La alarma comenzó a sonar, sacándolo de su sueño, lugar donde únicamente era feliz y llevaba la vida que siempre había querido. Pesadamente se levantó de la cama dirigiéndose aún algo dormido hasta la ducha para poder despejarse mejor.
Ese día comenzaba con su trabajo y poco quería hacerlo, ¿por qué? Bueno porque simplemente tenía que cruzarse con su padre, persona a la que menos quería ver en aquel momento.
Una vez cambiado debidamente, bajó las escaleras y se encontró con su madre preparando el desayuno.
-Hola- le dijo ya que la mujer se encontraba de espaldas.
-¡Oh!- exclamó sorprendida mientras se giraba a ver a su hijo- Hola cariño… Estoy preparando en desayuno… tu siéntate que ya está listo en solo segundos- le dijo con una sonrisa mientras que él se sentaba en la mesa de la cocina a esperar su desayuno con cara de sueño, ya que la ducha no le había servido para mucho.
Cuando terminó de desayunar, lavó lo que habían usado y tambien lo de su madre, para que así ella se pudiera ir tranquila a su trabajo de medio tiempo, ya que cómo había dejado su empleo en la comisaría, había decidido ser voluntaria en el hospital hasta el mediodía y así distraerse un poco de todo.
-Nos vemos a la noche cariño- le dijo su madre dándole un cariñoso beso en una de sus mejillas mientras él se despedía de la misma forma.
-Nos vemos mamá- le dijo con una sonrisa cuando se separó de ella y se dirigió hacia el coche que se había comprado para poder ir a trabajar y no tener que hacerlo en ómnibus o taxi.
Arrancó y se fue lentamente hasta el lugar, donde aparcó su coche donde encontró un lugar y se dirigió dentro del edificio.
-¿En qué puedo ayudarlo?- le preguntó una mujer detrás de un escritorio con una sonrisa divertida por el rostro de perdido que tenía.
-Busco las oficinas de crímenes- le contestó él mientras se dirigía hacia ella.
-¿Para qué…?
-No te preocupes Daniela, yo me ocupo del capullo- le interrumpió su padre tomándolo del cuello y obligándolo a caminar hacia el elevador que acababa de llegar.
Ambos subieron sin dirigirse la palabra, hasta que llegaron a destino.
-¿Cómo te ha ido?- le preguntó su padre mientras comenzaba a caminar hacia su oficina y saludaba a algunos de sus compañeros.
-Bien. Estoy viviendo con mamá ahora hasta que consiga un piso donde quedarme.
-Si quieres tengo un amigo que alquila un piso. Puedo hacer que te haga precio por él.
-No es necesario papá. Ahora soy independiente y con lo que ganaré seré capaz de comprarme un pequeño departamento o alquilar algo pequeño.
-Como quieras solo quería ser amable- le dijo encogiéndose de hombros.
Ambos ingresaron a su oficina y su padre le hizo seña para que se sentara en la silla que se encontraba frente a la de él.
Nath se sentó y esperó a que su padre se acomodara.
-¿Y?- le preguntó al ver que su padre no hacía nada y solo se quedaba mirándolo.
-Tu equipo ha salido hace un rato a ver un crimen que pasó en la parte norte de la ciudad como de costumbre. Te recomendaría que te quedaras aquí hasta que vuelvan y puedas presentarte debidamente.
-¿Y por qué no puedo ir a ayudarlos? Ya estoy trabajando ahora.
-Porque molestarás allí. Por ahora solo te diré como se divide tu grupo- le dijo sacando varias carpetas- Tu grupo está formado por cuatro personas. Clementine Frech- comenzó y le entregó una de las carpetas- Es la más lista del grupo y es la jefa, así que todo lo que quieras decir o hacer, se lo debes de pedir a ella, quien luego me da a mí un reporte sobre todo lo que hacen o no. No intentes engañarla, porque se dará cuenta y el unico perjudicado serás tú.