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Eran pasadas las cinco de la tarde cuando Hoseok brincó dentro de mi oficina, más tenso de lo normal y el pelo recogido y aplanado debajo de una gorra, que para un lugar así, era demasiado informal. De todos modos, lo observé fijamente y con el ceño fruncido dejando ver mi confusión en los segundos que se tomó para apoyarse con los puños en mi escritorio, al parecer, ignorando mi molestia con el acto.

- Es un día muy lindo hoy, ¿no?

El rubio nunca había sido de darle muchas vueltas a las cosas, incluso si las decoraba con un humor agrio y estúpido, no tenía pelos en la lengua para hablar, mucho menos cuando era algo que le molestaba. Y aunque esta era una maldición, así como también una bendición, que me hubiera saludado de manera tan estólida no me pintó para nada bien, porque yo no estaba para juegos.

- ¿Has venido a decirme eso? -intentando no ser muy obvio con mi súbita molestia, le dejé saber que no me había causado gracia que se apareciera de tal manera, interrumpiendo las miles de cavilaciones que tenía en la mente desde esa mañana. Más bien, desde que terminé de hablar con aquella muchacha por teléfono.

- Hemos hablado con la pelirroja -arrastrándome de nuevo a la noción de su presencia, habló, bajo y medio balbuceado, impulsando a mi irritación a aparecer, además de que los pensamientos que seguían rondando por mi cabeza estaban, al parecer, de su lado-. La tal Park Sooyoung.

Decir que no me importaba lo que hubieran hecho era exagerar, más bien, bastaba con verme la cara en aquel momento para saber que no le encontraba razón a porqué se había presentado a avisarme tal cosa cuando yo había dejado en claro que las entrevistas con las empleadas para admitir, no me incumbían a mí.

Por lo tanto, me molesté aún más cuando, aún después de haberme encogido de hombros, el rubio dejó salir un resoplido como si estuviera siendo obligado a continuar con una explicación que era más que requerida, aunque no la quería escuchar.

- Es una mujer complicada, ¿vale? -como si se hubiera quitado una máscara para difuminar sus expresiones con otras, habló rápido e irritado, dejándome saber de antemano que se trataba de una hazaña incomprensible y, quizá, un poco ilógica-. Quiere hablar contigo en persona.

Y ahí estaba.

Estaba seguro que la respuesta de mi parte ya la sabía, porque cuando arrugué el rostro imitando una expresión de desagrado, él no se vio sorprendido, más bien, asintió a su vez, poniéndose de acuerdo con mi revuelta cabeza.

- ¿Para qué? -con toda la confusión y disconformidad que pude poner en evidencia pregunté, haciendo a Hoseok chistar, pero no era por lo que había dicho, sino por lo que estaba por decir.

Así que, poniéndose recto de nuevo cruzándose de brazos, los labios apretados y sin poderme mirar a los ojos de manera estable (aunque esto no era nada nuevo), dijo lo que a mí me pareció una tremenda ridiculez y de lo que no dudé en reírme en voz alta.

- Dice que te puede ayudar a sacar el negocio adelante.

¿Quién se creía?

Me dejé estirar hacia atrás en la silla, donde mi espalda rebotó en el respaldo, pero esto no me importó, porque mi mente estaba enfocada en lo que el menor me decía y el atrevimiento de la desconocida, como si yo no hubiese tenido suficiente rompiéndome la cabeza para que todos estuvieran un papel individual en mí negocio.

- Que hable con Yoongi -ordené, volviendo la mirada a la pila de papeles que aún tenía frente a mí, decidiendo que ya había perdido suficiente tiempo en prestarle atención a tan innecesaria propuesta. Pero Hoseok se burló de esto, riéndose entre dientes.

ALCOHOL | KIM SEOK JIN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora