CAPÍTULO 2 "BOFETADAS, GOLPES Y MENTIRAS"

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¿Acaso era posible que hubiese sido capaz de terminar metido en un lío como ese? Gabriel parecía estar girando en un bucle interminable, donde lo único que su cabeza repetía, eran aquellas palabras con esa voz altanera y odiosa que sentía que ya no podía soportar más.

"Solo espero que lo hayas disfrutado tanto como yo"

Pasó la mano por su rostro y ahogó un gruñido, apretando las manos en puños. Si algo tenía seguro, era que ese chico iba a intentar hacerle la vida miserable desde ese momento. La idea de que alguien más lo hubiese visto en las duchas, rondaba por su cabeza. Por una parte, intentaba convencerse de que no le importaba lo que los demás dijeran... Saber que ese tipo repulsivo, tenía la manera de joderlo y humillarlo... Eso por supuesto que sí importaba.

Aquella noche, obviamente, no había podido dormir y a primera hora esa mañana, había despertado con ganas de salir corriendo de la habitación, como huyendo de la peste. Se había hecho el dormido cuando Carlos había pronunciado aquellas palabras que todavía le taladraban el cerebro, pero pensar en verlo nuevamente a los ojos, le resultaba un poquito... No, simplemente no le apetecía.

El hijo de puta estaba durmiendo tan plácidamente cuando él salió de su cama, que Gabriel pasó un buen rato mirando su propia almohada, analizando que tan factible sería asfixiarlo y fingir demencia después. Sonrió sin ganas para sí mismo, porque eso era lo que estaba sucediendo. Se estaba volviendo demente. Había pasado un solo día con ese tipo y ya estaba pensando en asesinarlo. ¿Qué tanto iba a poder aguantar? Como no tenía ganas de averiguarlo, se apresuró a rebuscar en su maleta. Sacó ropa, unos cuantos artículos personales y avanzó decidido hasta la puerta.

Algo lo hizo regresar.

Dio la vuelta sobre sus pasos y se plantó muy silenciosamente enfrente de esa litera, donde aquel muchacho dormía tan tranquilo, como si tuviese la cura a todos los males del mundo.

Algo más había estado jodiendo la mente de Gabriel aquella noche y él se enojó tanto, que ni siquiera se detuvo a buscar una explicación, porque no la quería.

Carlos tenía la boca medio abierta, un pequeño hilo de baba escurría desde la comisura derecha de sus labios. ¿Estaba sonriendo? Gabriel maldijo en voz baja. Aquel chico se las arreglaba para parecer petulante incluso cuando estaba dormido y babeado. ¿Por qué se veía tan tranquilo cuando Gabriel estaba tan molesto?

El chico se movió de pronto y la manta café que lo había estado cubriendo hasta el cuello, se deslizó por su cuerpo hasta dejar al descubierto su pecho. Estaba sin camiseta.

Un recuerdo tan nítido como una película ante sus ojos, sacudió a Gabriel como una fuerte descarga. El cuerpo completamente desnudo de aquel muchacho, lleno de gotitas del agua de la ducha. Sus ojos cerrados, su mano rodeando firmemente su...

Carlos se movió nuevamente y Gabriel dio un pequeño brinco por el susto. Era repugnante, ¿por qué su mente se empeñaba en no dejarlo olvidar? Decidió que no iba a pensar más, no era importante de todas formas. Ese chico no iba a meterse en sus pensamientos más de lo que ya se había metido antes, mientras Gabriel escuchaba a Anna hablando de lo maravilloso que era, algunos meses atrás. Se giró nuevamente y salió de la habitación sin volverlo a mirar.

✬✬✬✬✬

Cuando Carlos despertó eran las ocho de la mañana, tenía clase hasta las once, así que no se preocupó. Volteó a su lado y se dio cuenta de que Gabriel ya no estaba en la habitación. Sonrió cínicamente y se puso de pie. Sabía que Gabriel se largaría antes de ser capaz de darle la cara. Los tipos como él eran así. Se sentían muy machos, pero sin la valentía suficiente para enfrentarse con alguien a quien consideraban inferior. Carlos no era inferior, eso tendría que haberle quedado claro ya.

MACHOS ALFAWhere stories live. Discover now