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Me gustan mucho los días lluviosos.

El día se pinta de gris y me inspira tranquilidad.

Me encanta el sonido de las gotas chocando contra la ventana, y la sensación de correr bajo la lluvia con la cara empapada.

Amo el toque del agua cayendo sobre mi rostro, haciendo contacto con mi piel, dejándola fresca y fría.

Me gusta brincar en los charcos que se forman tras una noche de lluvia.

Me gusta ver mi reflejo en el agua... pero el día de hoy no está lloviendo cuando me despierto.
 
Tallo mis ojos para eliminar las lagañas que me imposibilitan ver del todo bien.

No recuerdo haber vuelto a casa, extrañaba mi cama, pero lamentablemente me tengo que levantar de ella.

Hoy es lunes y tengo que ir a la facultad, por suerte no tengo que llevar uniforme, nunca me ha gustado, me parece que están diseñados para ser incómodos y odiados por los estudiantes.

Me fijo en el reloj para ver la hora, son las 5:25 a. m. Desperté 5 minutos antes de que sonara mi alarma, sé que ya no me voy a poder dormir así que me pongo de pie para elegir la ropa que me voy a poner.

El hecho de que no haya uniforme no quiere decir que podemos ir en short, blusa de tirantes y sandalias, tenemos que vernos formales, como un contador, un abogado o algo así.
Jamás he entendido porque nos debemos vestir de esa manera para estudiar, para trabajar, para una premiacion, para una graduación ¿por qué no solo nos vestimos como nos gusta y ya? Nos tenemos que ver formales para otras personas pero ¿quiénes son ellos? También son personas, no son diferentes de nadie.

Nos vestimos para aparentar y eso no me gusta, pero tengo que hacerlo.

Elegí una blusa blanca de manga larga y unos jeans negros, para mi calzado escogí los botines negros de siempre, son los únicos zapatos de tacón que tengo ya que acostumbro a utilizar tenis.

Entré al baño de mi cuarto y comencé a desvestirme. Cuando abrí la llave de la regadera el agua fría hizo contacto con mi ser, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y me puso la piel chinita, sin embargo me quedé bajo el chorro de agua, era una sensación muy agradable, cerré los ojos y miré directo a la regadera para que el agua empapara mi rostro, era como la lluvia.

Tomé el jabón y comencé a recorrer mi cuerpo con el, en cada centímetro de mi piel sentía dolor, y cada cierto tiempo encontraba un moretón decorando mi cuerpo, mis rodillas estaban raspadas y apenas lo noté, lavar mi rostro fue una tortura, la herida de mi frente todavía no estaba en buen estado, todo mi cuerpo recordaba lo pasado en las escaleras, lo sentía, pero mi memoria no lo hacía.

Cada moretón me hacía pensar en lo que pasó pero no lo entendía.

Tengo un mal presentimiento sobre la historia que me contó mamá, ella dijo que yo iba corriendo y me resbalé, pero ¿por qué razón correría en mi casa? digo, no tengo 5 años como para ser la niña hiperactiva de antes, y lo de resbalarme en el escalón me suena mucho menos, ah, pensar en ello hace que me de jaqueca y eso que apenas va comenzando el día.

Salgo del baño ya vestida, me pongo los botines y me miro en el espejo, le hace falta algo a mi blusa, tomo un broche circular que está lleno de brillos y lo coloco donde debería de ir una corbata.
Desenredo mi rubio cabello y lo dejo suelto, agrego un poco de crema para que no se esponje cuando se seque por completo, después aplico una tinta color cereza en mis labios y estoy lista.

Miro el reloj, ya son las 6:10 a. m.

Cierto se me ha olvidado cubrir mi herida, tomo una pequeña cinta blanca en forma de moño y la pego en mi frente.

🌹

–Buenos días –saludo a mis papás que están en el comedor desayunando.

–Buenos días –saludan al unísono.

Me pregunto a que hora se habrá despertado mamá, ya está cambiada, peinada y maquillada, además el desayuno está listo, no entiendo como funcionan las mamás, son increíbles.

Mi papá también está listo, lleva el cabello castaño claro peinado hacia un lado y un atuendo muy parecido al mío, solo que él si lleva corbata y un saco, sus ojos son color miel como los míos y los de mamá, a papá ya se le notan las canas.

–¿Cómo te sientes? –preguntó mamá depositando un plato con hot cakes en la mesa.

–Mejor, todavía me duele la cabeza y en algunos momentos me dan náuseas pero lo puedo soportar –dije mientras me sentaba para desayunar.

–Me alegro, puse unas pastillas en tu mochila, por si te sientes mal.

–Gracias mamá –dije dando un bocado a mis hot cakes.

–Amanda, come de prisa para que te pueda dejar en la facultad.

–Si papá.

Subo al coche de papá mientras me despido de mamá con la mano.

El coche se pone en marcha.

Remember «Amando a Amanda».Donde viven las historias. Descúbrelo ahora