CAPÍTULO 8 "UN GIRO INESPERADO EN LA DIRECCIÓN CORRECTA"

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Gabriel llevaba al menos media hora con la vista clavada en la pared casi sin parpadear. Se encontraba sentado en el piso, a un lado de la puerta de su habitación, la que compartía con Santiago, quien seguramente se encontraría roncando en ese preciso momento. Eran las cuatro de la mañana y Gabriel no tenía intenciones de moverse de donde estaba.

Los recuerdos se repetían una y otra vez en su mente. ¿De verdad aquello había sucedido? A no ser porque prácticamente podía sentir aún el tacto de Carlos en su piel, empezaría a pensar que aquello había sido solamente un sueño.

Tenía clavada en la mente aquella última mirada que Carlos le había dedicado antes de irse, luego de separarse de él y vestirse a tropezones con su misma ropa mojada y con el cuerpo aún húmedo por el agua de la ducha. No había dicho absolutamente nada al marcharse y Gabriel lo entendía, él tampoco dijo nada. ¿Qué podía decir que resultara coherente en una situación como esa?

Se sentía realmente tonto de estarse agobiando por aquello que a final de cuentas había sido solo sexo, ¿no? Pero le parecía increíble que de verdad hubiese sucedido. Un par de meses atrás quizá le hubiera tumbado unos cuantos dientes a quien se atreviera a insinuar que él terminaría follando con un hombre. ¿Por qué habría alguien de insinuar una cosa tan absurda? Y como siempre, después de haber hecho algo por impulso, le habían llegado los remordimientos y la culpa.

Estaba a punto de levantarse del piso y dejar de lamentarse, pues a fin de cuentas ya no podía dar marcha atrás, cuando la puerta de la habitación se abrió de golpe. Lo único que pudo sentir fue como se iba de espaldas, estrellando la cabeza contra el piso. No con demasiada fuerza, afortunadamente. Santiago lo observaba desde arriba con rostro desconcertado.

—¿Qué se supone que haces en el piso? —Gabriel casi sentía que era su madre quien lo estaba regañando por estar tumbado en el suelo. Así era Santiago, como la madre abnegada que se preocupaba por todo y que esperaba despierta a que sus hijos regresaran de la fiesta para poder reprenderlos y después dormir en paz.

Al parecer ellos ya habían llegado a ese nivel de amistad. Gabriel ni siquiera sabía en qué momento había pasado eso.

Santiago se apresuró a ayudarlo a levantarse y una vez estuvo de pie frente a él, lo recorrió de arriba abajo con la mirada, como analizándolo de forma silenciosa. Gabriel ya estaba preparado para la lluvia de preguntas que venían detrás de la ceja arqueada de su compañero de habitación.

Aún tenía el cabello húmedo y completamente hecho un desastre. Su ropa tampoco estaba seca. Se había cambiado a la carrera sin tomarse la molestia de pasarse al menos, una toalla por el cuerpo.

No mencionó ni una sola palabra y fue Santiago quien tuvo que volver a hablar.

—¿Piensas decir algo en algún momento? —Gabriel se giró por fin a mirarlo. Podía ver en él, esa expresión que ya creía conocer. Como analizando cada uno de sus movimientos.

Tenía que reconocer que le caía bien, en las semanas que tenía de compartir habitación con él, se había dado cuenta de que era una buena persona. Incluso podía decirse que confiaba en él. Aun así y aunque se moría por gritarle a alguien lo que había sucedido, al menos para desahogarse, no podía hacerlo. No todavía. Mucho menos tratándose de Santiago. Después de todo era uno de los mejores amigos de Carlos.

—No tengo nada que decir. —Fue lo único que contestó. Se sacó la camiseta mojada para cambiarla por otra. La mandíbula de Santiago casi cae hasta el piso y no precisamente por el buen físico de Gabriel. Montones de veces lo había visto sin camiseta. Esta vez, sin embargo, había una pequeña diferencia en ese cuerpo... o muchas.

—¡Me estás jodiendo! —Santiago luchó por reprimir una carcajada mientras miraba el torso de Gabriel con cara de no poder creérselo.

El muchacho entendió hasta que bajó la mirada y descubrió lo que estaba llamando la atención se su compañero. Sintió que se le iba a caer la cara de vergüenza.

MACHOS ALFADonde viven las historias. Descúbrelo ahora