—Tengo nombre —Yuri bufó mientras llegaba con un tazón de madera.

—Reporte de la misión que...

—resuelto, asi de simple —cortó Yuri aburrido.

—iremos, puedes retirarte —Yuya agarró el tazón de madera para beber el contenido. Yuri le vio molesto. Yuzu se inclinó levemente hacia ellos, desapareciendo entre la brisa.

—Increíble, no nos golpeó —ironizó

—Debe ser grave, sabes lo que preocupada que es

—eso dices tú, pero no sabes lo salvaje y bruta que...

—Lo sé —rió Yuya, Yuri bufó de nuevo. —Vamos de una vez

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En la entrada del establo que estaba a dos casas del incidente, se encontraba la anciana junto a otros dos soldados que la escoltaban. Yuto la observó, de cabello blanco amarrado en una coleta enmarañada, de ojos cafés y un vestido desgastado de color crema. Sus botas estaban rotas, utilizaba un bastón para apoyarse, aunque ahora la tenían sentada en un taburete.

—Buen día, señora —saludó Yuto —quiero hacerle unas preguntas

—Es raro ver a un caballero educado en estos días —Rió la anciana sin sentirse nerviosa ante la seriedad de este —Puedes preguntar, jovencito

— ¿Usted conocía a las personas que se encontraban viviendo en esa casa? —Señaló directamente al sitio carbonizado

— ¿Ellos? Eran bandidos, no permanecían mucho tiempo por el pueblo, pero hacían destrozos –

—había dos mujeres con un niño ¿Los conocía?

—Eran las mujeres de dos de ellos, pero no eran personas de fiar, la vez pasada le robaron un par de quesos a mi vecino y casi lo matan a golpes

— ¿Sabe quién pudo haberlos matado?

— ¿Quién más pudo haber sido? Los ángeles de la muerte, ellos son los que dictan sentencia sin que nadie se percate –

— ¿Los que?

—Ellos son los seres más malvados que puede haber sobre la tierra, siempre están al acecho de las almas más putrefactas, repartiendo su castigo divino

— ¿No era una leyenda?

— ¿Acaso el fuego era una ilusión? Jovencito, ellos existen y son peligrosos. Le recomiendo que se aparte y deje todo en paz.

—le agradezco su advertencia. Escóltenla a su casa, luego regresan a ayudar. —Los soldados asintieron, ayudando a la anciana a caminar.

—Si es cierto todo... ¿A que juega el rey?

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Yuya y Yuri aparecieron tras una especie de vórtice que se abrió en pleno lugar. Era un palacio tallado en las rocas, de mármol con ligeros adornos de símbolos extraños, runas que parecían trazar una historia en el lugar. Vieron a varios más, con sus capas ondeando ligeramente.

—Bienvenidos —la voz de una mujer resonó en todo el recinto. Era una mujer esbelta de cabello púrpura, llevaba una venda en los ojos, con leves rastros de quemaduras alrededor. Su cabello estaba amarrado en una larga trenza que caía a un lado de su hombro. Su vestido blanco estaba amarrado con enredaderas y frutos negros y rojos, en sus pies llevaba hojas verdes que simulaban una especie de alas en sus tobillos.

-Maestra Ray –todos se inclinaron ante ella, para regresar a su postura, esperando sus palabras.

 Palabras que cambiarían el tiempo de todos. 

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Un pasado oscuro que amenaza con ser revelado y corromper voluntades. ¿Que es lo que busca el rey? ¿Quienes son ellos en realidad? poco a poco el tiempo revelará los misterios.

Gracias por leer esta historia, espero que la disfruten. 

Chaoo


Magos del InfinitoWhere stories live. Discover now