Y las cosas cambiaron, pero no como yo esperaba.
Dejé de ir a la guardería, es cierto. Pero ahora la señora Abbot, nuestra vecina, sería quien me cuidaría. Desde los siete hasta los diez años, la anciana mujer me recogió de la escuela de lunes a viernes y me mantuvo bajo su ojo vigilante hasta que mis padres me recogían a las siete. Era estricta conmigo, sobre todo cuando nadie miraba.
Yo no le gustaba mucho y ella tampoco a mí.
Papá y mamá no me creyeron cuando se los conté.
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Un frío día de diciembre
Short StoryHistoria corta narrada en fragmentos sobre la vida de Simon Saller, nuestro narrador.