Capítulo 35

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Ni siquiera nos cambiamos, corrimos con nuestros pijamas a la sala, donde el bullicio reinaba en todos los rincones. Solo rogaba que fueran buenas noticias.

Por favor que sean buenas noticias.

Papá estaba sentando en el sillón grande mientras que los demás huéspedes estaban parados dispersados por toda la sala, la mayoría lucían preocupados.

– Alice – susurró Michael mientras sostenía fuertemente mi mano.

– ¡TODOS HAGAN SILENCIO! – gritó papá logrando callar todo el bullicio.

"Buenos días queridos oyentes, como se anunció hace algunos instantes al parecer ya pronto se ve el fin de la guerra, después de tantos años hay una esperanza para el mundo de vivir en paz. Se ha informado que los aliados darán una Conferencia; los líderes de la Unión Soviética, EE. UU y nuestra querida Nación se reunirán en estos días en la ciudad de Berlín, para dar a conocer como se ha estado avanzando para derrocar y extirpar la ideología Nazi. Estaremos al tanto de cualquier noticia y estaremos informando a la brevedad posible. No desesperen queridos compatriotas, a opinión de este locutor, veo muy cerca el anuncio del fin de esta guerra. Y con nuevas esperanzas me despido hasta una próxima vez".

Los susurros comenzaron nuevamente a reinar por toda la sala.

¿Solo eso era la noticia? ¿No había más?

Estaba decepcionada, esperaba que se hablara de los reclutados. Sentía un nudo formarse en mi garganta, pero tenía que ser fuerte por Michael, no podía verme frágil.

Michael seguía apretando fuertemente mi mano tanto que dolía un poco. Tenía la cabeza agachada, al parecer no era la única queriendo noticias sobre los reclutados.

– Tranquilo, estoy segura que ya pronto habrá noticias buenas – le di una sonrisa para calmarlo, dejó de apretar mi mano – Anda vamos a cambiarnos.

Con desanimo subimos a nuestras habitaciones. Teníamos que continuar con nuestra rutinaria vida.

***


Otra semana que pasaba y aún no había noticias sobre los muchachos. Aunque las noticias que emitía la radio eran para alegrarse, porque poco a poco se estaba combatiendo a los alemanes y a los japoneses. Después de eso no había nada más porque alegrarse.

Por otro lado, me dolía ver a mi madre decaída, y a Alanís sin ganas de nada, por la cual no era necesario preguntar la razón de su tristeza. Por otra parte, Michael había comenzado a abrirse más a mí, me alegraba que mi hermano pueda compartirme su sentir, al menos conmigo. Sin embargo, aún continuaba por encerrarse en su habitación y solo salía a la calle cuando mi madre le encargaba algo.

– Alice.

– ¿Qué sucede mami?

– Te buscan, querida.

No sabía que Alanís vendría a visitarme, aunque últimamente está más distraída de lo normal y sin ganas de nada, pero me alegraba que viniera a verme.

– Ahora voy a la sala – mi madre asintió y salió de mi habitación.

No estaba en fachas para recibir a nadie, pero era Alanís, ella me ha visto en peores situaciones, nos tenemos la suficiente confianza como para andar desarregladas.

Me calzo los zapatos y corro escaleras abajo en dirección a la sala.

– ¡No sabía que vendrías ingrata, te olvidas que tienes una mejor amiga! – grito antes de llegar.

¿Cómo se atrevía llamarse mi mejor amiga si se olvidaba de mi existencia?

– Ala...

– Buenas tardes, Alice – dijo esbozando una bonita sonrisa.

Rayos.

– A-Andrew...


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*Conferencia de Postdam, celebrada entre el 17 de Julio y el 02 de agosto de 1945.

Amor en GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora