CAPÍTULO 6 "UN NUEVO COMPAÑERO"

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—Solo quiero que te quede clara una cosa. —René se acercó a Carlos tomándolo de forma nada amable por el cuello de la camisa. Prácticamente lo había levantado del asiento en el que estaba tumbado, dejando sus rostros frente a frente. Su mirada era desafiante y llena de ira—. Esta mierda que hay entre tú y yo, sea lo que sea, va a terminar cuando a mí me dé la puta gana, Carlos. No cuando tú lo decidas.

René terminó por lanzar a Carlos contra su asiento, y había estado a muy poco de tumbarlo en el piso, por la fuerza de su empuje. Lino se había levantado de su asiento, apretando los puños. Santiago lo había detenido, tomándolo por la muñeca. Ambos vieron a René abandonando el lugar de la fiesta, antes de que Lino pudiera echársele encima para reclamarle por tratar de esa manera a su amigo.

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Lino y Carlos se la habían pasado prácticamente todo el camino de regreso a los dormitorios del instituto, discutiendo por el mismo tema. A Lino lo molestaba demasiado la enorme capacidad que tenía su amigo de meterse siempre en los peores líos. Sobre todo, cuando estaba borracho.

—Sabes perfectamente bien que ese tal René ni siquiera te interesa. —Lino seguía repitiéndole lo mismo, y aquello molestaba a Carlos, más aún porque sabía que su amigo tenía razón.

—¡Vete a la mierda, Lino! No necesito que me digas qué es lo que tengo que hacer. Ya sabes que odio que lo hagas.

—¡Entonces deja de hacer estupideces! Eres realmente imbécil, Carlos. Eso es lo que eres.

—¡Siempre he hecho lo que quiero!

—¡Pues esta vez te estás equivocando! Ese tal René es un idiota y no te conviene. ¡Lo sabes bien!

—Deja de estarme jodiendo, Lino. Preocúpate por tus cosas y a mí déjame en paz.

Carlos se giró para entrar de una vez en la habitación, antes de volver a escuchar a su amigo hablar. Aquello lo hizo frenarse de golpe y aun entre su borrachera, lo que Lino le dijo le golpeó el rostro como un certero guantazo de realidad.

—Te tiene jodido... sea quien sea el tipo al que estés intentando olvidar mientras te follas a ese tal René, te ha jodido de verdad. ¿Pero sabes una cosa? Esa mierda de un clavo saca a otro clavo nunca ha funcionado.

Después de eso, Carlos escuchó un "buenas noches" dicho de mala gana y vio a su amigo caminar por el pasillo, alejándose. Mentiría si no reconociera que lo había dejado con un montón de dudas.

—El tipo al que estás intentando olvidar —repitió para sí mismo, en voz baja. Bufó con molestia, porque él no estaba intentando olvidar a nadie. Él estaba muy seguro de que no había nadie que le interesara a ese nivel. Nadie se había metido tanto en su mente. Nadie ocupaba sus malditos pensamientos... Ni siquiera el hijo de puta compañero de habitación que tenía.

Cuando abrió la puerta y entró en la habitación, se encontró de frente con el único culpable de todo su desasosiego. Se dio cuenta de inmediato que sí había alguien que ocupaba todos sus pensamientos.

¿Qué era lo que ese chico le estaba haciendo? ¿Por qué había aparecido solo para confundirlo de esa manera? El primer día que se habían conocido, Gabriel se había comportado como un cabrón, diciéndole a Carlos que no debía acercarse a él, que sabía que era un maricón de mierda y comportándose como un maldito macho homofóbico. ¿Y qué había hecho justo después? Le había dado el mejor maldito orgasmo de su vida, usando únicamente sus manos. ¿Qué tan jodido era eso? ¿Qué demonios le sucedía? ¿Qué clase de juego enfermo era el que había en su mente?

Y lo peor de todo era, que, aunque una gran parte de Carlos seguía sintiendo que odiaba a Gabriel con todo su ser por ser tan cabrón y confuso, había otra parte en su mente que deseaba besarlo con todas sus fuerzas. Hasta quedarse sin aliento. Hasta que sus piernas no pudieran sostenerlo.

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