Capítulo noveno (segunda parte).

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El enorme caserón que coronaba el final del camino era tan hermoso que a Jimin se le hizo difícil disimular su embelesamiento al bajar del auto.

–Jungkook... ¿qué es este lugar?

–¿Te gusta?

–Es hermoso... mira éste parque... y la casa es gigante... –Jimin avanzaba con lenta admiración, deteniéndose bajo algún árbol, observando la mansión, fascinado. Jungkook lo seguía de cerca, con las manos en los bolsillos, su mirada llena de amor–. ¿De quién es todo esto?

–Tuyo. Si lo deseas.

La cara de Jimin fue, de pronto, un himno al estupor.

–Estás bromeando...

–Puedo comprarla –admitió Jungkook, encogiéndose de hombros–. Puedo comprarte lo que quieras. Pídeme el mundo entero y te lo daré –aseguró tomándolo por la cintura, atrayéndolo hacia él.

–No necesito el mundo entero, ¡me conformo con ésta parte de él! –exclamó Jimin, entusiasmado, mirando a su alrededor como si nada fuera real.

–Pues que bueno, porque no tenía tanto dinero...

Ambos rieron, abrazados, Jimin tan exaltado que trepó sobre Jungkook, abrazándole la cintura con las piernas

–Te amo, te amo, te amo –repetía besándolo una y otra vez.

–¿Estarás feliz ahora?

–No...

–¿No?

–No hasta que entremos y me tomes en la habitación más bella de esta casa.

–Tal vez tenga muchas habitaciones bellas...

–Entonces... creo que es tiempo para ti de demostrar qué tanta energía te dan esos cereales que desayunas...

~ * ~

Era una casa demasiado grande para ellos, había que admitirlo, pero eso no impidió que la convirtieran en un cálido hogar. Cumpliendo con su palabra de honor, estrenaron todas y cada una de las habitaciones con largas y deliciosas sesiones amorosas, que más tarde dieron lugar a códigos privados tales como “quiero repetir el cuarto azul luego de la cena”, “es tiempo para ti de mostrarme qué tan bien haces la cocina”, “me han dado ganas de el baño del segundo piso”, o “es un día hermoso, hagamos un jardín, my love...”.

Mientras Jungkook entrenaba sin respiro, Jimin, sin otra cosa que hacer, pudo dar rienda suelta a su imaginación artística, y respaldado por el generoso presupuesto que habían destinado a la casa, realizó un trabajo magnífico de diseño que luego carpinteros y decoradores profesionales dieron vida por él. Llenaron la casa de libros y música, de flores y hermosos muebles. Había salas enteras destinadas al puro ocio, con mesas de pool, gigantescos y mullidos sillones, barras de bebidas y hasta una pequeña sala de cine. Incluso, en un área cerrada de la planta baja, habían hecho construir una espectacular pileta climatizada desde donde era un placer contemplar la nieve caer contra los gigantescos ventanales mientras se disfrutaba un tibio baño, y por qué no, algún otro tipo de actividad más ardiente... El jardín delantero se convirtió en un parque con bancos de piedra y un gran sillón mecedor hecho de troncos, en donde solían sentarse a recordar los plácidos momentos vividos en el sur. Jungkook compró seis perros y Jimin adoptó un pequeño gato siamés, que se resignó a vivir confinado en las habitaciones más alejadas cuando el rubio se encontraba en la casa.

Tenía una mansión de ensueño y un novio envidiado por media ciudad, tres autos en su cochera y una moto que dejaba sin habla al más experto, y sin embargo... Jimin no parecía satisfecho. Al poco tiempo de concluir la decoración de la gran casa, cuando se encontró solo y sin nada que hacer en ella, su humor volvió a ser bastante irascible. Agregado a esto, Jungkook había comenzado su ronda de campeonatos y la atención, tanto de la prensa deportiva como de sus fans, había vuelto a caer sobre él, acosándolo cuando recorría las calles de la ciudad, retrazándolo luego de cada entrenamiento.

Sangre sobre el hielo ✧; KookMin.Where stories live. Discover now