Capítulo 20

48K 6.6K 995
                                    

— ¿Ahora me espías? —pregunto indignada pues sería estúpido negar la prueba de lo que está diciendo y que mantiene agarrada fuertemente entre sus largos dedos.

— Todavía no he llegado a ese extremo —responde él dándole la vuelta a la Tablet para así poder reiniciar la grabación mientras me mantengo firme e intento aparentar que mi corazón no está latiendo de forma descontrolada en el interior de mi pecho —. No, solo que quería asegurarme de que el agente Kane Velkan salía directamente del edificio y no se desviaba con la intención de generar problemas... —mientras habla sus ojos están clavados en la pantalla que no necesito ver para saber lo que muestra —. Al principio no parecía que estuviese pasando nada relevante. Sólo dos personas compartiendo ascensor, pero entonces... Oh, imagina la cara de idiota que se me ha quedado cuando me he dado cuenta de que realmente os conocéis y habéis actuado frente a mí como si no lo hicieseis —sus ojos abandonan la pantalla y ascienden hasta detenerse en mi rostro. La ira hierve en la profundidad de su tono azulado. Entonces, deja caer el dispositivo sobre la cama como si no pudiese seguir contemplando la grabación. La Tablet queda hacia arriba sobre la colcha y mis ojos son atraídos por las imágenes que continúan reproduciéndose y que en estos momentos muestran a un agente de policía enfurecido aprisionándome contra la pared del ascensor —. ¡No puedo creer que te hayas reído en mi puta cara de esta manera! —estalla Falcón alzando su voz.

— ¿Sabes qué? —pregunto apretando los puños con fuerza a ambos lados de mi cuerpo y dando un paso al frente para enfrentar su ira —. Te lo mereces —escupo con rabia —. No eres más que un cerdo codicioso que cree que puede tenerlo todo.

Una corta carcajada sale de su boca ligeramente abierta. Su estatura elevada, su aspecto trajeado y su pelo negro peinado hacia atrás le dan un aire intimidante frente a mí, pero mantengo mi barbilla alzada sin dejarme vencer por las olas de furia que emite su cuerpo.

— Así que... ¿has traído a un policía a tu propia casa sólo por tu odio hacia mí? —pregunta él acercándose peligrosamente.

Mis ojos se estrechan.

— No me ha hecho falta hacer tan cosa —respondo cruzándome de brazos —. Kane es lo suficientemente listo como para seguir los cabos sueltos que tus actividades ilegales han ido dejando por el camino.

A pesar de que acabo de acusarle de nuevo de lo que él anterior ha negado con fervor, su mente parece haberse centrado solamente en una cosa.

Kane... —murmura él al darse cuenta de la confianza que impregna mi voz al pronunciar el nombre del agente de policía. Su rostro se detiene a pocos centímetros del mío y sus rasgos se contorsionan por la ira que inunda su cuerpo. La tensión se desliza por sus hombros bajo su clara camisa y recorre sus brazos que tiemblan ligeramente —. Parece que lo conoces mejor de lo que pensaba — su voz sale baja y entrecortada debido a la fuerza con la que está apretando sus dientes —. ¿Te estás acostando con él?

La inesperada pregunta me deja perpleja.

— ¿¡Qué!? —exclamo —. ¡No!

De repente, sus manos agarran mis hombros y me empuja contra la pared a pocos pasos tras de mí. El fuerte golpe en mi espalda hace que el aire abandone mis pulmones durante unos breves segundos y mis brazos caen lacios hacia abajo.

— ¡No me mientas! —grita con furia zarandeándome contra la pared. Con cada movimiento, la parte posterior de mi cabeza se golpea generando una ligera sensación de mareo —. ¿Crees que soy estúpido? ¿Crees que puedes reírte de mí?

Y lo siguiente que sé es que sus manos se separan de mis hombros para agarrar ambos extremos de mi bufanda. Tira con fuerza y los hilos de brillante color rojo se aprietan alrededor de mi cuello aprisionando mi garganta. Mis manos se dirigen inmediatamente hacia el lugar. Mis dedos se introducen entre los hilos, tirando para intentar alejarlos de mi piel que arde bajo la lana, pero mis esfuerzos son inútiles pues cada vez la bufanda se cierra más fuertemente a mi alrededor. Abro la boca tratando de conseguir algo de oxígeno, pero la compresión sobre mi tráquea impide que el aire entre provocando una dolorosa sensación de ahogamiento.

La chica sobre los tejados © #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora