La voz irritada de Camila la devolvió bruscamente a la realidad.

—Esta noche no trabajo, Lucy —le decía a una mujer esbelta, vestida completamente de blanco. El austero corte del traje marcaba un acusado relieve en las facciones del rostro de la mujer, el color enfatizando el cálido tono caramelo de su piel.

La desconocida continuó como si Camila no hubiera hablado.

—Hay un problema...

—Para eso es para lo que te pago tanto, Lucy —replicó Camila con una sonrisa burlona, apartando ausente un bucle del oscuro pelo rizado de la mujer tras sus finos hombros, —para que puedas ocuparte de los problemas. Ahora ve a ganarte el sueldo.

—Vaaale —. Lucy emitió la palabra en un susurro. —Ya veo que estás ocupada —lanzó una mirada maliciosa hacia Lauren que se sintió ligeramente molesta ante la implicación. — ¿Ni siquiera vas a preguntar por Massala? —la mujer sugirió suavemente.

Los oídos de Lauren se agudizaron ante la mención del nombre del Cártel y mantuvo una expresión ligeramente atenta aunque de profundo aburrimiento. Años de ser la hija de un diplomático le habían enseñado qué en situaciones era mejor parecer un objeto de decoración. Sin embargo, debajo del tranquilo exterior, su mente iba a toda velocidad. "Massala... tiene que tratarse de la importante operación de la que he estado oyendo hablar".

Camila lanzó una mirada perezosa al reservado del rincón, donde los tres hombres se sentaban dejando una nueva ronda de vasos vacíos sobre una mesa ya llena de ellos.

—Parece que los tienes cómodamente situados. Asegúrate de que lo pasen bien...

—Y de que te dejen en paz —terminó Lucy. —Ya sé lo que tengo que hacer.

Había un aire de familiaridad entre las dos, pero Lauren detectó un ligero indicio de resentimiento en la voz de la esbelta mujer. "Casi como si estuviera celosa". Para Lauren no había duda de que la historia romántica de Camila era tan turbulenta como parecía ser el resto de su vida. A juzgar por su comportamiento, esta mujer probablemente había sido parte de ella. Lucy indicó con la cabeza hacia otro reservado, discretamente apartado en una esquina menos iluminada.

—Tu mesa está lista. —Gracias, —. Camila despidió a la mujer con un suave golpecito en el hombro y volvió su atención hacia Lauren. —Siento la interrupción. ¿Decías...? —Su voz fue bajando de tono, dando sutilmente a la mujer la oportunidad de continuar su juego o de retirarse a un terreno más seguro.

— Decía que estoy encantada de conocerte, Camila. Mi nombre es Lauren Morgado —. Había decidido usar el apellido de su madre. Si a Cabello le daba la vena y decidía investigarla, lo último que Lauren quería era que la traficante descubriera que era periodista. Como el nombre también era el seudónimo que había usado durante sus días de novelista romántica, soportaría razonablemente bien un escrutinio.

—Bueno Lauren... si puedo llamarte así... —arqueó una ceja pidiendo permiso mientras señalaba hacia su mesa —¿Por qué no te sientas mientras yo pido algo para beber?

—Por supuesto —. Lauren dejó que la sentaran en el reservado y se entretuvo en la contemplación de las piernas de su acompañante mientras ésta se alejaba. La oscura viveza de la falda de piel se abrazaba deliciosamente a las caderas de Camila, y Lauren se sorprendió a sí misma mirando a Camila de una forma en absoluto profesional. Algo en el fondo de su mente la advirtió de los peligros de meterse en líos con aquella mujer, pero el aviso se perdió en el sonoro eco de la vibrante risa de la sombría mujer que se repetía en sus oídos.

...

"Lauren Morgado ¿eh?", Camila rió para sí misma mientras se acercaba al bar. "Debe ser la única mujer que he conocido en todo un año que de verdad tiene apellido". Agitó la cabeza divertida.

Lucifer | | CamrenWhere stories live. Discover now