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No me gustan los días calurosos.

Los odio.

Cuando las temperaturas son altas las personas se ponen violentas, el sol quema, pero no solo la piel.

No deja que las personas razonen, les nubla el cerebro, sobre todo a las personas que tienen enfermedades mentales.

Mi papá tiene esquizofrenia.

La última vez que él golpeó a mamá yo tenía 8 años, sin duda fue un día con altas temperaturas, era verano.

Escuché gritos.
Era de madrugada cuando abrí los ojos, el ruido no me dejaba dormir, mis papás discutían.
Tomé mi cobija y me cubrí desde los pies hasta la cabeza para evitar el ruido, tal vez de esa manera podría dormir.

Pasaron varios minutos y conforme avanzaban las manecillas del reloj la discusión iba subiendo de tono, comencé a preocuparme, me dolía el estomago, de pronto escuché un golpe, después llegaron los sollozos, eran de mi madre, mi papá le seguía gritando y ella no paraba de llorar.

Tomé mi sabana con más fuerza y también comencé a llorar, hasta que me quedé dormida.

Cuándo desperté eran las 8:00 a. m. Mi papá ya se había ido a trabajar, me tallé los ojos antes de salir de mi cuarto, estaban un poco hinchados y llenos de lagañas, no tenía una idea clara de lo que había pasado, una parte de mí creía y esperaba que hubiera sido un sueño o más bien una pesadilla, pero cuando llegué al comedor para desayunar me di cuenta de que todo había sido real, mi papá había golpeado a mamá.

Mis pequeñas manos se volvieron puños y me odié a mi misma por no haber hecho nada la noche anterior.

Mamá lucía cansada, tenía el cabello recogido en un moño, su piel no tenía el color canela de siempre, se veía muy pálida, casi enferma, tenía los ojos hinchados y decorados por unas ojeras muy pronunciadas, claramente no había dormido.

Cuando se giró a verme me brindó una cálida sonrisa, sus ojos no tenían el brillo habitual de siempre.

Sus movimientos eran un poco torpes, como si un dolor insoportable le recorriera los huesos.

La observé con detenimiento... ¡Su hombro! Evitaba mover el hombro y el brazo derechos, se le notaba el dolor que sentía con cada mueca que le surcaba el rostro.

–Mami –se giró a verme.

–¿Qué pasa cariño? ¿tienes mucha hambre? El desayuno ya casi está lis... –la interrumpí.

–¿Te duele algo? –le preguntó mi yo de 8 años con una preocupación tan genuina, temiendo que al preguntar tal cosa mamá se rompiera.

Su mirada ensombreció, sacudió la cabeza indicando que no.

–¿Por qué me mientes mami? Me has dicho que mentir es malo, pero tú lo estás haciendo.

No contestó, se quedó mirándome y noté como sus ojos comenzaron a tornarse cristalinos, parecía que estaba a punto de quebrarse.

–Mi papi te pegó –se cubrió la boca con la mano ocultando un sollozo, estaba muy sorprendida– los escuché anoche, yo no podía dormir... ¿Te duele mucho verdad? Yo voy a golpear a mi papá cuando él llegue, él no debe lastimarte.

–¡No! Tú no debes hacer eso, la violencia no es buena, no quiero que actúes de esa manera ¿me estás escuchando? –mamá estaba muy alterada– Amanda, no vuelvas a decir eso.

Yo no podía estar más enojada, el coraje que recorría mi cuerpo me daba ganas de llorar, me sentía tan impotente.

–Es verdad mami, yo no quiero ser como él, yo no quiero golpear a los demás, pero, si dices que la violencia no es buena ¿por qué le permites golpearte? ¿Eso no está mal?

–¡Claro que está mal! Amanda –mi madre soltó un largo suspiro– necesito que entiendas esto, no quiero que pienses en que tu papá me golpeó, no fue él, tu papá no es consciente de lo que hizo, él, él no me golpeó, no quiso hacerlo ¿me entiendes? –mi mente no lograba comprender lo que mi mamá acababa de decir, me sentía tan confundida y ella me hablaba con tanta desesperación –no quiero que odies a tú papá por lo que hizo.

–Y-yo no logro comprender, él te lastimó, ¿y quieres que yo no sienta nada? ¿Quieres que pretenda que no pasó nada? –comenzaba a alterarme y golpeé la mesa para desquitarme.

–¡Amanda, tú papá está enfermo!

Remember «Amando a Amanda».Where stories live. Discover now