XII. La salida secreta

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Un par de días más tarde

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Un par de días más tarde. Abrí los ojos al despertarme a causa de unos ruidos provenientes de fuera de la habitación, pero los cerré de golpe al darme de bruces con la claridad. Parecía que mis pupilas se habían vuelto más sensibles a la luz solar, algo a lo que sin duda ya me había acostumbrado en la Tierra, porque no estaba acostumbrada a quedarme ciega durante unos instantes.

Pensé de nuevo en mi familia y una punzada atizó mi estómago, o más bien mi corazón. Aun no terminaba de creerme que existieran otras preocupaciones en la vida que me distraían y me impedían pensar en lo que realmente me importaba: regresar a su lado. Zyan se había colado en mi mente y me hacía dudar, quería esperar un poco más para poder ayudarle.

Decidí levantarme para ver qué pasaba y preguntar a Zyan si podría acompañarme a investigar fuera. Quedándome en su casa no conseguiría nada, solo satisfacer mis necesidades biológicas. En cambio fuera igual encontrábamos algo más, como otro portal o el mismo por el que había viajado yo.

Aturdida por levantarme de forma tan repentina, me apoyé contra una pared y exhalé unas respiraciones rápidas, cerrando con fuerza los ojos para evitar marearme. Una vez todo había pasado caminé por el pasillo, donde Zyan iba y venía con paso acelerado, sin percatarse de mi presencia.

—¿Se puede saber qué pasa?

—Prepárate —me ordenó Myah pasando por mi lado para dirigirse a la cocina—. Te haré algo de comer pero debes apurarte. En breve te marcharás con Zyan.

—¿Marcharme? ¿Prepararme? ¿A dónde?

—Haces muchas preguntas —gruñó ella alejándose.

Consciente de que no tenía mucho que preparar pues no contaba con que un portal me absorbiera y me llevara a otro mundo, así que carecía de una maleta con ropa y objetos personales —aunque en la Tierra solo contaba con telas sencillas y el uniforme de buscadora—, opté por ir hasta la cocina y esperar a que Myah me alimentara y pudiera responder a mis preguntas. Zyan seguía yendo y viniendo de un lado para otro sin ni siquiera pararse a saludarme, así que intuí que no me explicaría nada.

Ignoré el chirrido de la silla al arrastrarla en el suelo y me senté mientras observaba como preparaba todo. Meneé la pierna con impaciencia al palpar el nerviosismo que fluía por la casa y repetí las preguntas esperando que fueran contestadas.

—¿Por qué tengo que prepararme? ¿A dónde nos vamos? ¿Y por qué tú no?

—Haces muchas preguntas —resopló ella entornando sus ojos.

—Y tú das muy pocas respuestas —contraataqué.

Me sobresalté al escuchar el sonido del bote chocando contra la mesa, parecía que lo había colocado con fuerza, dejando soltar su rabia contenida. ¿Qué había sido de la mujer seria e impasible del principio?

—Hay problemas. El gobierno está realizando una búsqueda en todas las casas y si vienen aquí y te encuentran, todos —chirrió con los dientes remarcando la última palabra—, tendremos problemas.

Ardor (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora