Capítulo 45

104 14 0
                                    


– Andrew...

– ¿Te asusté?, lo siento.

– No, descuida – mi corazón casi se sale del susto, pero él no debía de saberlo.

– Lo siento.

– No te preocupes.

– Enserio lo lamento, solo que te vi ahí y no pude desaprovechar la oportunidad.

– Esta bien, no pasa nada.

– Me alegra que no lo tomes a mal.

– No podría tomarlo a mal.

Esboza una bonita sonrisa.

– ¿Cómo has estado?, he querido ir a visitarte, pero Alanís me comentó que estabas un poco indispuesta.

– Oh... no, estoy bien, no puedo quejarme, solo que he estado un tanto reflexiva sobre la guerra, pero no hablemos de eso, mejor dime ¿Cómo has estado?

– He estado muy bien, solo un poco ocupado en casa ayudando a mi madre con algunas cosas, y a la vez aprendiendo sobre el negocio familiar con mi padre.

– Debe ser un tanto difícil aplicarse y aprender lo necesario.

– Un poco, solo le tengo que poner mucho empeño y tener paciencia.

– Sé que lo lograrás.

– Gracias por tenerme fe.

Nos enfocamos en observar el horizonte y apreciar la hermosa vista que tenemos desde esta altura. El silencio que reinaba entre nosotros era tan cómodo, era de esos momentos tranquilos y sin presión alguna, siendo solo nosotros mismos.

– Me sorprendió encontrarte aquí sola, sobre todo con el frío que está haciendo – dijo después de un largo silencio sin quitar la mirada del horizonte.

– Estar aquí me tranquiliza, y la vista es hermosa – me a sincero – ¿y qué hay de ti?

– Bueno, es mi lugar secreto, ahora ya no tan secreto – dijo quitando la vista del horizonte y posándola en mí.

– Lo siento por invadir tu espacio, no debí venir – me sentía como una intrusa.

– No te disculpes, te mostré este lugar porque quería compartirlo contigo, puedes venir aquí cuando quieras – menciona con una sonrisa contagiosa, haciéndome sonreír.

– Gracias.

– Deberías sonreír más seguido, tienes una linda sonrisa.

– Oh... – sentía arder mis mejillas.

¿Soy yo o la temperatura ha comenzado a subir?

– No, no lo tomes por el lado malo mi comentario – aparta su mirada de mí – l-lo digo como amigo.

– Oh... sí, gracias.

Cubro mis rojas mejillas con mis manos mientras que miro hacia otro lado intentando que estas bajen su temperatura.

– ¿Y cómo esta Alanís?, siempre está pegada a ti – que bueno que cambió de tema.

– Ella está muy bien, está en la librería.

– Que coincidencia, mi hermano fue para allá.

– Sí, lo sé, nos encontramos con él ni bien llegamos. Los dejé hablando, me sentí como el mal tercio, así que me fui para darles más privacidad. No sabía que tu hermano y Alanís fueran amigos cercanos – no le gustará nada a Matthew, quién aún sigue con su negativa con respecto a ella.

Amor en GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora