Sin Fin

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¿Que son esas manos? Aquellas suaves patas de animal, uno casualmente blanco, pero con el pelaje sucio ocultando su color natural. Toma gentilmente el rostro de la niña sobre sus mejillas, la sacude... levemente al principio pero después más brusco. La niña despierta, por el golpe de la lluvia en su rostro y la sacudida de la liebre que se encontraba frente a su rostro, gritando algo que ella no entendía, aun estaba aturdida por el golpe.

- !EL REY! ¿que haces aquí?  No ves que te esperan, no puedes estar sola, el rey nunca estaba solo, claro Hasta que murió. Pero eso no importa, tienes que correr hacia la montaña, después de todo allí están todas. !Rápido ve! Que nadie te frene en tu camino- dijo la liebre con la energía que siempre emite, con la euforia y miedo tan normal en el.

Alicia no respondió, pues no sabia que responder, solo lo miro un segundo y hecho a correr hacia donde habían acordado encontrarse. Fue entonces que miró mejor su mano, en la cual un símbolo de Pica se había marcado, negro como un lunar. El silbido violento del viento rozando la  lluvia mojaba sus oidos y todas sus ropas, un paso o dos y hacia salpicar un charco que se formaba en el enlosado camino todo aborrecido por el agua y dejándose convertir en solo fango. El viento parecía golpear su espalda, motivandola o quizá expulsandola, no se sabrán nunca sus intenciones, pero si que estaba haciendo correr más rápido a la joven.

Un poco más adelante en la montaña esta subiendo la reina roja, nadie a su paso quiso enfrentarla, y por supuesto ni siquiera la lluvia lograba echar a perder tal imagen de nobleza, se veía incluso más siniestra y misteriosamente hermosa. Al subir dos cabelleras rubias la estaban esperando, pero no le dejaron decir una sola palabra, solo señalaron a su izquierda, desde donde estaban, un poco mas arriba en la montaña, sobre una roca lisa, pero el viento cubrió su visión con tierra y lluvia y para cuando quiso hablarles ellas ya habían desaparecido. La reina tomó de mal manera esto, siempre quiso darles caza y sabia mejor que nadie la naturaleza de estas para las trampas y juegos. Pero aunque quisiera ignorar la señal que le dieron para caminar no podía,  pues para subir la montaña debía ir por el camino de la izquierda. Lo siguió, ¿siendo ella quien podría hacerle algo? ¿Acaso hay algo más peligroso que las pesadillas en un sueño? La reina no se preocupaba por nimiedades, esta llena de confianza y poder, pero todo esto tropezó, resbaló y dudo, cuando vio una figura muy familiar caminando a lo lejos. Quería seguirla, debía seguirla, aunque ese camino no subía la montaña ella tenía que ir hacia esa silueta, podría subir en un santiamen luego, pero ahora debía ir tras esa figura, por primera ves sus ojos se llenaron de una pesada angustia y felicidad, como un remolino de emociones contrarias se mezclaban en su retícula oscura. Era su caballero, el caballero de Diamante que tanta lealtad y tranquilidad le había dado hace años, quizá décadas.

El solo se giro a su izquierda y entro a una amplia habitación,  una celda que era más bien un hueco en la montaña sin salida y cubierta por garrotes de hierro.
La reina le siguió, la puerta estaba abierta y solo se encontraban ellos dos, solos en un lado de la montaña, invadidos por un silencio ruidoso que la reina no tardó en romper.

La Otra AliciaWhere stories live. Discover now