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-Se están tardando mucho- reclamó Pidge, sentada en el borde de un escalón y jugando con la tierra del suelo con los dedos.

-Dales tiempo, esto es lo que quería Lance, ¿no crees? - respondió Hunk, con tranquilidad y paciencia, admirando las lunas del planeta. Realmente le maravillaba.

Se quedaron en silencio un rato, sentados en el piso, mientras que el rey Alfor se quedó de pie al lado de su hija y Korann.

Unos minutos después, aparecieron Lance y Keith, hablando animadamente y riendo. Ni bien los vieron, supieron que habían arreglado sus problemas, y eso les ponía realmente feliz.

Cuando se acercaron al grupo, guardaron silencio y la incomodidad apareció en los expresivos ojos de Lance. Mientras que el par de ojos violetas a su lado se notaban igual de inexpresivos que siempre, aunque tenían un leve brillo que no pasaba desapercibido.

-¿Por qué... están todos mirándonos?- preguntó Lance, comenzando a sonrojarse.

Pidge fue testigo de cómo Keith lo miró y su rostro se iluminó.

-¿Se arreglaron?- les preguntó, sonriendo como boba.

Keith iba a soltar un comentario sarcástico pero Lance se adelantó:

-Sí, estamos completamente bien- dijo sonriente.

-Bien, ahora tenemos otros asuntos que resolver, debemos hallar a Matt y a Shiro- dijo Hunk.

-Es cierto, ¿dónde demonios estarán?- preguntó Pidge, a nadie en específico.

La pregunta se disolvió en el aire y Lance le acarició el hombro.

-Tranquila, los encontraremos juntos- le dijo, mirándole a los ojos, para luego dejar un pequeño beso en su nariz.

-Creo que tengo algo que les pueda ayudar- interrumpió Alfor.

Todos lo miraron.

-¿Ah, sí? ¿Qué es?- preguntó curiosa Pidge, poniéndose de pie al igual que Hunk.

-Tengo unas naves para que puedan buscar a sus amigos y regresar a la Tierra, pero les pediré algo a cambio- dijo el rey, frunciendo un poco el ceño.

-Dinos- dijo Lance, y se cruzó de brazos.

-Deben regresarme el león azul, junto con los trajes que había ahí y sus respectivos Bayards.

-¿Bayards?- preguntó Pidge.

-Eso que descubrieron para rescatar a Keith se llama Bayard, se transforma en las armas que a ustedes más les convenga.

-Ah, claro- dijo Pidge, recordando lo que usó para poder hacer un agujero y pasar la pared.

Mullet [KLANCE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora