Capítulo 17

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Llegamos a un parque más bonito que al que le llevé. No obstante había que andar más para llegar a este, como hacía una tarde agradable se estaba genial.

Ethan bajó a la niña del carricoche, la dejó que corriera por allí, pero ella quería estar en los columpios. Su padre la cogió en peso y la sentó en el columpio de bebes, la empezó a pasear y está no paraba de reírse a carcajadas.

A lo lejos, sentado en un banco vi una cara conocida, achiqué los ojos para ver si era él o era otra persona. Mis sospechas fueron ciertas y estaba Brais. Le hice un gesto a Ethan para decirle que vendría y caminé por un pequeño sendero que llevaba hacía el banco donde él estaba. Al llegar a su altura lo vi algo preocupado.

—Brais ¿Qué haces aquí?

—Levantó la cabeza y se quedó mirándome —Molly

Se nota que estaba decaído, tenía ojeras, el pelo despeinado, y el azul de sus ojos había perdido todo su esplendor.

— ¿Qué ocurre? —Me senté a su lado y puse mi mano en su hombro.

—Tengo un jodido problema, Molly —Dijo serio y apretando los puños hasta que se le quedaron los nudillos blancos. Por su gesto se veía que estaba jodido hasta lo más hondo.

— ¿Que has hecho?

No dijo nada y estuvo en silencio por un tiempo, no tenía intención de hablar.

—Estoy saliendo con una niña de dieciséis años —Soltó de repente.

Eso no es que fuera un problema fuerte, es cierto que tiene veintidós años y ella es menor pero no pasa nada.

— ¿Cuál es el problema? —Pregunté frunciendo el ceño.

—Pues... —Se restregó las manos en el pantalón, se estaba poniendo muy nervioso, acto seguido se rascó la nuca — La dejé embarazada —Dijo soltando un suspiro pesado, y se pasó las manos por el pelo.

—Espera, espera... A ver si lo he entendido, ¿te has liado con una chica de dieciséis años y la has dejado embarazada? —Dije pensando en las palabras — ¿Pero tú eres gilipollas? ¡Por dios Braís! existe una cosa que se llama condón, y sirve para no dejar embarazada a la persona —Se lo eché en cara.

—Joder Molly, déjame, ya se lo que hice, pero sabes... La niña es la hija de mi jefe... —Dijo por último.

Ahora sí que tenía un tremendo problema, el padre de la chica podría denunciarlo, por ser menor de edad.

— ¿Pero no sabes diferenciar a las adolescentes? —Me levanté del banco y lo señalé —Estas en un grave problema.

—Lo sé Molly, y si se diferenciar pero... La chica cuando se arregla gana mucho, parece de veintitantos. También nos habíamos visto por los pasillos de la casa, y demás. —Se sobó las sienes con los dedos índice y corazón.

—Brais que hago contigo... —Le dije dándole un golpe en la espalda.

Estaba en un tremendo hoyo, y no sabía qué hacer para ayudarlo. Era ilegal eso que estaba haciendo, pero cuando las cosas surgen no hay marcha atrás...

—Molly, estoy en la jodida mierda, no he dormido en una semana, tampoco he comido, nada más hago pensar en lo que hice y en lo que me pasará —Suspiró.

Me apoyé en su hombro y acaricié su espalda porque sabía que eso le relajaba.

Él siempre ha sido mi mejor amigo, desde que estuve en la universidad, nos hicimos súper amigos. Quiso venirse conmigo a Londres, pero no podíamos vivir juntos, ya que tenía pareja y no era plan de ser una sujeta-velas pero, al final cuando lo dejó hacíamos fin de películas. No obstante lo probamos pero no salió bien, así que decidimos estar como amigos.

—Estaré contigo, algún problema ya sabes mi número —Le apreté el hombro.

—Gracias pequeñaja —Me abrazó fuertemente y le seguí el abrazó.

Hacía años que no me llamaba así. Se me hizo extraño, pero me gustaba.

*****

Llegamos a casa cerca de las nueve de la noche, hacía frío y ya era muy tarde para la niña, también tendría hambre.

Ethan no paraba de echarme miradas asesinas y ya sabía el porque me había visto en el parque dándole apoyo moral a Brais.

—Ya estás aquí —Dijo Amanda saliendo por la puerta del salón — ¿Cómo lo has pasado pequeña? —Le dijo a la niña.

La niña le sonrió y ella fue a continuar con sus labores.  

Ethan se perdió con la niña por cualquier parte de la casa, que supongo que iría a bañarla.

Me quedé en la cocina y Amanda me vio.

— ¿Qué ocurre? estas algo decaída —Dijo mirándome dulcemente.

—Nada —Sonreí.

— ¿Problemas con Ethan?

—No, solo problemas.

—Cambiando el tema, veo que tú y Ethan tenéis algo, se os nota, y sobre todo a él, ya que bueno, hace un tiempo a él no se le veía feliz.

—Solo somos empleada-jefe  —Respondí encogiéndome de hombros.

—Pero él te ve como algo especial, creo que le mueves demasiado.

— ¿Le muevo? —Dudé.

—Oh, cierto, como que cada vez que te ve siente cosas, sus ojos brillan, y puedo apostar que... Le gustas

—No creó —Reí.

—Hazme caso, lo conozco

— ¿Cómo lo sabes?

—Cariño, yo también he sido joven, también he sentido las mariposas, y al conocerlo se cómo se comporta. —Sonrió.

— ¿No tienes marido? —Le pregunté interesada en la conversación.

—Tenía —Sonrío débilmente.

— ¿Te divorciastes?

—Ojalá fuera eso, pero él murió —Dijo nostálgica y recordando algo de su pasado.

—Lo siento... No sabía.

—Tranquila. —Movió la mano restándole importancia al asunto. —Él era jardinero aquí, yo trabajaba con mi madre, tendría dieciséis años, y él, unos veintidós. Nos atraíamos mutuamente pero no podíamos tener nada porque iba en contra de las leyes. Nos veíamos a escondidas y vivíamos un amor como Romeo y Julieta —Rió —Fue mi primer amor. No obstante hasta que no cumplí los dieciocho no formalizamos la relación. Después nos casamos, y un día estaba arreglado una hiedra, luego un árbol, no llevaba arnés, hizo un movimiento brusco y calló, yo lo vi, corrí lo que daban mis pies porque estaba embarazada y no podía hacer sobre esfuerzos, quedó en coma y cuando me enteré que murió perdí al bebé —Se quitó una lagrima.

—Oh... —La abracé porque no sabía que decir, era una historia demasiado fuerte, y me sentía bien porque confió en mí. —Amanda, respecto a lo de Ethan. Estamos intentando algo —Dije mordiéndome el labio —No digas nada por favor.  

—Tranquila, soy una tumba.

Se fue.

Me quedé preparando la cena, mientras pensaba en el tema de Brais, quería buscar una solución y lo haría.

Estaba haciendo un salteado de setas y llegó Ethan con Sophie.

— ¿Le hago un bocadillo?

—Vale, pero tu trabajo es atender a Sophie, no hacer la cena.

—Amanda está tendiendo la colada, y decidí hacer la cena, he de admitir que no puedo estar quieta —Sonreí amablemente.

Fui al frigorífico, le hice un bocadillo de queso a Sophie, en un panecillo pequeño, y se lo di. La niña lo cogió y comenzó a comérselo.

Ethan seguía mirándome con esa cara de pocos amigos, y me tendría que dar la explicación.

Terminé de preparar la cena, la serví y nos sentamos todos. Comenzamos a cenar.

Dulce tentación (COMPLETA)Where stories live. Discover now