QUINCE

4.4K 605 25
                                    

Sentí un tirón fuerte que hizo a más de uno reaccionar bruscamente. Mi madre estaba ahí diciendo: vámonos. Quise tirar de mi brazo, pero solo la seguí. Miré por última vez a Seokjin, nuestra discusión no había acabado, pero a la vez sí. Taehyung, Jimin y Eunmi me miraban a un lado con preocupación mientras claramente mi madre me arrastraba. —No puedo creer que hayas gritado eso aquí, en la corte, Kim Nami. ¿Qué clase de hija eres?

Madre había escuchado todo, lo más probable, así que tiré de mi brazo no mucho después de que dijera eso. —¿A caso no es así?

—¿Qué parte de qué ya estaba declarado muerto no entendías? ¿Querías que tuviera años a tu hermano conectado sabiendo que nunca despertaría? ¿Crees que iba a aguantar, tu padre, todos? No te hagas la víctima, niña.

Las palabras de mi madre eran duras. Sabía que probablemente Namjoon no volviera a despertar, pero todo fue tan rápido. —Mamá no pasó ni un maldito día, no dejaste siquiera ir por otra opinión médica. Te odio por eso.

Le solté con furia. Eso era lo que odiaba. —¿Qué si solo estaba en coma y no en estado vegetativo? Pero no, tú decidiste desconectarlo.

—¿Qué parte de que su estado era muy grave que todos se sorprendían que no haya muerto de inmediato no se entiende? Namjoon por suerte sobrevivió para podernos despedirnos, no lo maté. Y deja de decir eso, me estás haciendo daño también.

Mamá lloraba, pero no podía perdonarla. No así. Papá se acercó ante tal escándalo en pleno pasillo. Me limpié las lágrimas. —Nunca te lo voy a perdonar mamá. Le quitaste las alas sin siquiera dejarlo volar.

Y diciendo eso retrocedí para irme corriendo. Quizá esas palabras eran un daño para alguien más y no me daba cuenta.















Tiré una piedra en la pequeña fuente de aquel parque. Me moría de frío, pero solo había sido media hora desde que había hecho esa llamada. Hacía muchísimo frío ese día. Eran aproximadamente la dos de la tarde y el estómago me rugía. Mi cartera la tenía mi padre, pues nos obligaban a dejar todo en una sala antes de entrar a la corte. Por suerte, un peatón me había prestado su móvil para hacer una llamada a Jungkook para que me viniera a recoger. No tenía dinero para volver y estaba lejos de casa, aunque no quería regresar ahí.

Miré mis pies, los ojos los tenía muy pesados y empezaba a tener sueño, pero no podía hacer más que esperar a que mi superhéroe  viniese. No sé cuánto tomó, pero cuando le vi aparecer, cubierto con un abrigo negro que cubría la mayor parte de su jean y su cuello tortuga de color verde petróleo. Su cabello estaba mojado ligeramente y se veía algo agitado. Le había dado un pequeño resumen de que había huido de la corte tras una "pequeña" discusión con mi madre. Siempre él venía en mi búsqueda ya sea en un parque cercano a casa o cuando me aparecía en su habitación de la nada. Sin embargo, esta vez estaba lejos de casa. 

—Bebé— dijo antes de que me lanzara a sus brazos sin dudarlo. Qué me sostuviera en sus brazos solo me calmaba y reconfortaba.  Las lágrimas tontas quisieron volver a acumularse, pero su abrazo y balanceo me lo querían impedir— Todo estará bien, ¿vale?

Siempre lo decía para calmarme, pero las cosas solían empeorar cada vez conforme al tema de mi madre. Sabía que debía dejar de ser una cabeza dura con ella, que ella también sufría por todo; pero... Era inevitable no tener un ligero rencor que esperaba que se difuminara. —Supongo que viste a los chicos también — comentó, colocando su mentón en mi coronilla. — ellos lo están haciendo bien, aunque no lo creas. La única que aún está algo mal es Eunmi, pero es normal supongo, aún lo ama. — lo apreté más. Eunmi. Debía hablar con ella antes de volver a Gwangju la mañana siguiente. — ¿Nami?

Me alejé ante mi silencio. No lloraba, sorpresivamente. — Estoy bien, creo que desahogué todo con mamá y al venir aquí. — le calmé y tomé su mano. Sus dedos helados parecían muy pálidos, los acaricié lentamente antes de aferrarme a su mano. — Quisiera hablar con Eunmi, pero no tengo cara para verle y pedir disculpas por haberla dejado sola cuando me necesitaba.

—Ella no está enojada, amor— Jungkook empezó— entendía que debías irte, y sí, le molestó que no le dijeras nada, pero te comprende. Jimin la hecho entrar en razón también, todos. No deberías preocuparte de que ella te odie. — sus palabras me calmaban como no tenían idea. Él encontraba las palabras exactas sin tener que rebuscar mucho por ellas. Parecían palabras normales, pero eran precisas y profundas para mí. —¿Quieres ir a dormir a mi casa hoy? Puedo ir por tus cosas a casa y decirle a tu papá.

Jungkook tampoco pasaba ya a mamá, después de que le contara lo que hizo. En sí nadie, pero parecían ahora comprender la razón por la que habían desconectado pronto a Namjoon. Yo aún no podía comprender. Aún así Jungkook seguía sin poder comprender el odio repentino hacia mí, y si es que no existía tal, el por qué se comportaba así conmigo. Asentí, sin embargo agregué. —No traje nada. Todo esta ropa dejé aquí, pero sí necesito algo, Jungkook.

—¿Qué cosa? ¿No necesitarás más para mañana?

Negué. No quería ir a esa casa. Podía inclusive viajar con esta misma ropa de vuelta a Seúl, pero no se lo dije. —Solo quiero la guitarra de Namjoon que está en mi cuarto y mi cartera.

Como si fuera un masaje relajante me sentía aliviada tras la ducha que había tomado en el cuarto de Jungkook. Su madre me había recibido con un fuerte abrazo y algunos elogios que hizo que sonriera. La señora Jeon, de tan solo 40 años, era tan bella y muy amable. Su hijo lucía mucho como ella debía admitir, pues cada vez que veía su rostro sentía que veía el de mi novio.  Salí envuelta en toalla que me había prestado Jungkook, quién se había dirigido a casa por las cosas que pedí, y me senté en la cama. La ropa que me había quitado estaba ahí a un lado, tan monótono, lo doblé y lo dejé en su escritorio para usarlo al día siguiente. Luego volví a la cama y encontré la ropa que Jungkook me prestaría. Consistía solo en una camiseta blanca y un pantalón holgado que tenía cinturón, de lo contrario se caería por todas mis piernas. Me lo coloqué sin tener nada abajo, es decir, sin ropa interior en general. Y amarré mi cabello luego de peinarlo. Sorbí mi nariz, estaba congestionándome. Así que abrí su armario con libertad en búsqueda de una casaca de él. Solía hacer eso casi siempre aunque él terminaba quitándomelas cuando iba a casa e invadía mi armario, también, y al notar la colección se las llevaba. Por suerte aún tenía algunas de sus camisas en Seúl.  Encontré una de color gris y me la coloqué, me quedaba gigante, apesar de ser alta, pero me gustaba de todas maneras. La puerta sonó, así que fui a abrirla. Era la madre de Jungkook

—Ya que no se han visto dos semanas, me pareció bueno traerles algunas chucherías.— La señora Jeon era un amor, pues traía una bolsa llenas de dulces y comida para la tarde noche que nos venía por delante. Le agradecí enormemente. —En la refrigeradora aún hay bebidas, eres bienvenida Nami. Y vuelve seguido ¿Okay?

—Sí, señora Jeon.  Volveré pronto.

Sin mucho más se fue dejándome sola una vez más. Me acerqué de vuelta a la cama de Jeon y me lancé sobre ella, quedando boca abajo. Podía sentir su perfume en las sábanas y parte de su almohada que daba sobre mí rostro. Cerré los ojos.

Quería que todo se acabara ya.

Screaming + myg + jjk ✔️Where stories live. Discover now