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Jungkook pasaba una toalla despreocupadamente por su cabello húmedo, cuando escuchó un chillido que le erizó el alma. Salió corriendo de su habitación para ir a la de invitados. ¿Le había pasado algo a Jimin? Abrió la puerta y recorrió con su mirada la habitación, no encontrandolo, se dirigió al baño desde donde provenía el sonido de la ducha. Entró sin llamar. Lo encontró envuelto en una bata de algodón mirando enfurrañado hacia la tina.

—¿Jimin estás bien? ¿Qué pasa?

—¡No hay agua caliente!—Chillo, dando un pisotón encaprichado. Parecía un cachorro enfadado.

—Solo tienes que girar las llaves, amor.

—¡Ya lo hice y no funciona! ¡Esas llaves están defectuosas!

Jungkook giró las llaves, en lo que al Omega le pareció la cosa más complicada del mundo. Rápidamente la tina se llenó con agua tibia. ¿Porqué todo en esta casa tiene que ser tan complicado? Primero se sorprendió al ver la pequeña habitación, poco iluminada, pero acogedora en la que dormiría. Sus esperanzas de dormir con su alfa se fueron al drenaje con las reglas tan conservadoras de la Sra. Jeon.

Otra decepción fue el cuarto de baño, este era solo una esquina bien distribuida con puerta. ¡No era ni la cuarta parte de su baño en la mansión! Se topaba con cajones y esquinas de muebles cada vez que se movía. Además, el pequeño lavabo no era lo suficientemente grande como para acomodar sus productos de higiene. Y ni hablar de la tina, con esas llaves difíciles de manejar, tan del siglo pasado. En casa, su tina de hidromasaje se llenaba con una relajante ducha que caía sobre él como una lluvia delicada. Y todo controlado por un sistema inteligente que reconocía su voz y tenía programadas sus preferencias. Todo en la mansión era así.

—Listo, ahora puedes tomar tu baño. ¿Algo más su majestad?

Jimin se tiró a sus brazos.

—Si.—Le hizo un puchero.—Sácame de aquí.

Pensando que bromeaba, su alfa lo cargo y lo llevo de vuelta a la habitación, se sentó en la cama con él omega en su regazo.

—¿Tan mal te la estás pasando?

—No puedo ver a tu madre a la cara después del desastre con su lavadora.

—Descuida, alguien vendrá a repararla el lunes.

Por supuesto que no, el lunes la señora Jeon estaría supervisando la instalación de su nuevo centro de lavado. Era lo menos que podía hacer luego del desastre que ocasionó. Pero no le diría nada a Jungkook.

Al ver que el puchero no desaparecía, Jungkook decidió animarlo con besos dulces y lentos. Gimiendo ante los mimos, Jimin se movió sobre su regazo, impregnado al alfa y llenando la habitación de su suave olor a manzanas dulces.

—No, espera... Aquí no...—Jungkook hablaba entre besos.—Minnie...

—Te necesito, Jungkookie.—Había una cosa a la que el alfa no se resistía y eso era el tono meloso de Jimin. Más cuando le dió besitos en el cuello.—Solo una vez, rapidito, ni siquiera tienes que quitarte la ropa...

Jungkook tragó con fuerza, su erección estaba saludando alegremente en sus pantalones, siempre dispuesta para cuando Jimin queria jugar un rato.

—Estamos en la casa de mis padres...—Jungkook lentamente bajo las manos de la cintura de su omega hacia sus llenitas y firmes nalguitas, como quién no quiere la cosa.—No es correcto...

—¿Te preocupa que grite mucho?—Puchereo Jimin.—Me morderé los labios, te lo juro.

—No, Minnie, tu eres muy escandaloso.

—¡Pero, Kookie...!—Rogó. —¡Se te pusieron rojas las orejitas y tú amigo está bien durito y calientito!

La voz cargada de burla de Jung Hyun los interrumpió.

—¿Se te ponen rojas las orejas cuando te excitas, hermanito?

Había una cosa que los demás debian aprender con rapidez y eso era que el lobo de Jungkook se sentía molesto cuando interrumpian su tiempo con Jimin. Con un gruñido posesivo ocultó a su omega de la vista de su hermano, poniéndolo detrás de su gran y tenso cuerpo.

—¿Qué haces entrando en la habitación de Jimin sin tocar?

—Oye, tranquilo.—Jung Hyun elevó sus manos, en señal de paz. —Yo estaba buscándote, no te encontré en tu habitación y al escuchar tu voz aquí, entré para fastidiarte. Te juro que no venía a buscar a Jimin.

—Sal de aquí.—Jungkook gruñó, sin poderse controlar.—O te arrancaré los brazos de un mordisco.

Asustado por su comportamiento, su hermano mayor salió corriendo.

Él nunca fue un tipo celoso o de aquellos que dejaba que su lado animal los controlara. Pero sin poder evitarlo estaba actuando como un macho posesivo. La idea de que su hermano estuviese en la misma habitación que un Jimin en bata y sin nada debajo, liberando su aroma a manzanas, no le gustó. Es más, no le gustaba que a su omega se le acercaran otros alfas. Se sentía estúpidamente amenazado.

—¿Es normal que me guste que gruñas?

—Estoy celoso como un estúpido y enfadado por la interrupción. No es bueno que me toques ahora, Minnie.

—Ahora me gustas más.

Gruñó solo para complacerlo mientras se le dejaba ir encima, Jimin chilló de felicidad. Pero fueron interrumpidos de nuevo. Está vez por Jin, que tocaba la puerta amenazando con tumbarla.

—¡Oye pequeño!—Canturreo.—¡La tía Jeon quiere bajes porque te enseñará a preparar su famosa receta de Gomguk!

Ahora el del gruñido fue Jimin.

—Yo no me llevo bien con tu madre, Jungkook.—Le dió un golpe al ver que se estaba riendo.—¡Es enserio! ¡No nos ponemos de acuerdo en nada! Si permanezco un minuto más bajo su techo nos vamos a enfrentar muy feo. Ya no me pienso dejar.

Jungkook le restó importancia.

—¿Pero de que hablas? ¡Mi madre te adora!

¿Acaso estaba ciego? Lo adoraba tanto que despreciaba sus sugerencias en cuanto a la decoración. Y lo trataba peor que sirvienta poniéndolo a lavar la ropa.

¿Qué más podría pasarle?

Chiquito, Bonito y Caprichoso•|| (Kookmin) Trilogía De Los Herederos KimWhere stories live. Discover now