00,9

253 35 14
                                    

El reflejo suelto estaba, más su poder aún no despertaba.

Solo bastaba un bastardo interesado, para que la bestia se mostrara de a poco en un lejano y oscuro prado.

— ¡Apaguen las luces!

Las tinieblas no hicieron falta cuando una que otra línea juguetona saltó entre los globos con luces vivas en su interior, llevando consigo suspiros aromáticos e hipnóticos que brotaban y se multiplicaban una vez que estallaban.

Una verdadera fiesta a escondidas, aunque dudaba que los superiores en la Escuela no lo supieran, cuando claramente la mayor parte de reflejos, Driagnas y Dranors estaban en el lugar. Y si no lo sabían, a la mañana siguiente notarían los efectos de las gemas, polvillos y una buena consumida.

Dancin de Aaron Smith colisionó contra el humo dulce que salía de la boca de más de uno, junto al sonido de las copas de plástico sonando contra sí.

A un extremo, un grupo de Driagnas reían, jugando con la energía que contenía su poder, encendiendo y apagando los globos escarchados, untándose de pinturas fluorescentes. En tanto, los Dranor se entretenían con juegos que, al inicio, parecían mundanos, cuando a fin de cuentas eran tan peligrosos como las tinieblas de los reflejos que seguían en silencio, visualizando cada detalle, con tal de saber cómo actuar al percibir que sus acompañantes se habían protegido, evitando que los consumieran.

Una buena jugada, no podía negarlo.

—Nos llevamos bien, ¿no?

No moví ni un centímetro de mi cuerpo, tampoco le di una mirada, porque sabía quién era. Su aroma era una exquisita fragancia humana alterada para Driagnas con tal de tener un aroma, sin dejar en evidencia su verdadera esencia. Lo sabía bien porque yo misma usaba ese hechizo.

—He de admitir que esperaba más acción, algo de drama quizás con una pizca de grititos y consumidas—musité, llevándome una copa llena de agua a los labios. Nada de alcohol para esta chica dulce y respetable. Alcé esta misma hacia Edén, sabiendo que me vigilaba, y le di un vistazo a Dua. Lucía como una ninfa—. Uh, así que esta eres tú...

Ella bajó la cabeza para verse a sí misma, una implacable sonrisa dibujándose en sus ojos.

No cabía dicha más grande, al parecer, para la Driagna, que finalmente mostrarse tal y como era con todos los colores brillantes en esos shorts cortos, ataviando sus muslos bronceados y el top que destellaba ante cada mirada, dejando a la vista unos buenos músculos junto a su escote pronunciado.

Una estrella.

Una que solo aparecía de vez en cuando, entre la confianza, las dudas, y los juzgamientos.

—Supongo que esta noche me sentí lo suficientemente segura—rio, cerrando un poco la chaqueta que llevaba. Bien podía ser un ser sobrenatural, pero el clima seguía en terribles condiciones y eso no les ayudaba, menos cuando Dua solo era casi nueva en la magia como para calentarse a sí misma o su alrededor—. A mis padres no les agrada mucho que use este tipo de...

Capté la señal, el claro mensaje de que Dua a duras penas estaba en esa escuela.

Le entregué una copa con lo que seguramente era vino con destello de gema amatista.

—Nadie más viste así—puntualicé, invitándola a dar un vistazo a todos los seres que nos rodeaban. La paleta de colores no era tan impresionante y creativa como la de Dua, y aunque vestían con estilo, la Driagna destacaba. Solo faltaba un poco de... confianza—. Tú misma diseñas tu ropa, pero ¿cómo vas a mostrar lo que haces, si no lo usas?

DETRÁS DEL REFLEJO [#4]Where stories live. Discover now