Perdóname

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Perdóname

Amber se esforzaba por abrir los ojos, después de escuchar las palabras de Ron, quería contestarle, decirle lo agradecida que estaba por permanecer a su lado, pero le fue imposible hacerlo a tiempo. El pelirrojo ya había salido por la puerta cuando por fin había logrado abrir los ojos.

No pudo ver nada en cuanto los abrió, no lograba enfocar nada era como si tuviera una tela traslucida sobre sus retinas que solo le permitía ver sombras borrosas y difusas.  Sentía sus parpados pesados y le costaba trabajo mantenerlos abiertos o incluso parpadear, practico varias veces abrir y cerrar sus parpados, con bastante esfuerzo.  No ayudaba mucho que la habitación estuviera en penumbras, pero quien hubiera pensado que despertaría justo a esas horas.

Solo la tenue luz  de la luna que entraba por la ventana iluminaba un poco la habitación, conforme transcurrían los minutos y ejercitaba una y otra vez sus parpados, pudo lograr enfocar un poco más.

No tenía una visión muy amplia ya que no podía mover su cuerpo solo veía el blanco techo del cuarto y una pared cercana con un cuadro colgado, pero era todo lo que podía ver.

Intento mover su mano y tras mucho esfuerzo pudo mover un poco sus dedos, fue un ligero movimiento apenas perceptible pero había sido un gran logro para ella, después de pasar tanto tiempo sin moverse.

Cansada por el esfuerzo cerrón un momento los ojos. Una enfermera entro en ese momento para acomodarla y arroparla para que estuviera mas cómoda, le había dado miedo que se diera cuenta que podía abrir los ojos, tenía miedo de enfrentar a los demás. Por lo que no se atrevió a abrirlos de nuevo el tiempo que duro en su cuarto la enfermera.

Cuando esta se fue, escucho cerrar la puerta y abrió de nuevo sus ojos, una lágrima escurrió de sus ojos azules y resbalo hasta perderse en sus cabellos.

Tenía miedo a lo que pasaría de ahora en adelante, que por fin había despertado, sabía que tendría que enfrentar las consecuencias de sus errores, muy probablemente terminaría en Azcabar por el daño que le hizo a Hermione, y sabia que lo merecía.

Los recuerdos en su mente ya estaban más nítidos, pero era como si no le pertenecieran. Paso mucho tiempo en la oscuridad de su mente, flotando en un limbo que no le llevaba a ningún lado.  No supo en qué momento fue perdiendo el control y la voluntad sobre sus emociones y pensamientos, deseaba parar, quería  hacerlo, pero no podía.

Hacía y pensaba cosas diferentes, sentía que sus pensamientos se fracturaban ahogándola, abandonándola en el más remoto lugar de su mente, haciéndola prisionera y esclava a la voluntad de alguien que no era ella misma.

Los malos sentimientos, el odio, el rencor, los resentimientos salían al flote aumentados carcomiéndola, apoderándose de ella, dejándola impotente.

Quería tener fuerza suficiente para parar, lo deseaba, se retorcía en su mente tratando de parar, buscando como detener todo aquello, pero por más que luchaba no lograba nada, solo hundirse mas en ese odio insano, potente y lastimero que la estaba carcomiendo.

Ahora se arrepentía profundamente de haber roto el enlace con su hermano y altera su mente. Daría lo que fuera para regresar el tiempo y no haber hecho semejante estupidez. Ahora por su culpa en la habitación de al lado estaba Hermione en coma.

Pensar en la castaña y nuevas lágrimas mojaban su rostro y se perdían entre sus cabellos rubios. Podía al cerrar los ojos verla de nuevo en aquella silla atada y lastimada y a  pesar de sus situación extrema estaba agobiada y preocupada por ella y Lavender. ¿Cómo era posible?  No lo entendía. Hermione debía odiarla, pero no lo hacía, contrario a eso la había perdonado, Ron se lo había dicho y la misma castaña lo dijo a pesar de haberla apuntado con su varita momentos antes de lanzarle un  Avada.

Una Oportunidad Para RedimirteWhere stories live. Discover now