Etapa IV: La dama de la noche

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Mientras transitaba por las concurridas calles de Florencia, junto al ir y venir de los transeúntes que charlaban despreocupados, el inspector Morelli repasaba, de nuevo, lo ocurrido la noche anterior en la mansión del conde Rinaldi.

Desde el momento en que el inspector supo cuál era el nombre que se correspondía con las iniciales grabadas en las campanas, comprendió el lugar al que debía acudir para encontrar respuestas.

Alejándose del bullicio que reinaba en el centro neurálgico de la ciudad, aligeró el paso para encaminarse por las calles más inhóspitas de Florencia. Fue tras esquivar a un par de borrachos que trataron de cortarle el paso, cuando el inspector reconoció las letras curvadas que conformaban el cartel del burdel: «La signora della notte» (1). Cogió aire antes de atravesar el portón.

Una exuberante mujer, encorsetada en un escotado vestido rojo, le recibió con una sugerente sonrisa.

—Reconocería en cualquier parte el olor de su perfume barato, inspector. —En seguida, identificó a Roxanne—. ¿A qué se debe tan grata visita? —Rodeó con sus brazos el cuello del inspector, hundiendo sus profundos ojos azules en los suyos.

—Se trata de Allegra. —El semblante de Roxanne empalideció al oír su nombre. Le indicó con un gesto de cabeza que la siguiese hasta su dormitorio.

—¿Qué pasa con ella? —El inspector se fijó en las lágrimas que, dispuestas a derramarse de un momento a otro, se agolpaban en los ojos de la mujer. Le mostró la campana grabada que habían extraído esa misma madrugada del estómago del conde.

—¿Lo reconoces? —Roxanne asintió.

—Es una de las campanas que solemos llevar en los sombreros cuando hacemos las calles. Pero esto usted ya lo sabía. ¿Dónde la ha encontrado?

—Es algo complicado. —Morelli trató de suavizar sus palabras—. Dime, Roxanne, ¿qué le ocurrió a Allegra?

—Se lo conté a la policía. Les dije todo lo que vi, ¡y no les importó!

—¿Qué es lo que viste?

Escupió con rabia sus palabras.

—Vi a cuatro hombres. Habían estado rondando a Allegra toda la noche con malos modos. Que seamos prostitutas no les da derecho a tratarnos así, ¿sabe? Allegra les rechazó amablemente, pero ellos no aceptaron un no, y empezaron a ponerse violentos.

Hizo una pausa, esta vez, sin ser capaz de ocultar sus lágrimas.

»Le dieron una paliza, inspector, ¡se la llevaron a rastras, sujetándole de los cabellos! Todas escuchamos sus gritos de socorro. Pero, ¿qué íbamos a hacer?

—¿Conseguiste identificar a alguno de los hombres? —Ella negó.

—Al día siguiente, me pareció reconocer a uno de ellos. Llevaba un ropaje similar, parecía ser alguien importante. Me aproximé discretamente, para observarle mejor. Parecía estar algo alterado, no dejaba de dar vuelta alrededor del burdel. Al final, no encontré motivos para seguirle los pasos, y me fui.

—¿Y después?

El melancólico rostro de Roxanne se tornó sombrío

—No volvimos a verla, inspector. Pero una cosa es segura: Allegra esa noche no consiguió sobrevivir.


1: La dama de la noche


N/A: ¡Espero que estéis disfrutando de este desafío y de esta historia tanto como yo! Es un placer leer vuestros comentarios de apoyo.

Nunca dejaré de daros las gracias.


La dama de la nocheWhere stories live. Discover now