No dejo de darle vueltas al trato que acabo de hacer con Dante y, así, el sueño acaba atrapándome y me sumerjo en la inconsciencia.

Cuando vuelvo a despertar, el paisaje ha cambiado. El borde de la estrecha carretera está cubierto por abundante vegetación de un color tan verde que parece irreal. A lo lejos, surcando el horizonte, se observan altas montañas. Tomo una bocanada de aire por la sorpresa y me percato de la humedad que flota en el ambiente. Giro mi cabeza hacia la derecha y a través de la ventanilla diviso el mar. Poco después, nos detenemos en un diminuto pueblo. Bajo del coche y no puedo evitar mirar a mi alrededor con asombro. Todo es tan agradable y pintoresco. Inspiro profundamente llenando mis pulmones con el aire libre de contaminación y la esencia salina procedente del mar. Entonces, una punzada de dolor atraviesa mi tórax y me llevo una mano hacia el lugar. Jadeo.

Red, ¿te encuentras bien? —Kane aparece inmediatamente a mi lado.

Su mano se posa sobre mi hombro y mis ojos se elevan para observar su rostro. Su oscura mirada escanea mi rostro con detenimiento y mi corazón tiembla emocionado por su preocupación a pesar del dolor que parece haber despertado atravesando todo mi cuerpo.

— No es nada —niego quitándole importancia con un simple gesto de mi mano —. Tan sólo acabo de recordar que no hace mucho que me estrellé contra el suelo.

Bajo la ropa, mi cuerpo está cubierto de heridas y moratones. Las fracturas se tornan en leves fisuras y, pronto, no serán más que un amargo recuerdo.

Kane presiona sus labios juntos y suspira.

— Tómatelo con calma, ¿quieres?

Asiento mientras enderezo mi espalda y esbozo una sonrisa.

— Me encanta que te preocupes por mí —susurro acercándome más a él y rodeando su cintura con mis brazos.

Kane resopla, pero no se deshace de mi agarre.

— Me gustaría más si no tuviese que hacerlo —responde y mi sonrisa se agranda.

Bruscamente, alguien choca contra nosotros. Kane se lleva la mayor parte del golpe y retrocede sacándome del camino.

— Mira por dónde vas... Imbécil —murmura el hombre de cabello oscuro y nariz respingona tras chocar con nosotros mientras se aleja.

Sobre sus manos carga varias cajas de plástico que lucen pesadas y que desprende un intenso olor a pescado fresco.

— Eso lo deberíamos decir nosotros —respondo incrédula —. ¡Gilipollas!

Él me escucha y sin voltearse eleva su dedo medio en nuestra dirección.

— Pero, será... —doy un paso hacia él, pero Kane me atrapa deteniéndome.

Lo fulmino con la mirada y él simplemente niega con la cabeza. Tiene razón. No merece la pena que gaste mis energías en ese idiota.

¡Thomas! ¡Date prisa, joder! —grita un hombre algo más mayor saliendo de lo que parece una pescadería —. Ese pescado tiene que estar cargado en el camión dentro de veinte minutos.

— ¡Ya, voy! —grita de vuelta el hombre tras las cajas acelerando sus pasos.

Entonces, Jay aparece repentinamente a nuestro lado dando un pequeño salto. Una gruesa chaqueta cubre ahora su torso y lo miro con envidia. Él sonríe y me tiende una para mí y otra para Kane.

— Oh, genial —exclamo poniéndomela rápidamente.

La humedad en el ambiente hace que la sensación térmica parezca mucho más baja de lo que realmente es. Subo la cremallera y me abrazo a mí misma.

— También he conseguido un mapa —añade Jay desdoblando el papel y colocándolo entre nosotros para que podamos verlo —. La mujer de la tienda me ha dicho que estamos aquí —su dedo señala un pequeño punto junto al mar y no puedo evitar que mis ojos retrocedan en busca de la localización de la ciudad donde he pasado toda mi vida. Nos encontramos tan lejos de ella que ni siquiera el papel alcanza a cubrirla —. A partir de aquí podemos dirigirnos hacia las montañas o hacia el interior.

— El interior es demasiado aburrido —comento observando las posibles rutas marcadas en el mapa —. Siempre he querido ver las montañas. ¿Tú qué opinas? —le pregunto a Kane.

Él se encoje de hombros con las manos metidas en el interior de los bolsillos de la chaqueta oscura que Jay le ha dado y que le sienta perfectamente.

— Cualquier sitio está bien —responde sin más.

— ¡Perfecto! —exclamo feliz —. Entonces, pongamos rumbo hacia allí.


Tres días, tres capítulos "O

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tres días, tres capítulos "O.O" Me sorprendo a mi misma JAJAJA. Y os alegrará saber que ya casi tengo preparado el capítulo para el miércoles.

Kane, Jay y Red se encaminan hacia las montañas. ¿Qué les deparará su viaje?

La chica sobre los tejados © #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora