Capítulo 5. "Estúpido y sensual alcohol"

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Esas palabras me confundieron mucho. ¿Noche? No, no lo permitiría, sólo serían unas horas y ¿Para él? No, no dejaría que pasara nada.

Íbamos sin hablar en el carro mientras escuchábamos una canción romántica que pasaba en la radio.

-Tengo que admitir que te ves realmente bien esta noche, Lía.- rompió el silencio pero a mi no me apetecía hablar.

-Gracias Richard.

Veía como pasábamos calles y nos alejábamos del centro, ¿A dónde íbamos? ¿Por qué no me quería decir? De pronto vi que comenzó a bajar la velocidad mientras se aproximaba a una caseta. Habló con el guardia, pagó una cuota y entramos.

-¿Qué es este lugar?

-Es el mejor restaurante de toda la ciudad, el más lujoso.

Ya veía por qué. ¡Este lugar era realmente hermoso y elegante! Me alegra haberme vestido formal ya que me imaginaba que me traería a un lugar así. Era muy grande y tenía acabados de cristal muy bien elaborados.

Entramos y era aún más precioso, habían muchas mesas y todos los acabados de adentro eran de mármol pulido. También habían estatuas de hielo y muchos meseros. Lo que me extrañaba es que no estuviera tan lleno.

Un mesero nos guió a un lugar apartado y no entendía, si habían muchas mesas vacías ¿Para qué ocupar una fuera de la sala en una propia habitación? Luego llegué a la conclusión de que Richard había hecho una reservación especial.

Nos sentamos en una mesa para dos y el ordenó por ambos.

-¿Les ofrezco algo de tomar?- ofreció amablemente el mesero.

-Un vino tinto, la mejor reserva. Y dos copas, por favor.

¿Vino tinto? Esperen, no pienso tomar alcohol. Pero antes de que pudiera alegar, el mesero se retiró.

-¿Vino? Richard, no lo tomes a mal pero no pienso tomar.

-No te preocupes preciosa, te va a encantar.

Luego de unos minutos el mesero trajo nuestras comidas, junto con el vino y las copas. 

-Toma un sorbo de vino.- me sugirió en cuanto se fue el mesero-, y dime qué te pareció.

Agarré la copa de vino con fuerza cuando noté que me temblaba la mano de tan nerviosa que estaba. Me llevé la copa a mis labios. Hace mucho que no tomaba y el vino olía muy rico. ¿No hacía daño un trago, verdad? Le di sólo un pequeño sorbo pero al darme cuenta de lo bueno que estaba probé más.

-Vaya Richard, este vino es muy bueno.

-Te lo dije preciosa, yo se por qué lo hacía.

Comenzamos a comer mientras platicábamos sobre nuestras familias, intereses, actividades, gustos, deportes, etc. Creo que sí se estaba convirtiendo esto en una cita y cada vez que hablábamos con Richard me agradaba. No creía que fuera un patán como decían, pero debía de tener cuidado.

Luego de 1 hora, ya cuando estábamos terminando de cenar, me comencé a sentir algo adormilada así como también algo mareada. Creo que esas cuatro copas de vino estaban haciendo efecto. ¡Tonta!

-Richard, me siento algo mal. Muy mareada.

Hice un intento de pararme pero casi me caigo, si no es gracias a los brazos de Richard que me agarraron de la cintura. Comenzamos a caminar hacia la salida y él no me soltaba. Si fuera otro momento me sentiría ofendida, pero ahora necesito de su ayuda aunque se aproveche de la situación.

Subimos a su carro y me acosté en el asiento del copiloto.

-Tranquila hermosa, estarás bien. Te llevaré a mi casa para que te cuide y recuperes.

¿Su casa? ¿Solos? ¡Oh, no! Eso sólo podía significar problemas. Alguien había caído en su trampa. Traté de negarme, pero lo único que sentí antes de caer en un sueño fue una mano que se acercaba a mi pierna.

La apuesta que cambió mi vida {I parte}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora