La Quingentésima Noche Árabe y la Historia Perdida

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Se percibía una magia muy fuerte. La habitación no necesitaba más iluminación que el brillo de la luna en las danzantes aguas de las majestuosas fuentes. Esa luna inmensa, sello esotérico entre el mundo real y esas tierras legendarias, se mostraba apaciguada solamente por un dejo de arena que oscilaba en el aire, aumentando de manera lenta pero constante.

-Has llegado tarde, Scheherazade.

Sin decir mayor cosa y sin terminar la historia anterior, proclamó con voz débil:

-Se hizo presente entonces un príncipe y con su alfombra mágica tentó a la esposa del rey a visitar tierras prohibidas... Y ese es, mi rey, el fin de la historia.

Después de un silencio prolongado, el rey, limpiando sus lágrimas dijo:

-Quedas libre, no tienes que volver más.

Scheherazade, sorprendida, lo observó llorar, sin sentir ningún alivio por salvar su vida y su libertad. De repente, una tormenta de arena nubló totalmente la luz de la luna, dejándolos en una penumbra total. Scheherazade encendió una pequeña antorcha que iluminaba solamente sus rostros.

-¿Está bien si me resguardo aquí de la tormenta?

-No lo impediré

-¿Está bien si termino la historia de ayer?

-No lo impediré tampoco

-¿Está bien si vuelvo mañana en caso de no llegar al final?

-Nada me haría más feliz

Historias Fugaces - MicrorrelatosWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu