Capítulo Veintiocho

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Capítulo Veintiocho

Viterbo, Italia

01 de septiembre, 2003

Había algo particular en donde estaba, no era la oscuridad, ni tampoco la sensación amarga que la embargaba, era algo más sobre estar perdiendo y no poder recuperar algo muy preciado, no lograba determinar lo que sucedía, tampoco en donde estaba, pero la sensación se fue acrecentando a medida que intentaba encontrar una salida de aquel lugar.

—¿Adónde vamos? —una voz detrás la obligó a girarse, era un chico de tal vez un año mayor que ella, pero... ese pensamiento fue tan fugaz como el hecho de saber que el niño no tendría más que 11 años.

Miró sus manos encontrando que eran más pequeñas y no tenían tantas marcas como en la actualidad.

—Iremos con mi jefa —se escuchó responder con alegría. —Ella sabrá qué hacer por ti. Ahí decidirás si quedarte o irte —se encogió de hombros y continuó adelante.

Los pasillos parecían extensos de paredes de metal completamente blindadas, donde fuera que estuviera, la seguridad contra un posible desastre mundial estaba completamente contemplado en ese lugar. Había una gran cantidad de puertas, pero aunque deseó registrarlas una por una, su cuerpo solo siguió caminando hasta el final del pasillo.

Se encontró finalmente con dos hombres que la saludaron elevando sus manos y ella en respuesta las hizo chocar.

—¿Traes al nuevo, pequeña?

Asintió, con más efusividad de la esperada permitiendo que los hombres se hicieran a un lado, mostrando una escalera demasiado alta para su gusto.

—Vamos, cuervo, sígueme —indicó.

Subieron la larga escalera hasta entrar a un pasillo en donde las puertas eran de una madera caoba y las paredes se convertían en un granito verde, por alguna razón supo que había dejado de estar bajo tierra comprendiendo muy fácilmente donde estaba.

—Es aquí —anunció obligando que el niño que la seguía se adelantara para tocar la primera puerta del pasillo.

—¿Aquí?

Asintió, viendo como el chico se acercaba y le daba un ligero golpe, puede que no hubiese sido nada, pero en un solo segundo la puerta se abrió mostrando a una mujer alta de cabello rubio y de edad mediana, no estaba segura, pero esa mujer era una contradicción en su cabeza.

—Querido Devan, es bueno verte despierto, ven pasa, gracias por traerlo, pequeña.

El chico se adentró dándole una última mirada en la que solo sonrió y terminó por ver como la puerta se cerraba en su rostro.

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Despertó angustiada y un llanto silencioso que no paraba de empapar sus mejillas, su pecho dolía con un solo nombre que parecía ejercer más fuerza de la recomendada en su mente.

Devan, el cuervo.

Lloró y continuó llorando, porque a pesar de que no lograba rescatar todos los recuerdos de ese hombre, su corazón sabía incluso antes de que su memoria se perdiera, él había sido arrancado de su lado incluso cuando luchó mucho tiempo para poder tenerlo junto a ella.

*

Viterbo, Italia.

03 de septiembre, 2003

Rubí // Killer I: La Joya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora