Capítulo 19

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SEGUNDA PARTE  MARATÓN 

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SEGUNDA PARTE  MARATÓN 


KAI

—No voy a irme de aquí, ya has visto lo que estaba haciendo en la fiesta, no es de fiar y... —joder, es como si quisiera darme razones para callarlo a puñetazos.

—Ya la has escuchado, vete a tomar por culo —gruño mordiendo mi mandíbula.

—Jade —él la mira, pero ella está mirando fijamente en mi dirección y no puedo evitar que una sonrisa gigante se dibuje en mi cara.

—Hazme ese favor, Adán. Te prometo que otro día te lo compensaré, pero ahora es él quien tiene que darme explicaciones y prefiero que lo hagamos a solas.

—Yo también prefiero hacerlo a solas...—digo con la mano levantada —todo —se me escapa una sonrisa y a Jade también, pero mira al suelo para disimularla.

—Está bien, pero ya te he dicho que te vas a arrepentir —le advierte. Tú si que te vas a arrepentir, mamón.

—Tendré que verlo yo sola —encoje sus hombros y él lo toma como una señal para irse por fin.

—¡Que te jodan! —grito —Esta vez te has librado, pero...

—Kai, ya está bien, ¿no? —pone sus manos sobre mi boca y yo, en un acto casi automático y reflexivo, la muerdo sutilmente provocando su sonrisa —Ya se va, déjalo.

Me siento aliviado al instante, porque sé que ahora estamos ella y yo solos y voy a poder aclarar las cosas y arreglar esta mierda.

—Vas a tener que darme muchas explicaciones —está cruzada de brazos y tiene el ceño fruncido.

—Todas las que quieras —digo abriendo mis brazos —, pero tú tienes que prometerme que no vas a volver a salir con ese gilipollas.

—No voy a prometerte eso —replica agitando los brazos.

Siento que estamos demasiado lejos, así que me voy acercando poco a poco. Ella se aparta cuando llego delante suyo y me dice:

—Vamos, explícame qué ha pasado —sigue cruzada de brazos y alza una ceja.

El vestido le queda como la seda, pero la debe de haber mirado mucha gente en la maldita fiesta y eso me cabrea. No porque no quiera que lleve lo que sea que a ella le apetezca llevar, sino porque los tíos somos unos cerdos y sé que a más de uno probablemente le sea difícil mantener las manos quietas. Apenas le tapa las partes esenciales del cuerpo y el escote... casi acaba en el ombligo. Sus pechos firmes y grandes son más evidentes gracias a esa tela y sólo puedo pensar en arrancárselo. 

—Kai, ¿me estás escuchando? —me saca de mis pensamientos calenturientos con un grito indignado.

—Sí, sí —digo asintiendo. Cuando se da cuenta de lo que estaba pasando por mi cabeza, sonríe y mira hacia otro lado —. Vale, voy a contártelo. Deja que acabe antes de preguntar nada, ¿de acuerdo? —ella pone los ojos en blanco y asiente —Bien. A ver, antes que nada... quiero decirte que ni ayer ni hoy he estado con nadie. Así que deja de imaginarte cosas, porque sólo he estado en compañía de polillas y algunos gatos —ella frunce el ceño, no entiende nada —, he estado arreglando una vieja cabaña en la que pasé la mayor parte de mi infancia. La he arreglado porque me apetecía, y porque quería que la vieras. Ha quedado bien y pienso llevarte a verla mañana, si quieres —parece empezar a encajar las cosas. A saber qué mierdas le habrán contado —. Bueno, pues cuando he acabado de arreglar la cabaña, sobre las siete o las ocho de la noche, me ha llamado Cristian, que es uno de los mejores amigos de Adán y me ha dicho que fuera a su casa. Me había preparado una fiesta sorpresa por primera vez en mi vida. Me ha parecido raro de cojones, pero he pensado que no estaría bien hacerles el feo de irme, y me he quedado un rato. De pronto, me han cogido entre unos cuantos tíos, me han atado a una silla y me han vendado los ojos. Ahora viene lo de las estrípers. Jade, te juro por Satán que yo no conocía a esas tías ni tampoco tenía interés en hacerlo. Te juro que no me apetecía para nada estar en esa situación. He intentado revolverme un poco, pero ha sido inútil, así que he desistido esperando a que finalmente me soltaran, pero entonces me han quitado la venda y estabas allí, de la mano de Adán, que sabía lo de la fiesta y te había llevado. ¿De verdad crees que han sido todo coincidencias? Yo estoy convencido de que no —¿Por qué no dice nada? Le he dicho que no me interrumpiera, pero pensé que no me haría ni puto caso —¿Has entendido lo que te he dicho? —asiente —¿Y me crees? —vuelve a asentir. Gracias a Dios, joder. Suelto el aire que había estado conteniendo desde hace una hora. Por un momento pensé que todo se había ido a la mierda.

| COMPLETA ✔ |   Aunque tú no lo sepas © [ATNLS 1]Where stories live. Discover now