Café dulce

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Una potente cascada de recuerdos golpeaban la mente de Hinata al llegar de nuevo a su antigua casa en donde creció y pasó muchas etapas de su vida

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Una potente cascada de recuerdos golpeaban la mente de Hinata al llegar de nuevo a su antigua casa en donde creció y pasó muchas etapas de su vida. Sin duda habían varios cambios en ella, pero en esencia, todo seguía intacto, como el tan característico aroma a desinfectante, el aceite de madera, y los enormes ventanales de la sala.

Quitó la tela blanca que cubría el sofá, observando con paciencia los destellos del polvo que se apreciaban al contacto de la luz de la lámpara y se sentó en el abrazando sus piernas. Aun asimilaba lo que había sucedido hace unas horas. Y aunque Fil intentaba consolarla como podía, su mente viajaba sola en sus pensamientos agobiantes.

Después de llorar y desahogarse de todo aquello que contuvo en lo que había sucedido en el día, omitiendo sus sentimientos por Naruto, no por temor a admitir, sino por el hecho de no lastimar a nadie más, menos a Fil quien le había dejado claro desde hace tiempo su amor por ella, y aunque lo único que hacía era estar a su lado sin esperar nada nada a cambio, no podía dejar de verla como la veía.

La vida de Filippo estuvo llena de pesares que le fueron difícil afrontar. Meses antes de que Hinata llegase a Venecia, había perdido a su madre a causa de una terrible enfermedad hereditaria. Siendo él, el único sustento para ella en su agonía. Su padre había muerto cuando aún era un niño, así que sentía muy solo en ese entonces, por ello la llegada de Hinata a su vida cobijó muchos espacios que atesoraba.

—Ya te irás adaptando a este lugar. Te gustará... Descansa Fil. También espero poder dormir hoy. — Se despedía Hinata con una leve sonrisa, indicándole a Fil la habitación en la que él estaría.

—Intenta hacerlo, ya no le des vueltas al asunto. Nadie va a alejarte de Boruto ¿vale? — Respondía acariciando su mano con la suya.

~

Llegó hasta su antigua habitación en donde todo estaba más que intacto, Hiashi, había dejado cada objeto en su lugar para cuando vuelva.
Limpió un poco y de sentó en el mismo escritorio donde le escribió a Naruto aquella terrible carta de despedida. No había podido dejar de pensar en él y en el mail que supo había leído.

Era realista y no esperaba que Naruto siga sintiendo el mismo amor que antes tenía por ella, seguía consiente de cuanto lo había lastimado al irse sin dar una verdadera explicación; y que a causa de ese dolor, a él le fue más fácil superar. Prueba de ello: su matrimonio con Shion, la mujer que se ajustaba a las expectativas de su padre.

Llamó por últimas vez a Boruto por el móvil para darle las buenas noches, e intento dormir.

~

La luz del sol que entraba en la ventana de la habitación de Naruto, indicaba el inicio de un nuevo día en el que no iría a trabajar

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La luz del sol que entraba en la ventana de la habitación de Naruto, indicaba el inicio de un nuevo día en el que no iría a trabajar. Había hablado con Minato acerca de la situación con Hinata y Boruto, y agradeció que su padre estuviera fuera del país por asuntos de trabajo, al menos de eso modo alargaba lo que sería un discurso de no aceptación y reproches, porque sin duda no tomó la noticia con buen humor.
Con él lejos, por ahora todo se alivianaba. Mientras que Kushina, bastante impactada al principio, pero luego entusiasmada acordó en visitarlo por la tarde para salir juntos a conocer la ciudad al lado de su nieto; ya que en la mañana, Hinata iría hasta allá para desayunar juntos porque Boruto así lo había querido, ver a sus padres a su lado compartiendo la mesa por primera vez en su vida.

Naruto preparó café caliente para empezar. Estaba bastante ansioso así que no tardó en tener todo listo antes de que ella llegara.

Escuchó el leve sonido de la puerta y al abrirla Hinata estaba allí, de pie frente a sus ojos como un sueño.

—Buen día. — Dijo ella dibujando una sutil sonrisa.

—Pasa. —Le indicó. — Boruto aún duerme, anoche nos desvelamos viendo películas, espero no te moleste. Probablemente aún no se despierte.

—De acuerdo, no hay problema alguno; puedes consentirlo todo lo que gustes. No es que necesites mi permiso, solo ...

—Descuida, entiendo. —Volvió a decir él, interrumpiendo a Hinata quien empezaba a divagar nerviosa.

Hinata tomó asiento en el sofá de la sala mientras que Naruto llevaba el café que le había ofrecido.
Veía el líquido humeante caer por la taza, el olor era agradable y verlo servirle con tanta paciencia la llenaba de nostalgia, era una parte de él que se mantenía igual, Naruto seguía siendo el mismo hombre gentil y amable del que ella se había enamorado.

—Gracias. — Dijo luego de darle un sorbo.

Era extraña la forma en la que se trataban ahora, con tanta distancia, cordialidad y formalidad, como si de dos extraños que nunca antes se había conocido se tratase; como si no supieran del otro millones de secretos y debilidades.

—Es un niño increíble. — Continuo Naruto sentado sobre la alfombra al lado de la mesita de la sala, cerca de las piernas de Hinata. — Me ha deslumbrado... nunca pensé en ser padre.

—Es mi culpa el que no hayas estado a su lado desde antes. He dicho ya todo lo que podía para que entiendas mis motivos.

—Ya no te he pedido ninguna explicación Hinata, y por favor, deja ya  de disculparte.

—Vale. — Contestó dando otro sorbo a su café.

Se podía escuchar el espeso silencio que se formó entre ellos. Y aunque había tantas cosas por decirse el uno al otro, nadie se atrevía, además Naruto había dejado claro que no necesitaba eso. Era inútil discutirlo ya.

—Está muy  bueno. — Volvió a decir Hinata. No se sentía incómoda a su lado, pero no pensaba igual de como él se sentiría con ella ahí ahora.

—Y también está dulce como te gusta. — De pronto dijo Naruto mirando sus ojos aperlados cubiertos por espesas pestañas.

—Vaya, me sorprende que lo tengas en cuenta. — Contestó sonriente.

—A mi también me gusta dulce, así que por eso. — Dijo para quitarle importancia.

—¿Recuerdas cuando viajamos a Corea y nos dieron panela en lugar de azúcar con nuestro café?
— Recordó Hinata.

—¡Si! No se endulzaba por nada del mundo ¡Rayos!— Respondió de inmediato, riendo también como si no pasara nada.

—¿Cuantas cucharadas nomas no habremos puesto?

—No quiero pensar, me sentí diabético.

Empezaron a reír sin medir ni pensar consecuencia alguna. Hace años que ella no escuchaba la risa de Naruto en una carcajada, mucho menos verlo bromear y solo ser él mismo con naturalidad.

Hinata dejó de reír cuando se detuvo a escuchar sus pensamientos que la hicieron frenar. Quizás no estaba bien entrar en confianza, ya no...

Buscaba alguna otra cosa que poder decir para cambiar el tema y olvidar lo que acababa de sentir. Pero el mundo dejó de girar cuando Naruto se recostó sobre sus piernas sin decir nada. Apoyó su cabeza en el regazo de Hinata y rodeó ambos brazos en su estrecha cintura, mientras aún todo continuaba en silencio y solo sentía a su corazón latir con fuerza y la sangre a punto de ebullición.

—¿Naruto? — Dijo bajito y tímida con las manos a punto de temblar, si es que ya no lo hacía.

Pasaron varios segundos sin recibir ningún respuesta. Solo lo escuchó sollozar.


Sola en Venecia / NaruHinaWhere stories live. Discover now