Capítulo Dos

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La clase de filosofía se ha convertido en mi favorita, a pesar de que no es la única en la que estoy con Charlie

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La clase de filosofía se ha convertido en mi favorita, a pesar de que no es la única en la que estoy con Charlie. Está en casi todas mis clases, de hecho, pero es la única en la que realmente suceden las cosas interesantes. En las demás, ella parece ser capaz de concentrarse más, en la de filosofía, parece ser demasiado consciente de mis miradas largas y embobadas.

Me gusta que lo sepa. Quiero que lo sepa.

―Haré una fiesta en mi casa el próximo fin de semana ―suelto, de pronto y de inmediato Carter se lanza a planearlo todo, increíblemente emocionado. Le encantan las fiestas, claro está―. Eh, con calma, vaquero ―digo, deteniéndolo. Me inclino sobre la mesa y entrelazo mis dedos, sobre esta―. Quiero que vaya Charlie. Siempre que hago estas fiestas me aseguro de que ella esté invitada y nunca aparece ―explico, deslizando mi mirada por la cafetería, encontrándola rápidamente. Está sentada con algunas amigas suyas, que no dejan de hablar sobre alguna cosa, mientras ella lee el libro que trae en su regazo y se lleva a los labios, cuidadosamente, los panqueques que está comiendo.

Me pregunto si estarán ricos. ¿Los habrá hecho ella? Demonios, me estoy preguntando tonterías.

―Haremos todo lo posible, hermano ―dice Cameron, apoyando los brazos sobre la mesa y escondiendo el rostro entre estos, aparentemente agotado.

Sé que ha tenido una semana agotadora, con todo el tema de Ashley. Terminaron, regresaron y ahora han vuelto a terminar. No sé que está pasando con ellos, pero espero realmente que lo arreglen, porque nunca he visto a Cameron tan desilusionado en todo el tiempo que lo conozco. Además, su relación con Ashley siempre ha sido muy estable. No es normal que estén terminando y regresando. Cosas que nunca han sucedido, sinceramente.

―Yo conseguiré que vaya, no hay de qué preocuparse ―dijo Carter, de pronto, pasando un brazo sobre mis hombros y señalando con la cabeza hacia la mesa en la que se encuentra Charlie―. Ese par de piernas se vería bien bailando y ebria, ¿no lo crees? ―pregunta.

Ruedo los ojos y lo aparto de un empujón.

―No seas idiota ―digo―. Charlie no se emborracharía y, de todas formas, si fuera, no dejaría que tus ojos de pervertido la observasen más de lo necesario.

Carter se lleva una mano al pecho, fingiendo estar ofendido y sacude la cabeza.

―Este chico es muy egoísta ―señala, pero tiene una sonrisa en su rostro y sus ojos de rato en rato viajan hacia dónde sé que sigue Charlie, como si no pudiese evitarlo.

No me sirve de nada quejarme, porque uno, Charlie y yo no estamos juntos y quién quiera mirarla, de todas formas, puede mirarla. No tengo mucho que decidir sobre ello.

Además, yo tampoco puedo evitar mirarla, de rato en rato.

Así que, de nuevo, lo hago.

Ahora está hablando con el grupo de chicas, que lucen más emocionadas que hace uno segundos. Alzo una ceja, pero no me cuesta comprender el porqué de su extraña emoción, cuando todas miran hacia nuestra mesa.

El Playboy se enamoraWhere stories live. Discover now