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—¿Ya estás listo para irnos, Jiminie? Quiero que escuches mi discurso de bienvenida y me digas si está...—Tae se detuvo en seco al encontrar la habitación de su hermano vacía.—¿Minnie?

Lo busco en el baño, en el balcón, salió a preguntarle a las empleadas de servicio si lo vieron, hasta reviso debajo de la cama y no lo encontró. Estaba empezando a preocuparse hasta que vio un sobre reposando en la cama, tenía escrito su nombre con la caligrafía de Jimin.

Querido hermanito:

Si te lo decía en persona era probable que no me dejarás ir, así que tuve que irme a tus espaldas. Pasaré el fin de semana con Jungkook, sus padres viven en una pequeña comunidad rural, sea lo que sea que eso signifique. No le digas nada a nuestro hermano, déjame soñar que puedo tener una vida normal al lado de mi alfa, por última vez.

Después de este fin de semana dejaré de verlo, me alejaré para ya no mentirle más, Jungkook no se lo merece. ¿Podrías inventar algo y cubrirme las espaldas, hermanito?

Te quiere, Jimin.

Tae pego tremendo grito al cielo, como el experto en problemas que era, se imagino todas las formas en la que esto podría salir mal.

—¡Debiste pedir mi ayuda, estupido!—Estaba molestó y preocupado.—¿Y que haré si Namjoon vuelve antes? ¿O si se entera de que no asististe a los eventos en todo el fin de semana?

Arrugo la nota hasta hacerla una bolita y la tiro al suelo.

—Y lo peor...—Observó todas las comodidades de la habitación de su hermano y lo imagino en alguna comunidad en medio del bosque, una de esas en las que las personas vivían casi como salvajes con tal de estar en contacto con su lobo interior.—¿Como diablos vas a sobrevivir en el bosque, Minnie?

* * *

—¿Cuántas maletas trajiste?—Jungkook gruñó mientras acomodaba una de la pesadas maletas de Jimin en el auto, era como la cuarta maleta que metía al baúl.—Solo estaremos fuera un fin de semana.

—Si, lo sé.—Jimin le ayudó metiendo un pequeño bolso de cuero.—Por eso traje equipaje ligero.

La definición de ligero para el omega eran seis maletas, un bolso de cuero, y un botiquín de primeros auxilios.

—Esto no es necesario.—Jungkook estaba dejando el botiquín afuera.—Esto no es una excursión. En el lejano caso de que necesites algo de medicina, mis padres seguramente tienen un botiquín, no viven como salvajes.

Jimin no estaba tan seguro.

Se pasó toda la semana buscando información acerca de las comunidades rurales en internet. Encontró datos interesantes, como que por ejemplo, vivían como una gran manada en territorios extensos, en estos tiempos modernos en donde las personas habían perdido su capacidad de conectarse plenamente con su lobo interior, estás manadas aún eran capaces de transformarse y conservaban las viejas tradiciones de rendirle culto a la luna y las carreras en estado salvaje por el bosque.

Jimin era tan exagerado que medio esperaba que los padres de Jungkook los recibieran en su forma lobuna y le aullaran en bienvenida.

—Voy a llevar mi botiquín de todos modos. Ahí traigo todas mis cosas indispensables, repelente de mosquitos, bloqueador solar, supresores...

Jungkook se rindió.

—Bien, de acuerdo. Ya está. ¿Feliz?—Termino de meter hasta la última de las maletas de Jimin en el auto.

—¿Y tu equipaje?

—Todo lo que necesito está aquí.—Jungkook metió una maleta negra y cerró el baúl.—Ahora si, es hora de irnos.

—¿Solo una maleta? ¿Seguro que no olvidas nada?

—Esteremos fuera dos días, Jimin. Lo que pasa es que tú empacaste más de lo necesario.

Jungkook tomó el rostro del omega entre sus grandes manos y acaricio sus mejillas. Admiró los bellos rasgos de Jimin, los ojos avellana tan pequeños que se cerraban cuando sonreía, esos labios carnosos brillantes que él adoraba morder, y las mejillas regordetas que se teñían de rosa en los momentos de placer. Se sentía orgulloso de presentarle a sus padres a la pareja que el destino le mandó. Sin duda, estarían complacidos al conocerlo y cuando vieran que Jimin era tan hermoso por dentro como por fuera.

—No sabes lo feliz que me has hecho al aceptar acompañarme. Mis padres te van a adorar.

—Estoy bastante nervioso. ¿Y si no les caigo bien?

—Imposible. Te aceptaran al minuto en que se den cuenta de lo mucho que te adoro. —Le dio un beso para tranquilizar su alocado corazón.—Sé que fue duro para ti crecer sin una familia, por eso quiero que te sientas cómodo y aceptado con la mía.

Jimin se sentía terrible por mentirle.

No soy huérfano, Kookie. Mis padres son los dueños del grupo Kim, y tengo dos hermanos. Un alfa sobreprotector y uno omega, que seguramente querrá arrancarme la cabeza por haberme escapado. También me gustaría que los conocieras, pero dudo que eso sea agradable.

Era egoísta y por primera vez en años había encontrado a una persona que no lo veía como una oportunidad para escalar un peldaño social. El amor de Jungkook era honesto y verdadero, nunca podría comprar su ternura y sus besos, o la calidez de sus brazos cuando lo consolaba. 

¿Estaba mal por querer conservarlo?

Se aferraría a Jungkook durante este fin de semana todo el tiempo que pudiera. Y rogaba para que cuando las cosas no pudieran continuar, lo perdonara por mentirle.

—Será mejor que nos pongamos en marcha, son casi ocho horas de camino. —Con un último beso, Jungkook le abrió la puerta y lo ayudó a subir al auto.

Chiquito, Bonito y Caprichoso•|| (Kookmin) Trilogía De Los Herederos KimWhere stories live. Discover now