Capítulo 8: la habitación.

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-Pues la verdad no había caído. Al oírlo ya estaba pensando en quien sería esa tal Miriam.

-Pues mira que es simple el mote. Para la pinta de listilla que tienes esta vez no has caído.-Dijo vacilándome.-Pero bueno, ya lo sabes. Miriam es una chica que por lo visto dicen que es majísima, y una reina de las fiestas.

-Eso tendré que verlo yo.-Dije sonriendo maliciosamente.

En ese momento, Sonia nos dio la información de lo que haríamos el día entero. Hoy era día libre, por el jet lag, era día para que nos recuperásemos todos, y ya poder empezar mañana las clases en condiciones. Estuve hablando con Raquel sobre las habitaciones y la coincidencia de que cayésemos justo al lado. Me dijo que Mimi era muy buena chica y que me lo pasaría bien con ella el tiempo que estuviésemos en la habitación. En ese momento se acercó Mimi.

-Ana, perdón que te moleste, ¿tienes la llave de la habitación? Es para ir colocando cosillas.-Dijo algo avergonzada.

-Sí claro, de todas maneras me subo contigo ya, yo también tengo que colocar ropa y eso.

-Guay.-Dijo sonriente.

Siempre tenía una sonrisa para todos.

Subimos a la habitación. Viendo el exterior de lo que parecía un hotel sencillo, no me esperaba esto para nada. El espacio se dividía en dos pequeñas habitaciones, comunicadas por una puerta. Cada cuarto tenía su cama y su baño, y en uno de los dos había una terraza la cuál tenía vistas hacía una cala famosa en Brisbane. Sí, el hotel estaba en Brisbane, una de las ciudades más bonitas de Australia.

Al abrir yo primero y tener las primeras vistas, fui la más rápida y elegí la habitación con terraza.

-Esto es cruel, Ana. Me quitas las vistas al mar, y es como si me quitas la vida. Tú no sabes el lujo que es eso por las noches.-Dijo haciéndose la enfada cruzándose de brazos.

-Todo lo que tú digas, pero me acabo de dar cuenta de que tú tienes un baño más grande que el mío.

-Pues yo acabo de ver que tu cama es más grande.-Dijo ella mirando la cama de reojo.

-Touché.

-Bueno, menos mal que no soy de las que se queja por todo. Si no, mal irías tú con una compañera quejica.

-Claro, porque aquí la quejica soy yo. Pero ahora no tengo nada de lo que quejarme.-Dije sonriendo a modo de victoria.

Mimi se metió en su cuarto a colocar cosas, y yo hice lo mismo en el mío. Cuando acabé, me tumbé 5 minutos en la cama, hasta que Mimi llamó a la puerta. Esto de la puerta me parecía buena idea. Así tendríamos espacio personal para cada una.

-¿Se puede?

-¡Sí!, claro, pasa. Estaba con unas pintas que para qué. Me había puesto lo primero que había pillado cómodo para estirarme en la cama, una camiseta de tirantes que me iba de vestido porque me estaba enorme.

Entonces Mimi abrió la puerta.

-Ala, vaya pintas tiene la señorita quejica. Si que cambias de aspecto en poco rato.

-Gracias por tus cumplidos Mimi, ¿has llamado expresamente para eso?

-No, no. Te iba a decir que voy a bajar a recepción a por algo para desayunar, tengo un hambre que te mueres. ¿Quieres algo?

-Pues la verdad que no tengo muchas ganas, estoy con el estómago algo raro. Si veo que luego me apetece bajaré a por algo, no te preocupes. Gracias igualmente.-Dije sonriendo.

-Vale. Bueno te cojo la llave. Que tengo que entrar por tu puerta, a fin de cuentas es la única que hay.-Dijo encogiéndose de hombros.-Pero voy a ponerme una camiseta antes.

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