– Andrew...
– ¿Te asusté?, lo siento.
– No, descuida – mi corazón casi se sale del susto, pero él no debía de saberlo.
– Lo siento.
– No te preocupes.
– Enserio lo lamento, solo que te vi ahí y no pude desaprovechar la oportunidad.
– Esta bien, no pasa nada.
– Me alegra que no lo tomes a mal.
– No podría tomarlo a mal.
Esboza una bonita sonrisa.
– ¿Cómo has estado?, he querido ir a visitarte, pero Alanís me comentó que estabas un poco indispuesta.
– Oh... no, estoy bien, no puedo quejarme, solo que he estado un tanto reflexiva sobre la guerra, pero no hablemos de eso, mejor dime ¿Cómo has estado?
– He estado muy bien, solo un poco ocupado en casa ayudando a mi madre con algunas cosas, y a la vez aprendiendo sobre el negocio familiar con mi padre.
– Debe ser un tanto difícil aplicarse y aprender lo necesario.
– Un poco, solo le tengo que poner mucho empeño y tener paciencia.
– Sé que lo lograrás.
– Gracias por tenerme fe.
Nos enfocamos en observar el horizonte y apreciar la hermosa vista que tenemos desde esta altura. El silencio que reinaba entre nosotros era tan cómodo, era de esos momentos tranquilos y sin presión alguna, siendo solo nosotros mismos.
– Me sorprendió encontrarte aquí sola, sobre todo con el frío que está haciendo – dijo después de un largo silencio sin quitar la mirada del horizonte.
– Estar aquí me tranquiliza, y la vista es hermosa – me a sincero – ¿y qué hay de ti?
– Bueno, es mi lugar secreto, ahora ya no tan secreto – dijo quitando la vista del horizonte y posándola en mí.
– Lo siento por invadir tu espacio, no debí venir – me sentía como una intrusa.
– No te disculpes, te mostré este lugar porque quería compartirlo contigo, puedes venir aquí cuando quieras – menciona con una sonrisa contagiosa, haciéndome sonreír.
– Gracias.
– Deberías sonreír más seguido, tienes una linda sonrisa.
– Oh... – sentía arder mis mejillas.
¿Soy yo o la temperatura ha comenzado a subir?
– No, no lo tomes por el lado malo mi comentario – aparta su mirada de mí – l-lo digo como amigo.
– Oh... sí, gracias.
Cubro mis rojas mejillas con mis manos mientras que miro hacia otro lado intentando que estas bajen su temperatura.
– ¿Y cómo esta Alanís?, siempre está pegada a ti – que bueno que cambió de tema.
– Ella está muy bien, está en la librería.
– Que coincidencia, mi hermano fue para allá.
– Sí, lo sé, nos encontramos con él ni bien llegamos. Los dejé hablando, me sentí como el mal tercio, así que me fui para darles más privacidad. No sabía que tu hermano y Alanís fueran amigos cercanos – no le gustará nada a Matthew, quién aún sigue con su negativa con respecto a ella.
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Amor en Guerra
Historical FictionAlice Green, es una adolescente como cualquier otra, alegre, positiva y con muchos pasatiempos; la diferencia radica en que vive en un época de conflictos por ideales políticos, desatándose el mismo infierno en la tierra, donde enamorarse es lo últi...