Capítulo Cinco

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Intento convencerme a mí mismo de que no necesito besarla ahora, de que puedo esperar a que nos hayamos conocido al menos un poco, de que puedo esperar hasta el final de la noche

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Intento convencerme a mí mismo de que no necesito besarla ahora, de que puedo esperar a que nos hayamos conocido al menos un poco, de que puedo esperar hasta el final de la noche.

Y cuando lo hago ―convencerme a mí mismo, claro está―, finalmente abro la puerta de mi habitación y cuando la veo parada en medio de esta, siento que la sangre en mi cuerpo se desvía hacia abajo.

Porque está tan malditamente cerca de mi cama.

Mi cama.

Tenerla ahí sería...

Me pregunto por qué decidió venir a mi habitación, si sabía, si quiera, que era mi habitación, cuando decidió entrar. Pero luego dejo de pensar, porque se vuelve demasiado difícil.

Y es que Charlie se ha girado hacia mí, sus hermosos ojos posándose en los míos. Noto que sus mejillas se sonrojan y llego a la conclusión de que no sabía que esta es mi habitación. Me gusta que haya llegado aquí, sin saberlo.

―Seth ―susurra.

Oh, vaya. Acaba de decir mi nombre. Es la primera vez que lo hace, hasta dónde yo sé y es, sin lugar a duda, lo mejor que me ha pasado. Me gusta. Me gusta mucho.

Demás está decir que eso me fuerza a perder el juicio.

En un segundo doy tres grandes zancadas hacia ella, decidiendo que Ashe no es el único que puede ir y besar a la chica de la que está pillado, así sin más.

Estrello mis labios contra los de ella y mis manos se aferran a sus caderas, presionándola contra mí. La quiero cerca, la necesito cerca. Y wow. Sus labios son suaves y delicados y ni siquiera he comenzado a besarla, realmente. Solo tengo mis labios presionados contra los suyos y es lo único que llego a hacer, porque un sonido de sorpresa escapa de entre los suyos y me separo de ella, completamente sorprendido de haber sido incapaz de controlarme.

Trago saliva, completamente nervioso sobre lo que pasará ahora, pero Charlie no dice nada. Sus mejillas están sonrojadas y parece completamente paralizada.

Soy consciente de que mis manos siguen en sus caderas, manteniéndola firmemente presionada contra mí. No quiero que se aleje y parece no tener la intención de hacerlo.

Y luego habla, finalmente. Y puedo decir que no me esperaba lo que dice. Realmente no lo esperaba.

―Me robaste mi primer beso ―murmura y me vuelve loco su voz, a pesar de que no es la primera vez que la escucho.

Y vaya, su primer beso. Eso, desde luego, no me lo esperaba. Es tan malditamente tierna. Y no sabe lo terriblemente bien que me hace sentir el saber que soy el primero en probar sus labios. Me asusta un poco, pero también me hace muy feliz.

No lo comprendo del todo, porque nunca he sentido lo que siento en este momento, pero me gusta. Me sigue gustando.

―¿Lo siento? ―pregunto, intentando aligerar un tanto la situación, porque parece bastante nerviosa, ahora.

El Playboy se enamoraWhere stories live. Discover now