Capitulo 4

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Prisionera en mi propia casa, simplemente PER-FEC-TO.

Las rejas de las ventanas parecen prehistóricas, pero son de un material que ni con mil años más se deteriorarían. La puerta está completamente descartada como vía de escape y el móvil lo perdí en el piso de arriba.

Ya me di una mil vueltas en la sala y mis uñas ya amenazan con desaparecer desde hace unos minutos. El estomago me ruge hambriento y no calculo mas de las diez de la noche, pero no pienso pisar la cocina hasta que no vea al castaño salir de ella.

Camino por millonésima vez hasta la puerta de entrada y apoyo la frente en ella. La madera se siente dura y fría contra mi piel, pero no me aparto. Mis brazos cuelgan a los costados de mi cuerpo de forma inerte y mis pies se clavan en el suelo a la altura de mis hombros. Siento que en cualquier momento voy a explotar y empezar a romper todo de la frustración sin importar las consecuencias y trato de mantenerme lo más fría posible.

Necesito salir.

Un sonido a mis espaldas pone mis sentidos alerta y me hace agudizar la audición. Escucho como alguien camina por la sala hasta que se detiene y me tenso.

-Hice la comida, espera un segundo que voy a buscar a Matías, así comemos los tres juntos- las palabras roncas del castaño hacen que algo se encienda en mi pecho. Rabia.

Me separo de la puerta dando un paso hacia atrás, pero sin girarme a verlo. Es increíble que pueda actuar como si nada estuviese fuera de lugar.

-No tengo hambre- mi estomago ruge con protesta ante mi mentira, pero mi orgullo me impide retractarme.

-Pues que pena que no sea opcional, comerás y listo, no pienso tener que salir corriendo a un hospital porque te has desmayado debido a la falta de alimentación-

Por un momento pienso gritarle que eso no sería un problema si no me tuviese secuestrada, pero encuentro más efectivo tomar el florero de la mesada junto a la puerta -el único que aún permanece sano- y arrojárselo cuando se dispone a subir las escaleras. Nunca me caractericé por tener buena puntería, de hecho, siempre que había que formar equipos en educación física, siempre me tocaban los lugares de la defensa. Soy mejor atajando que apuntando. Sin embargo, hoy parece ser mi día de suerte, porque el jarrón golpea en su espalda, haciendo que tropiece hacia adelante y tenga que apoyar las manos en los escalones. El sonido de la porcelana haciéndose añicos contra el suelo, me hace reaccionar de lo que acabo de hacer y no me toma ni medio segundo correr hacia el único lugar que aparenta ser seguro. La cocina.

Mis pies se mueven solos hacia el lugar, lo cual agradezco, y en el proceso tengo que saltar uno de los sofás para llegar más rápido, haciendo que casi abrace el suelo en el intento.

Escucho una maldición y luego unos pasos apresurados que hacen apurar aun mas los míos. Cuando ingreso a la cocina, me apresuro a cerrar la puerta y correr la mesa para trabarla. Retrocedo unos pasos, chocando contra la punta del refrigerador, al mismo tiempo que algo colisiona contra la puerta.

-¡ABRE LA PUERTA!- el tono ronco y despreocupado del castaño que me había querido obligar a comer, ahora fue remplazado por unos gritos potentes y furiosos.

-¡NO LO HARÉ!- grito de igual forma y luego me giro en busca de una posible salida hasta que veo las cortinas de una ventada. Corro hacia ella y casi lloro de la felicidad cuando noto que no tiene rejas porque alguien las rompió. Casi puedo adivinar como ingresaron a la casa.

-¡ABRE LA PUERTA O TE ARREPENTIRAS!- ignoro su amenaza y subo una pierna a la mesada y cuidando de no hacer mucho ruido, abro el cristal. La briza me golpea el rostro de forma agradable, pero los golpes en la puerta me impiden detenerme a disfrutarla. La ventana da a un gran patio trasero que aparenta estar bastante descuidado ya que el pasto oculta mis zapatillas cuando ya me encuentro fuera. El lugar está completamente rodeado por un muro no muy alto, pero que igual veo difícil de escalar, así que registro un poco más el lugar, hasta que veo un pasadizo a un lado, que parece conectar el frente con el patio trasero.

Tu pasado, mi tormento|✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora