Capítulo 1. Primera conversación

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Mi padre asignó a Frank en la habitación de la segunda planta, que está a lado de la mía. Durante el día, todo marchaba con aparente normalidad. Yo me levantaba muy temprano y me lo encontraba la mayoría de las veces por el pasillo, nos mirábamos de reojo pero después continuábamos nuestro camino.

Los primeros días, ambos nos tratábamos con indiferencia. Incluso nos evitábamos el uno al otro. Cada uno hacía su vida como si el otro no existiera, y eso no perjudicaba mi rutina cotidiana.

Mis padres trabajaban durante el día y parte de la tarde. Melina la —Prima de mi madre— continuaba con sus servicios de catálogos desde casa. Así que yo pasaba prácticamente todo el día con Frank, el ahijado de Melina. A pesar de que no había mantenido ninguna conversación larga con él, por las miradas prepotentes que me lanzaba cada vez que me veía, sabía que era un chico arrogante y egocéntrico.

Una noche estuve despierta hasta las dos de la mañana. A excepción de un grillo que se escuchaba a lo lejos, el silencio era profundo. Me parecía extraño que no pudiera conciliar el sueño, solía quedarme dormida sin ningún problema. Para matar el tiempo, me entretuve con el móvil, y fue entonces cuando vi el mensaje de Fernando. Con cierta emoción, me senté en la cama y leí el contenido:

     "«Alexa, ¿cómo estás? Hace tiempo que no hablamos»."

Fernando fue mi novio durante algunos meses. Lo había conocido el primer día de universidad y me fue imposible no caer rendida a sus encantos. Era carismático y divertido. El problema es que mis padres, en especial papá, no estaban de acuerdo con que tuviera novio, a pesar de que ya tenía edad para ello.

Pero a mi padre le daba lo mismo que tuviera dieciocho años, él era bastante sobreprotector conmigo. Pensaba que, cuando salías con una persona, te ibas directo a la cama. Rompí con Fernando con esas y muchas razones que nos impedían continuar como pareja, pero no podía negar que aún seguía sintiendo algo por él.

Me quedé contemplando el mensaje, no sabía si contestar o simplemente tratar de dormir. Estaba debatiéndome conmigo misma cuando el móvil comenzó a vibrar. Era una llamada entrante de él y de ninguna manera iba a rechazarlo. Retiré las sábanas, encendí la lámpara y me levanté para atender la llamada.

—¿Hola? —El tono de mi voz era bajo y discreto.

—Alexa, ¿estás en casa?

Su pregunta me confundió un poco, quiero decir, ¿en dónde iba a estar a las dos de la madrugada? No había hecho planes con Karina, mi mejor amiga.

—Sí, ¿por qué? —contesté finalmente.

—Estaba dando vueltas con el coche y se me ha ocurrido acercarme a tu casa. Tengo muchas ganas de verte.

Sorprendida por su respuesta, salí de la habitación procurando no hacer ruido con la puerta.

Manteniendo a Fernando en la línea telefónica, bajé las escaleras y me dirigí a la sala. Observé a través de la ventana y logré ver su auto al otro lado de la calle. Yo también tenía ganas de verlo a él. Habían pasado varias semanas desde que lo vi por última vez, había sido exactamente después de que comenzaron las vacaciones.

—Si mis padres se enteran de lo que voy hacer, me castigarán —murmuré, poniendo en riesgo la confianza que me tenían.

Nos les gustaría nada saber que yo salía en medio de la noche para ver a mi ex-novio; pero aun así, me iba a arriesgar.

Me contestó con palabras que no logré entender porque una sombra detrás de mí me llamó la atención. Me volví y mis labios se entreabrieron cuando vi al intruso bajando las escaleras. Estábamos prácticamente a oscuras, pero pude ver que solo llevaba puestos unos bóxeres negros y me fue imposible ignorar la firmeza de los músculos que adornaban sus bíceps, sus pectorales y su abdomen.

Cuando nuestros ojos se encontraron, me di cuenta de que me miraba con cierta intriga y curiosidad. Rápidamente colgué y solté el aire que estaba conteniendo.

—¿Necesitas algo? —dije con amabilidad tratando de ocultar el nerviosismo que sentía.

—¿Qué haces despierta a estas horas? —inquirió con autoridad, como si tuviera todo el derecho a preguntarme algo así.

Eso me molestó y perdí la poca paciencia que tenía con él.

—No te importa —lo esquivé, dispuesta a volver a mi habitación.

—¿Tus padres saben que un auto te está esperando afuera?

Me giré hacia él con la intención de mentir. Podía aparentar indiferencia, pero me percaté de que estaba mirando por la ventana.

—No sé de qué me hablas —repliqué, pasando saliva.

Esperaba que no continuara con el tema, pero en ese instante mi móvil volvió a vibrar. Era imposible que Frank no se diera cuenta de ello porque la luz de la pantalla me delataba. Sería estúpido tratar de disimular.

—El chico del coche te está llamando —dijo con tono de burla.

Ignorando su comentario, contesté la llamada, dándole la espalda para que no pudiera escucharme.

—Hablamos mañana, ¿de acuerdo? —susurré y me quedé esperando la respuesta de Fernando, pero nunca llegó.

En cuestión de segundos la mano de Frank apareció en mi campo de visión y me arrebató el teléfono, haciéndose cargo él mismo mientras yo asimilaba lo que estaba pasando.

—Sí, por ahora no puede atenderte. Será mejor que no la molestes —cortó la llamada y pacientemente, me entregó el móvil. Me dedicó una leve sonrisa, satisfecho por mi reacción y subió por las escaleras.

—¿Cuál es tu problema? —le pregunté manteniendo un tono de voz bajo mientras lo seguía.

Me ignoró y cuando estuvimos en la segunda planta, cerró la puerta de su habitación. Por poco no me golpeé el rostro con ella.

¿Qué diablos le sucedía? ¿Quién se creía que era para tomar decisiones por mí e ignorarme de esa forma?

Con la rabia fluyendo por mis venas, regresé a mi cuarto e intenté dormir. Si me quedaba despierta, podría acabar armando un escándalo para exigirle a Frank una explicación. Y hacer eso suponía despertar a mis padres y por lo tanto ser descubierta; sin duda se enterarían de que había estado a punto de salir de noche con Fernando.

El Huésped ✅ [ Disponible en físico ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora