Capítulo 11

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-Una cita, Lara, ¡es una cita! –Tengo que alejar el teléfono de mi oído para que Lily no me deje sorda – ¡Trevor no sale a citas!

-Lo sé –digo después de darme cuenta que estaba asintiendo a la nada.

-¿Ya sabes que ponerte? –Frunzo el ceño –voy por ti. En media hora –y con eso cuelga.

Sabía que esto iba a ocurrir. Lily siempre soñó con que yo tenga una cita y ella me iba a arreglar para quedar mejor que Afrodita, siempre le decía que ese día no iba a llegar y bueno… llego.

Nunca se dice de esta agua no beberé, buen dicho, muy buen dicho.

Le envié un mensaje a mamá diciendo que ya llegue a casa, que vine con “mi amigo” y también use un “posdata” tengo una cita con él. Lo que me sorprendió fue un rápido mensaje de respuesta en el cual decía con mayúsculas: ¡YA ERA TIEMPO!, solo reí ante eso. También, en ese mensaje, traía un “posdata” en la cual me decía que iba a llegar temprano y que me traería un vestido. Sabía que no tenía que protestar o tratar de quitarle esa idea a mamá, así que no lo hice.

Muy en el fondo sentía felicidad e incluso nervios de salir con Trevor. Estaba más que claro que él iba a ser mi primera cita, ¡él fue mi primer beso de verdad!

Me dirijo a la cocina, mi estómago ruge por algo de comida. Abro el refrigerador y encuentro vegetal, un yogurt, huevos y tres cajas de leche. Necesitamos ir de nuevo al supermercado. Abro la parte superior del refrigerador y me encuentro con latas de atún, filetes de pollo apanados y camarones. Cierro frustrada el refrigerador y voy hacia las alacenas. Abro la primera y encuentro muchos cereales, bufo molesta, abro la siguiente y encuentra solo polvos para condimentar la comida, abro la siguiente y me encuentro con platos y vasos. Resignada, regreso a la primera alacena, la abro y tomo un cereal, leo los ingredientes y veo que tiene granola, pasas, nueces, maní confitado y un montón de cosas más que, según la caja, va a dar un cambio radical a mi digestión, sonrió de lado, voy a la tercera alacena, saco un plato, tomo una cuchara y mi almuerzo va a ser un desayuno de granola, pasas, nueces y muchos cereales más. Creo que por eso soy muy delgada.

El timbre suena cuando estoy a punto de meter una cucharada del famoso cereal. Bufo realmente molesta. El timbre vuelve a sonar, esta vez más fuerte. Suelto la cuchara en el plato, me levanto y el timbre y, esta vez, golpes en la puerta, hacen que quiera darle una gran patada en el cráneo a la persona que esté haciendo eso. Estoy segura de que la puerta se va a caer por la fuerza de los golpes.

-¡Mierda ya voy! –grito y los golpes son más fuertes aun.

Llego al fin a la puerta y la abro. En menos de un minuto estoy en el suelo con Trevor y una no muy bonita arma a mi lado. Mi corazón da un salto. ¿Qué cojones pasa?

Trevor toma mis mejillas entres sus manos, él está agitado y según su tacto, también sé que está temblando.

-¿Qué esta… –pero me interrumpe con un abrazo.

-¿Estas bien? –me pregunta tocando mis brazos, su mirada pasa por mi cara, escaneándome, analizándome. Mi mirada está en la jodida pistola que tiene en su mano.

¿Va a matarme?

Tan solo pensarlo hace que la bilis pase por mi garganta a punto de salir.

-Trevor, ¿Qué haces aquí? –me doy cuenta que estoy temblando. ¡Ni siquiera nos hemos levantado del suelo! Dios, esto no es bueno, no es nada bueno.

-Lara, yo… –pero un ruido, mejor dicho disparos, paran su explicación. Trevor hace que me ponga boca abajo y me comience a arrastrarme hasta quedar detrás del sofá. Siento mi corazón latir a mil por segundo. Mierda.

HAZME PECARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora