¡¡¡No me mientas!!! –. Los dedos de Camila agarraron el material de la camisa de Lauren, y la levantó de un doloroso tirón.

Lauren agitó la cabeza aturdida, siendo plenamente consciente de que el control de Camila se iba haciendo añicos. Si escapaba solamente con el labio partido y algunos moretones, mucha gente la consideraría afortunada. "No sé si alguna vez podría levantarte la mano...", las palabras de Camila de hace unos días se agruparon en su memoria. Forzó sus ojos de vuelta sobre ella y vio la expresión anonada en sus ojos.

Fue como si el golpe hubiera recordado a Camila sus propias palabras porque sus dedos soltaron la camisa de Lauren, y dejó caer la cabeza con cansancio.

–Dímelo –pidió débilmente, frotándose la frente como si le doliera mucho.

–Soy una reportera del Herald.

La traición estaba expuesta en esas pocas palabras. Sabía que en la mente de Camila, un reportero del Miami Herald solo podría querer una cosa de ella, y no era su corazón. Cinco palabras y todo lo que había sucedido entre ellas se convertía en una mentira.

Una risa estrangulada escapó de la garganta de Camila que dio unos pasos atrás separándose de su amante.

-–¿Una reportera? –repitió incrédula– ¿Has hecho todo esto por una jodida historia? –la verdad penetró en el alma destrozada de Camila y se alejó de Lauren. Cuando se dio la vuelta la reportera notó el brillo depredador en los pálidos ojos marrones–: Enhorabuena, querida* –murmuró en tono bajo–. Has conseguido lo que los Federales, los grandes medios y los periodicuchos, no han podido. Has logrado la historia completa –. Canturreó burlonamente–: Sexo, drogas y rock 'n' roll. ¿Qué más podrías pedir? –dijo con desdén. Lauren recordó aquella noche en el porche cuando vio por primera vez el corazón oscuro de su amante. –Así que dime: ¿qué quiere saber tu público? –su voz descendió hasta convertirse en un peligroso y sensual ronroneo–. ¿Les vas a contar lo que se siente estando dentro de mí? ¿Cuál es mi sabor? ¿Cuál es mi olor? –. Se acercó más a ella, y Lauren no pudo evitar que un escalofrío de excitación sexual surgido del miedo, la atravesara. Unos dedos se extendieron para acariciar con suavidad el rostro de la reportera –: ¿Sabes? Todavía tengo tu olor sobre mis dedos –trazó el perfil de los labios de Lauren, acariciando ligeramente el pequeño corte–. ¿Es por eso que no querías dejarme marchar esta mañana? ¿Querías asegurarte de que tenías todos los detalles?

Sus ojos se encontraban a centímetros de los de Lauren, y la reportera buscó frenéticamente en ellos cualquier destello de su amante. La mirada estaba cruelmente desprovista de toda ternura, y comprendió con el corazón encogido que el cambio de Camila era completo; la mujer que la acariciaba ahora no era más que un animal salvajemente sensual.

–No... –suplicó, todavía esperando encontrar cualquier atisbo de reconocimiento–, no hagas que suene así...

–Así ¿cómo?, querida –preguntó, un tono inocentemente burlón en su voz–, como si se tratara de... ¿una investigación? –frunció el ceño, las palabras habían traído a su mente algo que no quería escuchar. Apartando el recuerdo con un brusco movimiento de cabeza, regresó la sonrisa carnal–: Supongo que eso es todo lo que ha sido. Pero tengo que reconocer que has sido realmente exhaustiva –. Siguió acariciando el rostro de la mujer, sus dedos rozaban de cuando en cuando su cabello.

Lauren sintió algo desesperado en sus movimientos, como si Camila no pudiera evitar intentar reconectar con ella, a pesar de la mentira. Esperando que aún quedara algo dentro de Camila que pudiera alcanzar, inclinó el rostro hacia la caricia–: No es eso lo que era, Camila. Deja que te explique...

Lucifer | | CamrenWhere stories live. Discover now