Capítulo 37

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Mi padre, con rostro enrojecido y manos temblorosas por la ira, se encamina hacia mí con la intención de volver a arrebatarme el teléfono y, esta vez, destruirlo. Sin embargo, al escuchar la inconfundible voz de Falcón al otro lado de la línea se detiene.

— Su padre es tan estúpido que ni siquiera sabe lo que se le viene encima...

Mi padre frunce el ceño y la confusión llena su rostro. En la pantalla del teléfono, a pesar de las grietas que la surcan, se ve claramente que se trata de una llamada a tiempo real y no de una grabación que se pueda manipular.

Sus ojos están clavados en el pequeño dispositivo negro que mantengo entre mis dedos como si quisiera desencajar cada una de sus piezas.

— En el puerto, los contenedores cargados con cientos de kilos de cocaína se amontonan. Todos y cada uno de ellos a nombre de Kadjar —su risa teñida de crueldad se eleva entre nosotros y el pecho de mi padre detiene su movimiento como si estuviese conteniendo la respiración. Entonces, niega con su cabeza tratando de rechazar la realidad que está escuchando —. Poco después de la boda, cuando Red por fin me pertenezca... —Falcón prosigue hablando y las náuseas se elevan por mi esófago al escucharlo —... un informante anónimo alertará a la policía de su localización.

— Y, entonces, la Torre Kadjar... caerá —se escucha otra voz algo ronca y dificultosa.

Mi ceño se frunce y mi cabeza gira automáticamente en dirección hacia las grandes puertas del despacho tras las que algo no parece ir bien. Me remuevo incómoda en mi sitio.

Kane tiene que estar bien. Debe estarlo porque no puedo abandonar la habitación en estos momentos, no cuando mi padre está descubriendo la clase de hombre que ha estado a su lado durante todo este tiempo.

Los latidos de mi corazón se intensifican.

Las carcajadas de Falcón hacen que el rostro de mi padre quede petrificado en una extraña expresión. Sus labios se presionan juntos formando una línea recta, las arrugas de su frente se relajan casi desapareciendo por completo y sus ojos se tornan fríos albergando cero emociones.

— Exacto —afirma Falcón y justo después se escucha un profundo carraspeo procedente de Kane. Mi mano libre se torna en un puño apretado conteniendo mi deseo de salir ahí fuera —. El señor Kadjar no tiene ni idea de que está a punto de perder su posesión más preciada, la Torre, y para cuando se dé cuenta de lo que ha pasado ya estará tras las rejas.

El rostro de mi padre continúa inexpresivo mientras escucha atentamente la conversación que está teniendo lugar en el pasillo, no muy lejos de donde nos encontramos.

— ¿Y qué hay de tu gente? —inquiere Kane y el notorio sonido estrangulado de su voz me confirma que algo no va bien.

Doy un paso hacia la puerta, pero mi padre agarra mi muñeca deteniéndome. Sus dedos me mantienen quieta mientras sus ojos no abandonan, ni por un segundo, la pantalla resquebrajada del teléfono en mi mano. En cambio, los míos permanecen clavados en las puertas de madera.

Incapaz de ver lo que ocurre al otro lado, mi preocupación no deja de aumentar.

— No es algo que a un humano le debería importar, pero si quieres saberlo... todos ellos pueden hundirse junto con la Torre si es preciso.

Los dedos de mi padre se aprietan alrededor de mi muñeca y, a pesar de que en su rostro sigue sin haber cambios notables, sus ojos se oscurecen como si unas nubes tormentosas comenzasen a cubrirlos.

Al otro lado de la línea se escucha un fuerte golpe, similar al de una cabeza siendo estrellada contra la pared. Mi respiración se acelera y trato de avanzar hacia la puerta, pero mi padre me lo impide de nuevo.

La chica sobre los tejados © #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora