Capítulo 44

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Le tengo miedo a muchas cosas. Le temo a las arañas, cucarachas o cualquier insecto en general, incluyendo las mariposas; le temo a las tormentas eléctricas; a los perros fue un temor que desarrollé cuando fui mordida por uno... le temo a muchas cosas, insignificantes y no tanto, pero son mis miedos. Sin embargo, nunca me había detenido a pensar cuál era el nivel de temor que le tenía a la muerte. Quizás porque era algo que veía muy lejano.

Hasta hoy.

Ahora que veo a Iván apuntarme con un arma, me doy cuenta que ese es mi mayor miedo. A los insectos los puedo evitar con un insecticida, a las tormentas puedo apalearlas con una buena compañía y a los perros solo me basta con esquivarlos, pero con la muerte... esto es distinto, de ella no se puede escapar, solo llega y ya, no hay nadie eterno. Un segundo estás y al otro ya no. Morir es demasiado fácil, solo se necesita estar vivo.

-Iván, no lo hagas- la voz de Miranda suena en algún lugar del bar, pero no me tomo la molesta de buscarla con la mirada. En su lugar, solo cierro los ojos y espero. Espero a que todo acabe de una vez, pero que no duela. Solo espero que sea un disparo certero que no extienda aun más mi agonía. Ya me rendí y soy una cobarde por eso, ya lo sé, pero lo vi en la mirada de Iván, él está decidido a destruir a Nicolás y él cree que yo soy el camino para lograrlo, aun cuando él se desligó completamente de mí.

Tiemblo completa, las lágrimas escuecen mis parpados cerrados y muerdo mis labios para que no se me escape un sollozo, mientras espero.

De repente se oye algo que se mueve, un quejido, un <¡No!> de alguien y por ultimo un disparo. Mi sistema completo se paraliza mientras espero que llegue el impacto que acabe con mi vida, pero no ocurre nada. Cuando pasan los segundos, me obligo a soltar el aire que tenía retenido y abrir los ojos para encontrarme con una imagen que será difícil de olvidar.

Cubro mi boca con las manos, mientras sacudo la cabeza, negándome a aceptar lo que veo.

Junto a Iván, Miranda intenta cubrir la sangre que escapa a borbotones de su pecho, mientras este la mira paralizado, con el arma a un costado.

Yo no recibí el disparo, porque ella lo hizo en mi lugar.

Me tambaleo un paso hacia adelante y otro hacia atrás, mientras intento procesar lo que veo y al final termino corriendo hacia ella, olvidándome por completo de Iván, aunque él parece aun más perdido que yo.

Me arrodillo a su lado al mismo tiempo que ella cae al suelo y alcanzo a colocar mi mano en su cabeza para que no impacte contra el duro suelo, aunque creo que ese sería el menor de sus problemas en este momento.

No la dejo decir nada, que me quito la camisa que traigo puesta e intento ejerzo presión sobre la herida, aunque se empapa casi de inmediato. La sangre que brota de su herida, no es espesa como suelen decir por ahí, sino que es liquida, muy liquida y se escurre sin que nada pueda detenerla. Mis manos están mojadas con su sangre, pero no me da impresión, en este momento solo estoy aterrada. Veo como empieza a toser mientras ella misma empieza a ejercer presión sobre la tela, pero no hay como pararla, al menos no con nuestras manos. Grito por una ambulancia, deseando que alguna de las otras dos personas del lugar realice el llamado, mientras las lágrimas empiezan a brotar de mis ojos sin piedad. Se está muriendo. Yo lo sé, ella lo sabe, todos en el lugar lo sabemos, quizás por eso es que nadie hace ningún movimiento.

Con una mano continúo ejerciendo presión en la zona, aunque ya sé que es en vano, y la otra la dirijo a su rostro, donde aparto algunos mechones sueltos.

-No, Miranda, no...- digo mientras me empiezo a ahogar en mi propio llanto, sin embargo ella no parece asustada. Solo adolorida, pero no asustada. Está demostrando la fortaleza que a mí me faltó hace minutos.

Tu pasado, mi tormento|✔Where stories live. Discover now