En Otra Dimensión (Reescribiendo)

PROLOGO

"Max, cariño, tienes que escucharme con atención...

—Mami, no puedes dejarme.— Decía entre sollozos.

—Max, mírame a los ojos. —El pequeño de ojos negros levantó la vista de sus zapatos y miró a su madre como ella se lo había pedido—. No puedo estar más contigo, pero debes prometerme que serás fuerte.

Max la miró con lágrimas en los ojos, pero trató de aparentar fortaleza delante de su madre en la cama, que padecía una enfermedad rara y se la estaba llevando de su lado. Aparentaba la suficiente fortaleza que un niño de siete años puede mostrar. Pero su corazón estaba lleno de miedo y tristeza.

—Eres especial...— Max ve cómo la voz de su madre se quebró ,  interrumpida por una tos profunda que sacudió su frágil cuerpo  que no la deja proseguir y unos segundos después continúa con una pregunta para él —. ¿Lo sabes?

Ella extendió su mano y Max se acercó más a la camilla del hospital donde su madre había estado ya por lo menos desde hace un mes y la tomó.

—Necesito que nunca olvides lo que te voy a contar— ella vuelve a ser interrumpida por la tos.

—Te estás alterando mucho, Elena— dijo una voz  suave, que hasta el momento solo observaba, desde una esquina del cuarto de hospital—. Es mejor que lo dejes para otro día, cuando estés mejor.

—Nunca voy a mejorar más, mamá, y lo sabes—respondió pausado, una vez podía hablar con normalidad, su voz apenas un susurro entre la quietud del hospital—. Necesito contarle esto porque sé que no tendré otra oportunidad — la mujer agregó con ojos llorosos. Trató de limpiar su cara y prestar atención a su pequeño de siete años el cual la miraba con atención y apretaba en su puño un par de carros rojos que tenía en su mano libre, sin entender bien las palabras de su mamá.

 Los doctores le habían descubierto una enfermedad incurable y le dijeron que no le quedaba más de dos meses de vida. Y tenía que dejar una gran responsabilidad en los hombros de su pequeño a tan corta edad.

—Bien...— Escuchó el niño que respondía su abuela. Desvió su atención por un breve segundo a ella, la cual se sentó  en el sillón gris en una esquina del cuarto de hospital escuchando con atención también las posibles últimas palabras de su hija.

Cuando su madre apretó su pequeña mano, volvió a prestarle atención.  Tomando su mano con firmeza, como si pudiera protegerla de la enfermedad que la consumía.

—Eres especial, no solo porque yo lo digo, eres parte de una leyenda antigua, Max—Él ve cómo ella se detiene para tomar aire. Las palabras de su madre resonaron en el lugar, llenas de un significado que él aún no comprendía completamente. Se preguntaba qué quería decir con "leyenda antigua" y por qué estaba hablando de eso ahora—. Tú junto a una niña, fueron elegidos al nacer, y representan tanto la destrucción o la salvación del universo.

Elena se incorpora un poco más y toma el colgante dorado, que fue entregado al niño desde su nacimiento, el cual se encontraba en el cuello de Max oculto bajo su camiseta gris favorita de dibujos de personajes de Marvel.

—Sabrás que ella está cerca, cuando esto empiece a brillar—señaló ella con la piedra color ámbar en sus manos.

Max miró el colgante con asombro, sintiendo cómo la promesa de su madre se convertía en una carga pesada sobre sus hombros infantiles. Se preguntó qué significaba todo esto y cómo cambiaría su vida a partir de ahora. Pero en ese momento, lo único que podía hacer era aferrarse a la mano de su madre y prometerle que sería fuerte, aunque por dentro se sintiera roto y perdido.