Capítulo 39

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El doctor George saca unos anteojos y se los pone hábilmente. Vuelve a echarle otro vistazo pero más detenidamente a la hoja del resultado.

Pasa su mano por su barba recién afeitada y vuelve a echarnos un vistazo a cada uno de nosotros. Por encima de sus anteojos. Empezando por el señor Hastings que está a la derecha y terminado con mi madre a la izquierda.

¡Joder! ¿Qué espera? La espera me está matando. Lo veo entornando los ojos y frunciendo el ceño. Y parece darse cuenta de mi expresión. Abre la boca como buscando las palabras… ¿adecuadas?

—¿Qué pasa doctor? —Dice Jason insistente.

—Bien, las radiografías salieron bien, no hay ningún hueso roto. La resonancia magnética… —ve la expresión de Jason confundida— que es el estudio de su cerebro… salió bien. No hay daños en el.

Su presión y glucosa están perfectamente bien. Pero…  —Traga saliva con dificultad— su riñón izquierdo sufrió el mayor impacto del golpe. Por lo mismo sufrió una cortada en su abdomen.

—¿Qué? ¿Pero sanará? —Pregunta Lauren con sus manos temblorosas rodeando a Jason.

—No es que sane o no. Es una lesión que puede empeorar o simplemente desaparecer. —Dice y empieza a explicar toda una historia sobre ese tipo de lesiones.

—Sí, sí. Tendrá todos los cuidados necesarios. —Dice Robert. Vaya, luce como un padre preocupado por su hija. Algo raro en él.

—¿Puedo verla? —Pregunto temeroso.

El doctor voltea a ver de reojo a Robert, el cual asiente.

—Pero sólo unos minutos.

—Sí, sí. —Digo emocionado.

[…]

—Recuerda que sólo 5 minutos. —Me dice el doctor en cuanto nos encontramos afuera de la habitación de _______. No le contesto y sólo asiento.

Abro la puerta silenciosamente y me adentro casi de puntillas, cierro la puerta con cuidado y me dirijo hacia su cama. Y la veo, está tal y como la vi hace un rato; dormida, con un aparato que checa su corazón, un suero y con su dulce cara de angelito.

Me hinco a su lado y puedo notar que tiene un vendaje alrededor de su abdomen. Tomo su mano fría y la aprieto cuidadosamente para no lastimarla. Entrelazo sus dedos con los míos y trato de darle calor. La habitación parece un congelador. Su rostro aún tiene raspones al igual que sus brazos y manos.

Acerco mi mano temblorosa a su mejilla y la empiezo a acariciar dulcemente. Me inclino para poder acceder a su rostro y comienzo a besar uno por uno todos sus raspones. Luego de terminar, beso su cabello. El cual huele tan delicioso como ella. Un olor frutal, como a fresa. Acomodo un poco su cabello que esta desaliñado. Y me quedo un momento contemplando su rostro. 

—Muy pronto saldrás de aquí, hermosa. —Digo, aunque sé que no podrá contestarme.

—¿Te cuento algo? —Me siento en la orilla de su cama y tomo nuevamente su mano— Nunca pensé que me enamoraría de alguien de la manera que lo hice contigo. Desde el momento que me senté a tu lado en ese avión y tú dormías, sentí algo especial. Cuando despertaste y vi tus lindos ojos, fue como si me hechizaran —Sonrío con melancolía— No sabes lo agradecido que estoy con la vida de haberte conocido.—Termino de decir y mis lágrimas están a punto de salir.

Daría todo por ti [Justin Bieber y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora