Su actitud fue la misma, imperturbable, lejana al explosivo Aegan habitual. La verdad, que ni siquiera se mostrara agradecido me enojó más. Joder, quise darle un puñetazo. No, una ráfaga de puñetazos como en las caricaturas, pero bien, me repetí que la violencia no resolvería nada de aquel lío, que no lo resolvería, que no...

—Ahora recuérdame en qué momento pedí dicha ayuda —volvió a decir Aegan.

Bueno, a lo mejor la violencia verbal sí...

—Serás mal... —empecé a decir, pero otra voz me interrumpió:

—¡Eh!

Fue Adrik, a tiempo para no dejarme completar el maravilloso insulto que pretendía salir de mi boca como un fantástico coro. Lo pronunció en una clara advertencia para ambos de que nos comportáramos. Yo apreté los labios solo porque entendí que ponerme a echar chispas no me serviría para obtener respuestas. Y sí que necesitaba respuestas...

Adrik se puso en pie y caminó desnudo hasta el centro de la habitación. Encontró su bóxer tirado en el suelo y procedió a ponérselo. Alternó la vista entre Aegan y yo, todavía advirtiéndonos como el único adulto presente en el lugar que estaba monitoreándonos.

—Pero, ¿qué es lo que pasa? —preguntó ya con la tela de la ropa interior tapando su potente herencia familiar—. ¿De cuál mensaje hablan?

Aegan abrió la boca para responderle, pero fui más rápida:

—El que llegó a tu celular, lo vi —le informé y al mismo tiempo le señalé su celular en el suelo.

Bueno, a lo mejor eso de que viera su celular sin su permiso debió ser un tema para hablar, algo tipo: "okey, Jude, no sabía que eras una de esas novias psicópatas que espían los teléfonos", pero Adrik captó la seriedad del momento y la gravedad en mi voz. Totalmente ajeno al tema, hundió las cejas con confusión y se agachó para recoger el móvil.

—Tiene que ser el problema, porque de inmediato Aegan apareció —añadí mientras él desbloqueaba la pantalla—. Te lo envió un tal Henrikd.

Tal vez fue al escuchar el nombre o tal vez fue al ver el mensaje, pero Adrik se quedó inmóvil. Fue muy obvio el instante en que sus músculos se paralizaron, primero mirando la pantalla del teléfono y luego cuando su mirada se alzó directo hacia Aegan. En ese momento no hubo un gesto especifico o delator en ellos, pero la conexión de ambas miradas transmitió algo que se me hizo fácil de reconocer: complicidad, temor, un "mierda" mental.

Verás... soñé con eso. Durante mucho tiempo ansié presenciar el momento en el que los Cash oyeran el nombre de mi hermano salir de mi boca. Cada noche deseaba ver sus reacciones, el miedo reflejado en sus ojos al entender que alguien más sabía la verdad. Pero ahora que eso acababa de suceder... no me sentí de la forma que había esperado. No sentí la satisfacción. No me sentí ganadora. No sentí que los tenía en mi poder. Lo que sentí fue un puñetazo en el estómago que me dejó sin aire. Y entonces entendí que una parte de mí, en algún momento, de una forma inconsciente o tal vez que quise ignorar, tuvo la pequeña esperanza de que Adrik no tuviera idea de nada.

La cruda verdad es que la tenía. Esa mirada fue la completa confirmación de lo delicado que era el tema para ellos, de lo que aquel nombre podía ocasionar en los hermanos, porque ellos sí le habían hecho algo a Henrik. Mis grandes dudas eran: ¿Adrik también estaba involucrado por completo? ¿era solo un testigo? ¿ocultaba la verdad de Aegan? ¿O acaso él...?

Las ideas me aturdieron al punto en el que me sentí algo mareada. Los sucesos se repitieron en mi cabeza y lo que en un momento fue lindo y mágico, ahora se veía como el peor y más grande error de mi vida. Acababa de hacer algo tan íntimo con Adrik, le acababa de exponer mis debilidades, y darme cuenta de que parecía ser tan culpable como Aegan, me dolió, pero al mismo tiempo me enfrió y me endureció como un tempano. Ivy desapareció instantáneamente y mi lado de supervivencia, el único lado que siempre tuve que haber mantenido, volvió con fuerza. Jude.

Perfectos Mentirosos © [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora