Capítulo Cuarenta y cuatro

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Capítulo Cuarenta y cuatro

Aurita' Portuale Del Porto Di Gioia Tauro, Italia

12 de abril, 2005

El sonido de los barcos llegando y otros saliendo del puerto la hizo sonreír recordando el primer día que había despertado en Italia hacía cerca de dos años atrás, sentía que habían pasado siglos desde aquel día en la bruma, pero la verdad era que no había sido hace mucho, e incluso con el corto tiempo muchas cosas habían cambiado desde ese entonces.

Caminó hasta reunirse con los hombres que estaban organizando y gritando ordenes por doquier para llenar el cargamento, ese día se haría un envío de cocaína hacia el mundo, el primero del año para la 'Ndrangheta y Piero le había pedido que asistiera para mostrarle como procurar que aquello funcionara a la perfección en el futuro, cuando fuera ella la que tomara el mando, además de que había mencionado algo sobre las regalías que había estado recibiendo luego de su visita a la Basílica de San Pedro.

Llegó finalmente frente al grupo de sgarrista(soldados) que observaban como el contenedor se arrimaba a los otros y el hombre en la cima soltaba el arnés para dar por finalizada la tarea. Se acercó a Piero que con calma daba la última calada a su cigarro para luego soltar el humo y dar la última orden de la noche: enviar la mercancía a su largo viaje por el mar.

—Hasta que llegas —comentó Piero girando el rostro para ver a Rubí.

—¿Ya está todo listo?

—Listo y dispuesto, el barco saldrá en unos minutos y será acompañado por varios de mis hombres para que la mercancía sea bien distribuida.

—¿Cómo logran que no haya problemas en la aduana?

—Las transacciones se hacen a bordo, normalmente por transbordadores o antes de llegar a las fronteras, en sectores libres de cualquier jurisdicción, así cuando llega realmente al puerto no hay nada que pueda registrar nuestra participación.

—Es una buena técnica.

—Es básico, Rubí, pero tú me has sorprendido, aunque enviar lejos a mi hijo sigue pareciéndome innecesario.

—Prefiero que esté lejos y fuera de peligro antes de que se quede aquí y amenacen su vida como lo han hecho con Biago.

—Bien —asintió. —Pero recuerda que no estás sola, no serías la única cuidando a Adolfo si estuviera aquí.

—Pero sería mi responsabilidad.

Piero se detuvo a observarla con su tranquilidad acostumbrada y luego de dar un largo suspiro negó lentamente.

—Parece que te has integrado muy bien a este mundo, Rubí, pero no has aprendido lo primordial de trabajar para la mafia.

—¿Y eso que sería?

—Aquí somos todos familia, la familia se cuida la espalda, Rubí, no olvides que no trabajas sola, ya no eres más una asesina, eres parte de nosotros.

Por un segundo el silencio se extendió mientras Rubí observaba a Piero tras aquellas simples palabras. Lamentablemente ni siquiera le dio tiempo de profundizar en ello cuando el Contabile(contador) les pidió acompañarlos a una sala apartada en el puerto para hablar de los futuros negocios y sobre cómo se harían las transacciones para que luego el Jefe General pudiera comercializar la droga a un buen precio. Cuando llegaron al término de la reunión Piero y Rubí volvieron a quedarse solos conscientes de que desde ese momento en adelante habrían muchas cosas con las cuales trabajar.

—¿Cuál fue el trato que hiciste finalmente con la mamma santissima?preguntó Piero obligando a Rubí que lo mirara.

—Vendí mi alma al diablo —suspiró con una sonrisa. —Fue una conversación algo extraña, pero al parecer quiere que acabe con Cosa Nostra por dentro a cambio de destruir a los Vitelo.

Rubí // Killer I: La Joya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora