Capítulo 29. Venganza

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NARRA FRANK

Estaba dispuesto a mandar a la mierda a Joel cuando me llamó, ya que me interrumpió justo en el momento en que estaba disfrutando de un rato de intimidad con Alexa, pero al decirme que lo habían amenazado y que uno de los que le había amenazado era Fernando, mi enojo desapareció rápidamente.

Lo que menos me apetecía era dejar a Alexa en ese preciso instante, pero la intriga y la rabia me ganaron. De pronto, ya estaba circulando a toda velocidad por la carretera.

Entré en el bar y vi que mi amigo estaba en la misma mesa de siempre bebiendo, como de costumbre. Me acerqué y me senté frente a él.

―¿Qué ha pasado? ―pregunté, yendo directo al grano.

―No sé qué mierda ha pasado, pero me dijeron que yo iba a pagar por lo que tú habías hecho ―contestó, y luego le dio un trago a su bebida.

―¿Quiénes te dieron eso?

―Los amigos del idiota de Fernando. No sé cómo averiguaron mi dirección, pero esta mañana aparecieron en mi casa para advertirme ―me explicó molesto.

―¿Cómo sabes que eran los amigos de Fernando?

―Él mismo se presentó. Si quieres más detalles, puedo decirte que es rubio y tiene los ojos verdes.

El muy cabrón.

―¿Qué le has hecho? ―me preguntó Joel al ver que yo no decía nada.

―Le rompí el vidrio de su coche.

―Frank, estás loco. ―Se rió―. Imagino que Alexa tiene algo que ver...

―El muy miserable jugó con ella.

―Pobre chica, tener que haberse acostado con él para después darse cuenta de que...

―¿De qué diablos hablas? ―repliqué furioso―. Alexa nunca se acostó con él.

Joel me miró entrecerrando los ojos y luego se encogió de hombros.

―Eso fue lo que él me dijo.

Mi mente comenzó a imaginar a Alexa con él y..., mierda, no. Eso no pasó. El muy idiota estaba mintiendo.

―Miente, nunca lo hicieron ―dije.

―No quiero enfurecerte más, pero la forma en la que él habló de ella con sus amigos delante de mí fue asquerosa ―gruñó negando la cabeza.

Bien. Eso no me ayudaba mucho. Imaginar a ese cerdo hablando mal de Alexa me ponía enfermo. Noté la rabia corría por mis venas. Tenía que hacer algo. Y lo mejor que podía hacer era una darle paliza.

Me levanté descontrolado por la ira dentro y salí del bar. Joel me alcanzó enseguida.

―¿Qué vas a hacer? ―preguntó, preocupado.

―Voy a partirle la cara a ese hijo de puta ―dije subiendo al coche.

Joel intentó detenerme, pero, sin escuchar lo que decía, encendí el motor y salí como un rayo hacia el apartamento de Fernando.

***

Llevaba más de dos horas esperando en el SUV, aparcado frente a su apartamento. Mi móvil no dejaba de sonar. Joel seguía llamándome como un loco para saber dónde estaba, así que, al final apagué el teléfono.

El asqueroso Mustang no se veía por ningún lado.

Ya hacía mucho que estaba allí y se me estaba acabando la paciencia, pero no pensaba irme sin antes haberle dado su merecido. Y si tenía que quedarme toda la noche para verlo, lo haría.

El Huésped ✅ [ Disponible en físico ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora